sábado, junio 16, 2012

15 de Junio de 2012-Día 10 (Diario de espera)


Un día agitado, menos aburrido que los otros.

La mañana un poco agitada en la taquilla, la lectura del libro de Soto Viterbo y las conversaciones esporádicas con Ángeles y Karla, ha alivianado el transcurrir del día.

Por la tarde se inauguró una exposición pictórica que celebra el Año Litúrgico Maronita, integrando cerca de 40 símbolos representativos de la iglesia nacida en Líbano. Es la primera exposición temporal que tiene el Museo Casa de Alfeñique. Hubo un brindis de honor al final.

La rutina del trabajo cambio un poco. Eso es bueno.

Hoy platiqué poco con Dulce, las ocupaciones y el cansancio se atravesaron. Ojalá haya podido descansar. Sin embargo, recibir su aliento y besos, aunque sea electrónico, sirven como pilas emotivas, recarga al alma.

Pareciera rutinario escribir estas breves notas que pretenden ser un diario, pero es una forma de conversar con ella. Lo disfruto.

Hoy me ha llegado un regalo, muy novedoso y bello. Rosa María Lechuga, prima de un escritor poblano Edson Lechuga, me ha enviado un libro sobre un pintor francés: Pissarro. Un libro proveniente de una librería de viejo, huele al menos a eso. Es un tesoro.

Mañana será un día interesante, mis padres quieren ir a mitin de AMLO en Puebla.

14 de Junio de 2012-Día 9 (Diario de espera)


Después de un breve descanso laboral -que me sirvió para avanzar en lecturas y en mi tesis- he regresado al trabajo. Las cosas ahí funcionan con la normalidad de siempre. Pocas sorpresas tuvo este día, por no decir ninguna. La visita de mi amiga Montse, quien viene regresando de su viaje por tierras europeas, fue una agradable sorpresa. La otra, quizá la más emotiva, fue el re-encuentro con mis exalumnos del Instituto Covadonga, ya pasaran a Universidad y estaban tomándose fotos cerca de mi trabajo, para tener un recuerdo generacional. Sin querer fui parte de esas fotos. Extraña y bonita coincidencia.

La conversación electrónica con Dulce ha sido, nuevamente, accidentada. Nuestras conexiones estuvieron fallando mucho. Aun así  platicar con ella, aunque cansados, es algo que me llena el día. Siempre es reconfortante saber de ella y de su estancia en USA.

Mi lectura de la nueva novela de Felipe Soto: Conspiración de las cosas, está siendo lenta. La forma en que maneja sus personajes, su atmósfera, me parece agradable y directa. Es un narrador muy hábil.

A veces, cuando Dulce me preguntaba qué leía, le explicaba. Algunas ocasiones, le platicaba sin que existiera pregunta alguna. Extraño hacerlo.

jueves, junio 14, 2012

13 de Junio de 2012-Día 8 (Diario de espera)


Mañana regreso nuevamente al trabajo, a la rutina, a las tardes que no traen un café con Dulce.
Hoy fue un día de absoluto descanso.

Un día de abandono.

Apenas si pudimos platicar Dulce y yo. La tecnología suele fallar y cuando lo hace, suele ser muy molesto. En este caso, fue muy triste.

Hay días que se pasan rápido por las ocupaciones o por los motivos que hacen al día valioso, entretenido o digno de ser recordado. Hoy particularmente se fue lento.

Dulce trabaja mucho, pero al final se ve que lo disfruta, conoce gente nueva y reafirma amistades. Me da gusto por ella. Se merece eso y mucho más.

Espero que las semanas pasen pronto y no sienta tanto la distancia.

A veces me da mucho frío, me falta el calor de su abrazo.


12 de Junio de 2012-Día 7 (Diario de espera)


Oficialmente hoy se ha cumplido una semana de que Dulce está en USA.
Hace una semana ella tomaba un avión.
Hoy ella está trabajando en un camp y yo me siento a continuar con mi tesis y concentrarme en la lectura.
Dedicarme a la escritura de la tesis es todo un rito, al menos para mí. Necesito inmiscuirme de forma completa en la vida y obra de Cirlot. Adentrarme sin dar paso a ninguna distracción. Leo y releo, buscando siempre el punto adecuado que me interesa. Quiero una tesis que sea leíble, que no se empolvé en las bibliotecas de mi Facultad. Publicable. Sería mi primer hijo, quizá por eso trabajo con cautela.
Tengo bajo cuidado a Julián, el pez beta de Dulce, una forma de estar con ella. De repente le platicó de los descubrimientos, de los hallazgos. Una forma de hablar con Dulce.
Cirlot me da miedo y me atrae, a veces siento que las personalidades son similares. Claro la de él con más talento. Tal vez por eso soy muy respetuoso a la hora de escribir.
Ha sido un martes de tesis.
Un martes de no salir del cuarto.
Martes que se convirtió en miércoles.

martes, junio 12, 2012

11 de Junio de 2012-Día 6


Primer día de la segunda semana de Junio, inicia de forma tranquilo. Día que he dedicado ala escritura y la lectura. Comencé a darle forma a la reseña que aparecerá en el próximo número de UniDiversidad, escribí la reseña de esta semana que aparece en mi columna El Guardián del Diván, publicada por Sexenio-Puebla. De igual forma, emprendí la revisión de la nueva novela de Felipe Soto Viterbo: Conspiración de las cosas. Su anterior novela Verloso me dejó un buen saber de boca. Las primeras páginas de esta novela me van agradando. Es una voz fresca y muy entretenida. Al parecer, mañana tendré una entrevista telefónica con el autor.

A lo largo del día he podido conversar con Dulce, han sido conversaciones llenas de extrañamiento, de distancia, de miedo; pero también de amor. Todo como producto de la distancia. Mala consejera, terrible compañera. Aunque algo accidentada la conversación, me agradó leerla. Escribirle por chat o a través de estas palabras es una pequeña forma de acariciarla. Disfruto de acariciar su piel suave. Extraño hacerlo, así como su mirada; un remanso de calma.

Ha llovido muy fuerte en Puebla, al menos en parte del sur de la ciudad.

En la noche salí con Héctor –novio de la hermana de Dulce-, una persona agradable en el trato. Alguien disfrutable para compartir la afición por la Lucha Libre del CMLL, en la cual me acuso de ser el culpable de haberlo reiniciado. Antes de ingresar a la Arena Puebla, compartimos una cemita tradicional de la Lucha Libre. La cartelera era atractiva, al menos en las últimas dos peleas. Hoy hemos ido a ver pelear a Blue Panther, Atlantis y La Máscara vs Averno, Mephisto y Ephesto; la estela corrió a cargo de Marco Corleone, Máximo y Rush vs Último Guerrero, Dragón Rojo y Rey Escorpión. Ha sido una lucha atractiva, divertida. Desgraciadamente le han quitado la magia a Arena Puebla, la han homologado con las Arenas de México al ponerle un pasillo central, han quitado la interactividad que había entre afición y luchadores.

Prólogo para leer "El impostor" (Sexenio/Especial 03/06/12)


1

Saulo de Tarso, ejemplo de que todos tenemos una segunda oportunidad.
Un día se dedicaba a perseguir cristianos, atosigarlos, matarlos. Era un fanático de las leyes y las tradiciones ancestrales. Era un judío que perseguía cristianos.
Cuando me contaron su historia, me lo imaginaba como un soldado sanguinario que disfrutaba de enterrar su espada a un cristiano.
Después, como cuento de hadas, Saulo de Tarso iba en su caballo rumbo a otra misión, cuando de repente ve una luz poderosa. Lo cegó y le dijo: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? A lo que él contestó: ¿Quién eres Tú, Señor? Entonces esa voz, que no era cosa que Dios, le dice: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa es para ti el dar coces contra el aguijón. Y nuevamente cuestiona Saulo: Señor, ¿qué quieres que haga? Por último, Jesús le sentencia: Levántate y entra en la ciudad, donde se te dirá lo que debes hacer. 
De ser un asesino de cristianos, paso a ser un evangelista.
Esa es la historia que nos cuentan cuando niños tomamos clases de catecismo.
Al menos a mí.

2

Un día como cualquiera.
Salir de casa, llegar a la Facultad, tomar clases. De repente se me ocurre mandarle un mensaje a un amigo, preguntándole cómo se encontraba. Tenía poco de haber regresado a su tierra natal. Me responde, ando en centro, veámonos para tomar un café. 
Platicamos de todo lo que se dice cuando dos amigos se ven después de un buen rato.
Una conversación que recuerdo mucho. Ahí salió el tema para mi tesis de licenciatura y me enteré de que una de sus novelas más ambiciosas, tendría por protagonista a San Pablo. Una novela de estilo policiaco instaurado en aquella época. Romperá esquemas, me decía. Será controvertida. He estado comprando Biblias en griego, en latín para irme adentrando a la época. Estoy emocionado con esta novela, verás que va a quedar muy bien.
Palabras más, palabras menos; eso conversé con Pedro Ángel Palou.
A partir de este momento esperaba la aparición de esa novela.
Era una incógnita.

3

El misterio se rompe.
Pedro Ángel Palou entrega a sus lectores –los asiduos y los nuevos- El impostor. La novela que cuenta “la verdadera historia de San Pablo. El espía que se convirtió en apóstol”.
Su novela más extensa.
Una novela que le llevó, por lo menos, seis años de ardua investigación. Una novela que obligó al escritor a mandar dos versiones a la hoguera. La que se ha editado, es la tercera versión. La definitiva.
El novelista conoce el terreno que se animó a pisar. Recurre a un personaje llamado Timoteo para contar la historia de Saulo de Tarso, quien después de la conversión se auto-bautizaría con el nombre de Pablo.
Él jamás conoció a Jesús, sin embargo se le considera un apóstol y es uno de los escritores más importantes del Nuevo Testamento. Famoso por sus inmensas epístolas dirigidas los romanos, los corintios, los gálatas, etc. Dejo de empuñar la espada para matar cristianos y recurrió a la palabra escrita para encaminar a la humanidad por el sendero de la cristiandad. El resultado: arrostró numerosas penalidades (cárcel, azotes, hambre). En el año 64 dC fue decapitado.
Los restos de San Pablo, se dice, están enterrados en la Basílica de San Pablo extramuros; en Roma, Italia. Ahí mismo se encuentra una estatua que lo representa poseyendo una espada, como símbolo de su martirio y un libro que simboliza su actividad como mensajero de la palabra de Jesús.
¿Y si el milagro no hubiera existido?
¿Si sólo fuera un acto de invención para ocultar una incómoda verdad?
Aquí, Pedro Ángel se enfrenta con uno de los personajes más importantes del mundo Occidental pues, junto a San Pedro, es considerado uno de los fundadores del cristianismo.
Lo desmitifica, lo humaniza y ofrece una versión alternativa a los orígenes de la supuesta conversión de Pablo.
El impostor es una novela prometedora, ambiciosa en la que el autor acompaña su narrativa casi poética, con un gusto riguroso por la Historia.
No queda más que leerla y adentrarnos en el mundo del apóstol más polémico y extremista de todos.

¡Ay, la soledad!-(Sexenio-Puebla 31/05/12)


La soledad y el amor son temas que se han abordado infinitamente a lo largo de la historia de la literatura universal.

Paolo Giordano en su opera prima: “La soledad de los números primos”, ha establecido una gran metáfora  aritmética para explicar a la soledad: los números primos (aquellos que sólo son divisibles entre 1 y entre sí mismos), éstos a pesar de compartir una gran característica, jamás podrán juntarse.

Giordano cuenta la historia de dos personajes: Mattia y Alice. Cuyas vidas van girando en torno al miedo que se impregnó en ellos –como un tatuaje- durante su infancia, el cual se afianzará en la adolescencia. Conforme van creciendo, irán por la vida librando los obstáculos de ésta como puedan, evadiendo el miedo sin enfrentarlo. Todo es infelicidad hasta que un día se encuentran y vislumbran la posibilidad de enfrentar sus miedos. La situación y la persona, lo valen. Pero ¿para qué perder tiempo en combatirlo, si afuera hay todo un mundo por vivir? Sin embargo, esto los orillará a vivir en mundo “cómodo”, más no deseado. Alejándolos y viviendo siempre con la interrogante: ¿qué hubiera sido de mi vida, si permanecíamos juntos?

“La soledad de los números primos” pareciera una copia fotostática de la vida, donde perdemos una infinidad de oportunidades por miedo, por incapacidad de decir las cosas y de abrirnos ante el otro.

Es más fácil deshacerse de la felicidad que de los miedos, pues uno crece con ellos y aprende a sobrevivir, quizá cuesta trabajo imaginarse qué hacer sin ellos.

Una prosa precisa, feroz, cruda, real; pueden ser varios calificativos que acompañan a la escritura de Paolo Giordano, quien toma a la soledad por los cuernos para ponerle nombre, apellido y lugar de nacimiento.

La historia de Mattia y Alice, puede ser la historia de cualquiera que se acerqué a leer dicha novela.
Se corre el riesgo de sentirse retratado.

Quizá, por eso gusta tanto. Por eso identifica y duele.

Una novela que no deberán perderse y seguro les dejará un grato sabor.

Veinte malditos días (Diario Milenio/Opinión 11/06/12)


¡Ya nomás veinte días…!”, se dice uno con un ojo en la agenda y otro en el calendario, y no puede evitar volver a preguntarse si ese tiempo será suficiente para acabar con todas sus amistades, si ya algunos comienzan a faltarles dedos para llevar la cuenta de los amigos perdidos, suspendidos o pausados en ocasión de las próximas elecciones.

Nunca he creído que mis amigos sean unos intolerantes de mente refractaria, y asimismo me gusta creer que tampoco yo sufro de ese mal. De casi todos digo, por ejemplo, que son alivianados, y hasta creo que por eso nos entendemos. Y si bien hay momentos exaltados en los que proferimos idioteces por las que luego habrá que hacerse perdonar, una amistad que se precia de serlo es generosa por necesidad. Es decir, sorda a veces, miope de pronto y con cierta frecuencia olvidadiza. O sea que si mi amigo escuchó no precisamente a gusto las mezquindades que le solté ayer, creo que todavía puedo confiar en que nuestra amistad se hizo la sorda. “Creo”, he dicho, pero cada día estoy menos seguro. Y eso que todavía faltan veinte...

En teoría, todo suena muy fácil. A mí qué más me da por quién voten los otros, y por qué han de saber a quién prefiero yo. Cambio de tema, pues. Pero es que eso no es todo. Falta la revisión de las listas negras, que no siempre coinciden y tienden a mezclar razones y pasiones con una enjundia extrañamente atlética. Una cosa es decir por quién vas a votar —afirmación ya bastante riesgosa— y otra muy diferente por quién no votarías. Corrección: jamás votarías.

Esas cosas se sueltan con furia desbocada, pues no solo se trata de expresar una pura opinión, como de hacerse de ella a modo de bandera y estandarte. Quiero que el mundo sepa Lo Que Yo Nunca Haría. Que se enteren que en esto no soy neutral. Que miren al través de mi cristal aquello cuya sola existencia me indigna y me rebela y me provoca náuseas morales y me hace vomitar toda suerte de sapos putrefactos. Y como medio mundo está por lo visto en campaña, la idea es vomitarnos los unos a los otros de aquí a esas elecciones con facha de cruzadas.

Si entre las religiones hubiera democracia, ya quiero ver qué quedaría del mundo después de unos comicios para elegir a Dios. ¿Y cómo no, si aceptar la derrota significa dar por buena la ley de otro profeta, y en tanto ello condenarse al infierno por los siglos de los siglos? He ahí lo más molesto, la persistencia. Si hoy recibo un email de Perengano pidiéndome que vote o no vote por alguien, me doy por enterado e incluso le agradezco que se acuerde de mí. Pero si en los siguientes veinte días se dedica a acosar a amigos y parientes cual si su tiempo lo pagara el IFE, va a costarme trabajo no perderle el respeto (y quizás lo que toque sea ir poniendo tierra de por medio, nada más sospechar que en el próximo encuentro, Dios no lo quiera, va a sentirse tentado a catequizarme).

Lo peor es que ninguno está libre del virus. En este mismo espacio, por ejemplo, me descuido un renglón y por ahí se meten mis opiniones más virulentas. Las únicas que tengo, a estas alturas. No es que me falten ganas de expresarlas, pero aún quedan vivos veinte días y bastantes amigos por perder, y además estas líneas se habían propuesto justo lo contrario. Hace ya una semana que no toco ni el Twitter, para no terminar enredado en una discusión bizantina calibre #güevabye, y ni siquiera tener que asistir a alguna de las tantas que bullen como lombrices en la pantalla.

Lo más fácil sería desconectarse de aquí al dos de julio, pero el morbo también tiene sus apetitos y para colmo suelen ser tiránicos. A falta de una isla en las Antípodas, espero la ocasión del próximo debate y sus ecos histéricos con no más esperanza que la de acreditar en la comodidad de mi hogar un diplomado en Alta Misantropía. “¿Por quién vas a votar?”, me pregunta un amigo en el teléfono, y en vista de mi aprecio por su persona le respondo con otra pregunta. “¿Qué te importa, pendejo?”, repito en un tono por demás amigable, y antes de persistir a mi interlocutor le gana la risa, misma que al paso de medio minuto habrá probado ser tan contagiosa como el encono al que está suplantando. Eso sí, todavía faltan veinte días. De aquí a entonces, seguro nos despellejamos.                                                                                                                           

lunes, junio 11, 2012

10 de Junio de 2012-Día 5 (Diario de espera)


Domingo extraño. Desperté temprano y con sobresalto. Cambié a los pajaritos, atendí al pez beta: Julián. Volví a la cama a dormir, no tenía un motivo para salir de ella.

Mi madre me invitó a salir con la familia. No quería, pero me convenció. No tiene caso que te quedes encerrado, no te hace bien.

Durante un rato de la mañana-medio día conversé con Dulce. Me da gusto saber que está y que le va bien. La extraño. Es muy triste no compartir domingo con ella, como últimamente estaba pasando. Estoy consciente que es por el bien de un proyecto mutuo. Siempre duele una distancia.

Fuimos al cine a ver Colosio: el asesinato. Una película adecuada a estos días. Fuerte. Dolorosa. Certera. La ficción no estaba en la película, estuvo en la “realidad de 1994”.  A veces me da miedo que se pueda repetir otro asesinato de Estado y otro 1968. Ojalá me equivoqué.

Ya entrada la tarde, fuimos a ver a una sobrina mía bailar, bella y tierna. Un orgullo verla tan desenvuelta, tan segura. Después vimos en casa el Debate de los presidenciables. Morbosamente estuvo muy pobre. No hubo ataques. Políticamente muy atinado. El atacado se dedicó a presentar propuestas, lo que importa.

Ha sido un domingo bonito, aunque sin alma. El alma que me da poder compartirlo, conversarlo con Dulce antes de finalizarlo.

9 de Junio de 2012-Día 4 (Diario de espera)


Un sábado desilusionante. Espera desayunar un hot-cake de los puestos y comer chalupas y nada. Se habían quitado. Las calles vacías y limpias como si no hubiera pasado nada.

El trabajo normal, sin mucho que contar.

El sábado más desanimado de todos. Me levanté sabiendo que al terminar mi jornada laboral no habría ida al café con Dulce, ni llamada con ella al llegar a casa.

Ángeles (compañera del trabajo, amiga ya) buscó la forma de que me pesara menos el día, me hizo acompañarla a unas compras, para luego encaminarnos a nuestra respectiva parada.

Al llegar a casa, el cansancio, la soledad, la aburrición me hicieron caer en la cama. Dormí por horas, desperté para atender a mis animalitos y volví a dormir.