martes, octubre 19, 2010

Lenguajes encontrados (Diario Milenio/Opinión 19/10/10)

Al inicio parecía sencillo, casi natural. Iba manejando con una amiga sobre la 805 sur —hacia ese lugar a donde se dirigen eventualmente todas las cosas del mundo— cuando, entre risas desenfadadas y los comentarios que produce el velocímetro al alcanzar las 45 millas en una vía de otra manera rápida, aparecieron. La primera reacción fue de risa —o de una hermana gemela de la risa porque tenía ese eco nervioso y un tanto incrédulo de lo que no es un hecho sino el reflejo de un hecho. 7UYR033. Nos vimos a los ojos con la complicidad del iniciado. 4DNN165. La carcajada era de pura aceptación.

Teníamos que admitirlo: el lenguaje de las placas era real. El mensaje, por otra parte, clarísimo: Huir de nene.

No se trataba, por supuesto, de un lenguaje secreto o escondido, sino de una construcción lingüística que, obedeciendo a los criterios del famoso inspector Dupin que creara Poe y luego inmortalizara Lacan en uno de sus seminarios, estaba a la vista de todos y, por eso, resultaba invisible.

La lentitud del tráfico o ese sopor que se cuela a veces en ciertas tardes de verano o una predisposición genética hasta ese momento desconocida, nos animó a descubrir más.

3LTM069: Le temo (¿al 69?) 5NBB336 (No bebe) 5YKE435 (Y qué).

Cuando llegamos al lugar a donde eventualmente llegan todas las cosas de este y otros mundos, comunicamos nuestro hallazgo con algo de altanera algarabía.

—Andaban bien weinas —dijo uno.

— ¿Qué fumaron? —inquirió otro sin privarse del placer de guiñar el ojo izquierdo.

—Está curada —mencionó alguien más con ese tonecito condescendiente de quien tiene prisa por cambiar de tema.

Lo cierto es que, desde entonces, manejar ya no es lo mismo. No hay día en que el lenguaje de las placas no me haga frenar a destiempo o cambiar de carril en el segundo menos pensado. He llegado incluso a pasarme altos o a tomar la salida equivocada con tal de aclarar una duda o confirmar una mera sospecha. Me he vuelto, en otras palabras, un peligro vial, un chofer de alto riesgo.

Gracias a ese lenguaje público que se desliza a placer por las calles de todas las ciudades del mundo he obtenido respuestas, por ejemplo, a preguntas que ni siquiera me atrevo a formular. Cuando aquel furibundo piloto se atrevió a hacer su primera aproximación, algo que para más detalles tenía que ver con la rodilla, apareció la placa que lo aclaró todo: 6NOP98 (ditto). Trataba de saber qué quería en realidad una mujer que me mantenía ya por demasiado tiempo en el celular (herejía urbana, horrenda acción senil) cuando apareció el mensaje: 7LLA009 (o estaba lela o era de ya cortar, eso me quedó clarísimo). Y así.

Las cosas, sin embargo, ya no son tan sencillas. Ciertamente han dejado de parecer “naturales”. Si al inicio llegué a creer —con la ardiente fe del recién converso— que con el paso de los días y la acumulación de los kilómetros descubriría patrones de significado, unidades de sintaxis, o gramáticas incipientes, el mismo paso de los días y la acumulación de los kilómetros me han enseñado que el lenguaje de las placas se resiste a todo intento de sistematización. Si, por casualidad, dos o tres placas logran crear un efecto de orden, cierta aspiración a la forma, no hay cuarta o quinta que no lo rehúya por completo. Si en algunas rutas todo parece indicar que se ha logrado estabilizar el significado de una letra, no faltan las calles en que la misma letra adquiera otro distinto. Desquiciante y a veces bochornosa, esa radical falta de certeza no deja de tener su encanto.

Mi amiga y yo todavía nos reunimos a cotejar datos de vez en cuando. En esos pequeños congresos privados discutimos con una solemnidad que frecuentemente termina por causarnos risa —o una hermana gemela de la risa— cada vocablo. Traducimos y revisamos la traducción y retro-traducimos. Las preguntas abundan. Frente a 4BPL342 ¿debemos entender Birth Place o Ve PeLo o Ve PeLé? ¿Será correcto interpretar a 3KSC589 como un imperativo que atenta contra la sagrada soltería de hombres y mujeres? Y, en cuanto al original 3LTM069, ¿era él teme o lo tomo? Todavía no tenemos hipótesis acerca del significado de los números. No hemos llegado a ningún acuerdo sobre los efectos semánticos del color. Hay, en otras palabras —en este otro lenguaje— muchas cosas por hacer.

Esto puede ser o una llamada de auxilio o una invitación al relajo o una franca violación a reglas que desconozco. A estas alturas ya no estoy segura de nada (lo cual tampoco deja de tener su encanto). Pero sospecho que mi amiga y yo no somos las únicas. Sospecho que formamos parte de una conspiración lingüística de mayores proporciones, cuyos iniciados vagan con los sentidos en alerta por campo o ciudad, calle o camino de tierra. Sospecho que en algún lugar del mundo, justo en este momento, se lleva a cabo un congreso donde otros choferes de alto riesgo extienden largos pergaminos sobre mesas de madera y, de pie, con un recogimiento acaso místico, observan la larga lista de vocablos con un silencio espectral y ojos tremendamente alucinados. Lo sospecho.

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