martes, abril 16, 2013

Cinco minutos con una Mujer divina.-(Sexenio-Puebla 08/04/13)


I
Pueden correrte de tu casa o castigarte la semana/ pueden prohibirte las bebidas, pero tú eres dueño de tu vida eran las líneas que me atraparon y me hicieron voltear a ver quién cantaba. Una voz, sumamente dulce, era dueña de unas palabras que cubrían mi extraña necesidad de rebeldía. A partir de ese momento, Natalia Lafourcade se convirtió un componente importante de los artistas que conforman el sound-track de mi vida.
Natalia Lafourcade no tiene miedo a experimentar con los ritmos, ha aprendido a dominar diversos instrumentos, produce y arregla canciones de otros artistas, ha colaborado con un sinfín de artistas como Julieta Venegas, Celso Piña, Eugenia León, Liquits e incluso ha incursionado en la actuación.
Vive por y para la música.
A grandes rasgos, ella es Natalia Lafourcade.

II
Hace un mes me había enterado que se realizaría en Puebla el Festival 5 sentidos, cuyo elenco estaba conformado por Molotov, Ely Guerra, Paté de Fuá, Dannah Garay y la más importante para mí: Natalia Lafourcade. En cuanto pude compré los boletos en primera fila, para admirarla de cerca.
Conforme se acercaban los días la sensación de poder conocerla en vivo, hacerle unas cuantas preguntas iba alimentándose dentro de mí. Decidí escribir a todos los medios posibles, buscando hacerle una entrevista. Una posibilidad se vislumbró días previos al concierto; empero no era nada concreto. Un día antes del concierto recibo un correo electrónico donde me avisaban que mi petición había sido autorizada. Tendría quince minutos para poder entrevistarla.
Los nervios se adueñaron de mí.
No dormí del todo, mi cabeza calibraba las posibles preguntas que podría hacerle en tan poco tiempo.

III
Será un día memorable, pienso al levantarme de la cama.
Karla, una amiga valiosa sería la compañía, la cómplice de este gran día.
Llegamos temprano al auditorio, pues la hora pactada para la entrevista era 3:30 pm; sin embargo se retrasó todo.
Al parecer Natalia llegó un poco tarde al auditorio, pues unas horas antes se encontraba en el Df recibiendo terapia en su brazo derecho, como dejaba ver en Instagram.
Antes de poder entrevistarla, el club de fans de Natalia Lafourcade: Bosque de Chamoy iba a tener su convivencia. Un club muy curioso, muchos de ellos no rebasaban los 25 años y mientras esperaban su turno, concursaban por obtener algunos objetos que solamente un club de fans logra conseguir: gorras promocionales, sencillos promocionales, etc. Algunos de los chicos que asistieron a esa convivencia venían de Xalapa, otros más eran poblanos. Otra cosa curiosa, era que muchos de ellos poseían el reciente disco de Natalia Lafourcade: Mujer divina. Un homenaje a Agustín Lara. Yo esperaría que tuvieran sus discos anteriores, pues las canciones de Agustín Lara son muy lejanas a ellos. Sin embargo, eso indica que uno de los objetivos de Natalia se está cumpliendo: acercar a las nuevas generaciones al gran compositor.
La espera se ha vuelto eterna, estamos sin comer. El club de fans tuvo cerca de media hora de convivencia más el acceso al soundcheck. Afortunados ellos, pensaba.
A esta espera se ha agregado la compañía de una ex-alumna y ahora amiga: Ivonne, acompañada de su novio Alain.
Entre los retrasos y el caos propios de un evento así -más siendo el primero para la compañía productora IMAE- se hicieron presentes.
Mi entrevista había sido pasada al concluir el evento y al término de la rueda de prensa.
Natalia Lafourcade fue la que abrió el evento. Muchos esperábamos que antecediera a Molotov o a Ely Guerra.
Aventurera, La fugitiva, Amar te duele, En el 2000, Limosna, Cursis melodías, Un derecho de nacimiento y Azul fueron parte de las canciones que brindó al público asistente. Número similar al que presentó en el foro Indio del Vive Latino de este año. Natalia disfruta estar en el escenario y lo dejo ver, se movía con naturalidad y bailaba con una sensual ternura algunas de las canciones. Natalia fue entrega total. Muchos nos quedamos con ganas de más canciones.
Al terminar su entrevista, salimos corriendo al área de prensa para presenciar la entrevista general a todos los medios y después tener mis ahora, por las prisas, cinco minutos para poder entrevistarla brevemente. La conferencia de prensa también se retrasó, Natalia estaba recibiendo terapia en su brazo derecho. Mandaba pedir paciencia a la prensa, la cual supo esperar. Era una de las más buscadas.
Pasada la casi media hora de espera, arriba Natalia y todos los medios le piden que pose para la foto. Luego vienen las preguntas acerca de su nueva producción. Natalia responde con naturalidad, pero con amplia seriedad. Parafraseando a Nietzsche, Natalia se toma con seriedad aquello que de niña le divertía, le inquietaba. Mujer divina, quizá ha sido el disco que más la catapultado musicalmente y es un disco que le permitirá ir de girar por toda Sudamérica, también quiere llevarlo a Estados Unidos y Europa. Quiere promocionarlo dónde y cómo se pueda. Quiere recordarle al mundo entero lo valioso que era y es Agustín Lara. Al terminar su gira, espera retirarse a vacacionar su natal Coatepec, para después emigrar a Canadá a darle forma a su siguiente disco. 

IV
Por fin, se va la prensa y es mi turno. Todo el mundo tiene derecho a sus quince minutos de fama, yo estoy presenciando mis cinco minutos de felicidad, de lograr un sueño: conocerla y poder entrevistarla.
Cuatro preguntas son las que pude hacerle y aquí las comparto:

-Has dicho muchas veces que tu disco de Mujer divina así como las colaboraciones con Alondra de la Parra, ha sido para ti como un despertar hacía México, junto con la canción de Un derecho de nacimiento. ¿Cómo te ha acercado todo esto con la juventud?
Natalia: Siento que la canción me acercó bastante. Fue una canción súper linda, porque generó mucha identificación de muchos jóvenes, de mucha gente. Creó un vínculo especial, fuerte. Es una canción muy bonita y de todas mis canciones, creo es la única con un sentido político, social, pero también humano, muy honesto; llena de mucha humildad y buena vibra. No es ninguna canción que esté atacando a nadie en específico, sino que habla de ponernos en causa, de perfilar nuestra energía hacía realizar cosas lindas y positivas. Ha sido una canción que -además de acercarme mucho con la gente-, me hizo sensibilizarme y conectarme ante muchas situaciones, por el hecho de haberla creado con la gente al pedirles en twitter que mandaran sus opiniones acerca de lo que pasa en México, de lo que les gusta o no les gusta. Componerla. Empezar también a analizar qué lo que quería decir y cómo decirlo. Fue un gran reto hacer esa canción, de todas mis canciones es a la que más dedicación le puse. Las otras  se daban en ratos pequeños de inspiración y quedaban bonitas, pero esta exigía más.

-¿Consideras que hay una Natalia Lafourcade antes y después de Un derecho de nacimiento?
Natalia: Sí, es una canción importante. Desde el hecho, que ahora al momento de componer trato de enfocarme un poco más en los mensajes de mis canciones. Ya no se trata sólo de escupir una canción.

-A partir de esta canción ¿te consideras una artista con compromiso social?
Natalia: Mi música jamás fue demasiado tirada hacía la política o hacía la crítica de la misma, ni nada. Pero sí, ahora me siento más comprometida que antes; en cuestión de que tengo la fortuna de poder subir y cantar en un escenario, de transmitir algún mensaje, de tener seguidores en twitter. Entonces sí trato de cuidar mucho qué es lo que hago, digo y comparto, aunque sigue siendo mi perspectiva y mi compartir desde mi vida, desde una experiencia de amor y desamor, intriga, algo que me guste o no me guste de la vida, de lo que veo, de lo que respiro y a través de eso generar algo lindo.

-¿Qué sigue para Natalia Lafourcade?
Natalia: Mi siguiente inédito que ya lo estoy preparando con composiciones que ya tengo y otras que quiero realizar todavía y ver que sale.

V
Al terminar la entrevista, le pido me firme uno de mis discos. Quisiera que me firmara todos, pero entiendo que hay prisa. Al siguiente día tiene que dar un concierto en San Luis. Le doy a firmar Mujer divina; luego –Karla y yo- le regalamos una pequeña copa de talavera poblana con dulces típicos, también le obsequió los últimos dos números de la revista UniDiversidad, le gustan y posa con ellas para la foto.
Al final, le pedimos la foto del recuerdo.
Posteriormente le mostramos unas imágenes del Museo Casa de Alfeñique y con el fin de que se anime a grabar ahí uno de sus videos. El lugar se presta con la temática de tu disco, le decimos. Le encanta la parte de la casa, me agrada más el piano; nos dice.
El trato ha sido ameno. Es una mujer muy sencilla, tiene los pies bien plantados en la tierra. Irradia ternura. Siempre tiene una sonrisa para todos. Incluso, antes de irse, recibe a un par de jóvenes que dicen venir desde Colombia exclusivamente a verla y le regalan un mándala tridimensional de alambre[1], acompañado de una gran explicación. Tiene tiempo para todos. Convivir con la gente que la escucha le da energías. A uno lo deja con ganas de conocerla más a fondo.


[1] Usados hace más de 3.000 años como elementos de contemplación y meditación. De origen Hindú, simboliza la infinidad de los cambios y la armonía del universo. La Flor de Loto o Mándala como se ha mencionado, se colapsa y se expande produciendo una gran cantidad de increíbles formas. http://arteajna.wordpress.com/nuevo-mandalas-tridimensionales-de-alambre/

El pájaro que votáis (Diario Milenio/Opinión 15/04/13)


En primer plano, los dos hombres de guayabera blanca y transparente se abrazan en mitad del mausoleo. Uno de ellos, el futbolista Diego Maradona, sumerge media cara —ojos cerrados, labios contraídos— en el pecho del otro, el presidente Nicolás Maduro, que a su vez lo conforta con la cabeza gacha y una expresión entre contrita y paternal.
Sobresalen las manos protectoras del político, posadas sobre torso y brazo del goleador, así como los dos enormes diamantes que le engalanan el lóbulo izquierdo. Parecería el retorno del nieto pródigo, contrito y pequeñito bajo la humanidad del hijo gigantón del Padre Hugo. Todo lo cual se mira harto confuso, si aparecen también, a espaldas de Maduro, unas gafas prensadas por La Mano de Dios. ¿O será el Niño Dios, ya en el Contexto Histórico?
Unos metros atrás de M. y M., más tiesos que la plancha de mármol a su izquierda, dos soldaditos miran fijo hacia el frente sin hacer foco más que en su deber, por lo menos delante de la cámara que ya capta su elegancia estridente: pluma roja en el quepis a juego con casaca corta coronada por vivos dorados y toda una parrilla de charreteras de oro, diez en total.
Al fondo, sobre un nicho empotrado en la pared, la escena es bendecida por una estatua negra de Simón Bolívar con el sable recién salido de la vaina, protegiendo quizás la plancha del difunto, y a pocos metros de ella salta a la vista un cuadro del Libertador que parece observar de reojo el abrazo. Una expresión en tal manera ambigua que se presta a que la malicia popular le adjudique comentarios del tipo ¡Cuéntale del pajarito! Que es lo que yo diría, con la pena, si me pudiese ver así abusado: convertido en el copyright de un copyright, santo detrás del santo que está atrás del santón.
Seguimos Tu Ejemplo De Lealtad al Pueblo a La Patria y a La Matria (sic), predicó hace unos días Nicolás Maduro en su cuenta de Twitter, con la mirada puesta en su Padre Celestial, que a decir suyo está a un lado del Nuestro y desde allá seguro le aconseja que sea generoso con las mayúsculas y no olvide que el alma de un gran patriota no cabe en un matriota de segunda, si servir a la Matria es honrar a la Patria, y viceversa.
Suena bonito, al fin, quién no quisiera ver al santoral invadido por Noelias, Reinas Magas y Conejitas de Pascua, con permiso del Santo Padre Iglesio y su Señora, pero igual no parece suficiente. Bastaría con elevar el ángulo y leer el remate del epitafio de Hugo Chávez Frías sobre la enorme plancha de mármol: ¡¡¡VIVIREMOS Y VENCEREMOS!!!
A ver, díganle que no. Mayúsculas totales con triple interjección. Así se dan las órdenes, especialmente si éstas vienen del otro mundo y pretenden llegar más allá del Cuartel de la Montaña, que es donde está ubicado el mausoleo y es mejor conocido como el 4-F, en memoria del golpe militar orquestado por Chávez y los suyos en el ’92. Una cosa, no obstante, es que te falle el Putsch y otra muy diferente que se te atore el Kitsch.
“Si me toca ir a la oposición”, ha afirmado Maduro con más zalamería que originalidad, “iré a una oposición de amor”. Palabras poco menos que desobedientes en quien va por la vida de heredero moral de un militar afecto al cuartelazo cuyo restos reposan justo en ese museo donde se conmemora su intentona. Palabras más probables, por ejemplo, en el Tin Tan de La marca del zorrillo que en el sucesor de un bravucón mayor. Palabras de ésas que hacen llorar, aunque no pocas veces sea de risa.
“Salgan a votar y exímanse de comentarios desestabilizadores”, ha amenazado Diego Molero, ministro de la Defensa, a los opositores entusiastas, tras aclarar en plena víspera de elecciones que él los llama “fascistas”. Es decir, los respeta con desprecio, condicionadamente, como toca al gendarme preservarle la vida al antimatriota. “Exímanse”, repite, pescado ya del lapsus dominguero que acabará de ponerlo en ridículo. Exímenos, Señor, de la autoeximición.
Y es que ni modo de pedir “absténganse”, hay que ver las que pasa el que amenaza para aspirar a ser obedecido. He ahí lo que le falla al hombre que dialoga con su pajarito. No logro imaginar a un alto militar bolivariano atendiendo a las órdenes de un pájaro nalgón, por más fuerte que grite el pajarero. ¿Por qué no vino un cóndor, un pavorreal, un pterodáctilo de gran tamaño? ¿Por qué no puso huevos, cuando menos? Ya puedo oír al hijo iluminado de regreso en su casa: “Vino a verme La Mano de Dios. Ya me enseñó a agarrar el pajarito.”

El cuerpo del escritor (Diario Milenio/Opinión 09/04/13)


No son pocos los libros en que los escritores se explayan sobre sus procesos creativos. Sin duda diseñada para jóvenes aspirantes a escritores, esta pequeña industria se ha ido haciendo de libros denodadamente personales en los que ciertos escritores reconocidos abren las puertas de sus estudios, sus métodos de trabajo y sus ideas sobre el acto creativo para el gran público. Después de todo, a diferencia de otros creadores que hacen algo que se ve al momento de hacerse, tal como la pintura o la danza, lo que hace un escritor suele estar envuelto por un halo de misterio. La escritora, de hecho, parece no estar haciendo nada mientras hace lo que hace: estar sentada, empuñar un lápiz o presionar unas teclas en una computadora. Ver el techo.
Por mucho tiempo, la gran mayoría de estos libros de escritores sobre la escritura privilegiaron los aspectos más intelectuales, y menos visibles, de su quehacer. En un tono de confidencia íntima o de consejo bienintencionado, quedaban en esas páginas las influencias o las fobias, los gustos y, con mayor frecuencia, los disgustos del escritor. Con un gesto que intentaba invitar al lector a pasearse por su biblioteca privada o interna, se listaban ahí las primeras lecturas, los libros que provocaron duda o regocijo, o los que impulsaron la escritura del primer libro propio. Se hablaba de la escritura como una vocación o un llamado, raramente como un oficio.
Tal vez la creciente atención hacia la materialidad misma del lenguaje provocó, a su vez, un mayor énfasis en las actividades concretas y, aún más, físicas, de los escritores. Poco a poco, a través de anécdotas inolvidables, los lectores nos fuimos enterando que algunos no escribían sentados, como era la norma, sino de pie, como era el caso de Hemingway. Aunque las fotografías los seguían presentando detrás de un escritorio, de preferencia resguardado por grandes libreros repletos de libros bien o mal ordenados, con la mirada perdida en un horizonte que se antojaba lejano, más y más escritores fueron confesando sus manías de todos los días —desde escribir en la cama, hasta leer mientras se camina. El proyecto Escritorio, que puede visitarse en esta dirección, incluye anécdotas frescas al respecto.
Los que no murieron a los míticos 33, nos dejaron saber que escribir, esa actividad de apariencia inicua causaba, sin embargo, estragos muy concretos en el cuerpo. Un buen número de escritores lidian a diario, por ejemplo, con el síndrome de carpo, una enfermedad que se presenta cuando, como con el uso del teclado, se llevan a cabo, de manera repetitiva, movimientos muy pequeños. Una de las consecuencias es el dolor, a veces paralizante, en muñecas y manos. Aunque los estereotipos gustan de presentar al escritor como un eterno adolescente hiperactivo que derrocha energía, de preferencia en fiestas nocturnas o arriesgados viajes, lo cierto es que el oficio, que se lleva a cabo sobre una silla, usualmente adoptando una mala postura, requiere de una vida sedentaria. La vida sedentaria, como se sabe, no solo conduce a la obesidad y la flacidez de los músculos, sino a condiciones todavía más peligrosas que van desde la mala condición física hasta la diabetes. Los dolores de la baja y la alta espalda son legendarios entre aquellos que pasan horas frente a un ordenador. ¿Para qué hablar de la gastritis que responde al estrés y la mala alimentación? Y no ha de ser por pura casualidad que una buena cantidad de escritores, quienes por razones de oficio pasan una buena parte de su tiempo leyendo, sufran de miopía, u otras afecciones oculares, y lleven lentes.
Poco antes de morir, Roberto Bolaño, el escritor que falleció debido a una afección del hígado, se burlaba de los escritores de la clase media para quiénes la escritura era poco más que una búsqueda de respetabilidad. Como evidencia ofrecía el gimnasio. Un escritor preocupado por su cuerpo, por la salud y consistencia de su cuerpo, era, según el escritor enfermo, poco más que un trepador social. Haruki Murakami publicó por ese entonces un libro revelador. No una novela sino un pequeño ensayo personal sobre la relación entre el entrenamiento para correr distancias largas y la escritura de sus novelas, De qué hablamos cuando hablamos de correr abría las puertas no a la historia intelectual del escritor sino a la mente, vuelta cuerpo, del mismo. Más que un simple elogio a la disciplina y la determinación necesarias para prepararse para un maratón, Murakami reflexionaba en sus páginas sobre la resistencia física y espiritual que requiere construir una frase, respirarla, atravesarla viva. Héctor Viel Temperley, el poeta argentino, había hecho lo suyo con los aspectos más místicos y poéticos del acto de nadar.
Tal vez el giro perfomativo de la escritura —que es como se le llama al momento posconceptual en el que vivimos— traiga a colación con más frecuencia, y de manera más punzante, la presencia del cuerpo en el trabajo creativo de todo escritor, develando mundos que aún permanecen en el misterio. ¿Cómo enfrentan los procesos de desgaste corporal aquellos que han elegido vivir a salto de mata, arriesgando la experiencia al límite, entre desveladas y drogas? ¿De qué manera concreta, es decir, corporal, se las arreglan las escritoras que se embarazan (o los escritores así embarazados) y deciden formar una familia? ¿Cómo se transforman los métodos de trabajo y los efectos de estos sobre cuerpos concretos cuando se deja atrás la vida sedentaria y se elige, en cambio, el reto del entrenamiento físico?
Hace no mucho, medio en broma y medio en serio, decía que un buen curso de escritura creativa tendría que involucrar idealmente al menos tres tipos de actividades para acentuar nuestro estado de alerta acerca de las múltiples materialidades implicadas en el acto de escribir: talleres de escritura (materialidad del lenguaje), talleres de encuadernación (materialidad de libro), y entrenamiento de triatlón (materialidad del cuerpo). El consumo de sal, eso sí, sería decisión de cada quién. No se preocupen.