miércoles, octubre 17, 2012

¿Eres post-exótico? (Diario Milenio/Opinión 16/10/12)


Antoine Volodine es uno de los sobrenombres (¿heterónimos anónimos?) que utiliza un escritor francés nacido en Chalon-sur-Saône, en 1950. Aunque en 1987 ganó el Grand Prix de la Science-Fiction Française.y aunque sus primeras novelas fueron publicadas en la Colección Présence du Futur de ediciones Deneöl—una editorial conocida por su apego a la ciencia ficción—en alguna entrevista Volodine declaró, más como una puntada que como un plan trabajo o una ceñida interpretación teórica, que sus libros eran, más bien, post-exóticos. El término, que mundialmente es de alguna manera fácil asociar a lo que Edward Said definió de manera crítica como orientalismo, pronto se convirtió en el libro que le publicó Gallimard en 1998: Le post-exotisme en dix leçons, leçcon onze [El post-exotismo en diez lecciones, lección once].
Lejos de la redacción ordenada del tratado literario o la abrupta rapidez del manifiesto, el post-exotismo de Volodine encarna muchas de las características que definen su escritura, convirtiéndolo en una especie de performance de ideas. Si la escritura post-exótica es, sobre todo, una práctica carcelaria que, por no olvidar nunca la presencia del enemigo, se fragua en un lenguaje aparentemente similar al que usa la autoridad pero siempre, puesto que lo que intenta en última instancia es escapar, aludiendo a otra cosa, entonces El post-exotismo es, en sí mismo, un buen ejemplo de la escritura post-exótica. Aunque en el libro sobre post-exotismo hay unos diez nombres de porta-palabras en la lista de ejemplos de autores post-exóticos, y uno de ellos es, sin duda, Antoine Volodine, es obvio que se trata de una lista “voluntariamente errónea e incompleta”. Un personaje, Lutz Bassaman, encarcelado desde hace unos 30 años, está a cargo de iniciar la rumia. De celda en celda y solo de y para los encarcelados, la escritura post-exótica es siempre una escritura, luego entonces, contra el poder, especialmente el poder capitalista, y sus “ignominias sin nombre”. Disidente de entrada, refractaria por naturaleza, presa de una extraña sensibilidad extranjera, la literatura post-exótica se relaciona con cierto “chamanismo revolucionario” y con prácticas escriturales que se diseminan oralmente, ya sea aprendidas de memoria o ya recitadas en voz alta el acto, puesto que en el encierro es difícil conseguir papel o acceso a tecnologías más avanzadas. Fabuladora o neo-fabulista, sin preocuparse por los límites estrictos entre la fantasía y el realismo, la escritura post-exótica preserva la memoria de los que tienen contacto con ella, que son quienes en realidad la hacen. Tal vez por eso es que entre el narrador y los personajes, entre la primera y las otras personas de las conjugaciones verbales, no hay más separación que “el espesor de un papel de cigarrillo”. Sin ninguna preocupación por la expansión o por el mercado, la escritura post-exótica es, además, para los encarcelados, para su memoria y para su eventual liberación.
Aunque solo se cuentan tres o cuatro obras en la historia de la literatura post-exótica, y una de ellas es Des Anges Mineurs de Maria Clementi (aunque éste sea el título que Antoni Volodine publicó en 1999 con Editions du Suil, cuya traducción al español es Ángeles Menores, publicado por la editorial Berenica en 2008), existen ya, al menos, tres géneros reconocidos dentro del post-exotismo: shagga, romance, y nouvelle o entrevoute. Habrá oportunidad de discurrir sobre cada una de estas formas en el futuro próximo, pero por ahora, si lo que le interesa es saber si usted es o ha sido un post-exótico, o si ha estado en contacto ya con lecturas post-exóticas, van las siguientes preguntas.
¿Tiene la impresión que hay un lazo de sangre entre las obras que lee, ya sea por los temas que tocan —desesperanza extrema, un principio de agresividad, la hipótesis del no-retorno, la animalidad de la experiencia humana y viceversa—o ya porque, aunque las anécdotas sean independientes, vibran al unísono con el resto de la producción carcelaria? Entonces ha estado en contacto con una obra post-exótica.
¿Ha leído libros en los que, seducido por el mutismo o la reflexión autista, el narrador busca, a toda costa, desaparecer o por lo menos esconderse en subnarradores o alternarradores de la trama? Ha leído, luego entonces, una obra post-exótica.
¿Los libros que lee confunden o trastocan a los opuestos (el pasado es el presente, por ejemplo, la inmovilidad es movimiento, el autor es un personaje de la obra, el sueño es realidad, el silencio es palabra) como si siguieran a pie juntillas una lógica de no oposición de los contrarios? Se trataba de una obra post-exótica, en efecto.
¿Aunque plagados de riesgos formales, los libros que ha leído se comportan con suma discreción en lo que respecta a sus propuestas estilísticas? Seguramente ha sido tocado, sí, por el post-exotismo.
¿Lee esos libros en copias clandestinas o a través de los murmullos que logran trasminarse por las paredes de su celda? Se trata, sin duda, de una obra diseminada post-exóticamente.
¿Cómo si se encontrara en medio de un interrogatorio policiaco, en los libros que lee los nombres y las acciones aparecen encriptadas en una narración que, para tratar de esquivar a la autoridad, se aleja de las exigencias lógicas de la ficción, tal vez hablando mucho solo para ganar tiempo o tal vez siempre hablando de otra cosa? Características de la escritura post-exótica, en efecto.
¿Se siente excluido (si no está en una celda de la cárcel) de los libros que lee? Está usted leyendo, sin duda, una obra post-exótica. Por otra parte, ¿sabe con certeza inaudita que la obra fue escrita para usted—usted, sí, que está encerrado en una celda del sistema carcelario—o incluso, eso es lo que empieza a sospechar, tiene la sensación de que la obra fue escrita por usted? Usted es un post-exótico. No hay remedio.

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