Este
sábado se ha respirado distinto.
La
mañana en el museo fue aletargada, aunque con olor a hot-cakes. Entre Ángeles,
Luis Fernando, Don Melquiades y quien esto escribe, nos organizamos para
prepararnos unos hot-cakes con el afán de desayunar. Sin embargo, se
convirtieron casi en comida. Esto permitió que la rutina sabatina, aburrida, se
tornara un poco diferente. Una mañana por cierto, lluviosa.
A
las cinco de la tarde junto con mis padres, mi hermana y mi prima Gema tomamos
rumbo al estadio Hermanos Serdán, para asistir al cierre estatal en Puebla de
AMLO, ahí nos encontramos con mi tío Rubén, al igual que saludé a muchas
amistades del ámbito cultural y académico. Mientras empezaba el mitin, Gerardo
Oviedo me pidió le ayudará haciendo la crónica del previo al mensaje de López
Obrador. Fue una experiencia nueva y divertida. Asistieron por lo menos unas 45
mil personas. Fue increíble ser testigo de ese evento que nunca me hubiera
imaginado en Puebla. La mezcla de todo tipo de clases económicas era
impresionante, nos hicimos uno, nos confundimos. Ver esto me da esperanza de un
posible cambio, sin embargo el miedo ahí está.
Por
la noche, fuimos a dejar a Gema con mi madrina Licha, pues ahí se encontraban –como
cada 8 días- sus papás. Mis papás extrañamente pasaron a saludar y a convivir
un rato. Compartimos unos refrescos y unos molotes.
Cerró
bien el día.
Preguntaron
por ti, Dulce. Les platiqué dónde andabas y todos me mandaron saludos para ti y
aplaudieron que hayas aprovechado la oportunidad. Y que esperan, como yo, verte
pronto para saber cómo te fue en tu viaje. Hoy no pudimos platicar mucho, yo
iba a andar ocupado y tú rumbo a NY.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario