sábado, julio 17, 2010

Palou explora el abismo de la desilusión amorosa (Yanet Aguilar Sosa-El Universal/Kiosko 17/07/10)

Su novela cuenta la historia de un triángulo sentimental: una amante, un amado que destrozó y un ser que oye y consuela
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UNA VIDA LITERARIA
• Nació en la ciudad de Puebla en 1966.
• Ha escrito en varios géneros literarios, entre ellos, cuento, ensayo, novela y, recientemente, poesía.
• Algunas de sus obras más conocidas son: “Música de adiós”, “Amores enormes”, “Los placeres del dolor”, “La ciudad crítica”, “La casa del silencio”, “En la alcoba de un mundo”, “Paraíso clausurado”, “Con la muerte en los puños”, la trilogía “Muertes históricas” y “Catalogo de las aves”.
• Entre los reconocimientos que ha recibo están el Premio Jorge Ibargüengoitia; Premio René Uribe Ferrer; Premio Nacional de Historia “Francisco Javier Clavijero” y el Premio Xavier Villaurrutia.
• Ha sido chef, editor y árbitro.
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No requirió de nombres para sus personajes, por el contrario, Pedro Ángel Palou quiso que los protagonistas de su nueva novela La profundidad de la piel fueran epítetos: “El pintor del mundo flotante”, “Mi amiga del cuello largo”, “La ciudad enana del país frío”; esas ausencias fueron fundamentales para escribir la que considera su novela de amor y desilusión amorosa, más profunda e intensa.
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El narrador mexicano no tiene duda de que toda la novela “está todo el tiempo diciéndote que el amor es intraducible, incompartible incluso, que la pintura y la música también son intraducibles”. Desde esa certeza construyó su historia como una exploración de dos ópticas totalmente distintas, la de oriente y occidente; la de un hombre que ya vivió de todo, un músico que ha renunciado a la música, aunque la sigue leyendo; y una mujer que se enamoró perdidamente de un pintor japonés que la abandonó.
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“Él es un hombre que no oye música ni en una sala de conciertos ni en la reproducción de un disco; el límite de ese arte es leer las viejas partituras de sus maestros antiguos; mientras ella padece la desilusión amorosa y recurre a él para ser consolada. Quise explorar los dos territorios, el del amante y el amado, y lo quise hacer de la manera más cruel, pero también de la manera más elegante posible”, comenta Pedro Ángel Palou.
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La obra literaria de su vida
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Afirma: “quise escribir una novela elegante, contenida, pura, sin exceso de descripción para que el lector estuviera sujeto a la pura intensidad amorosa de los afectos que se relatan”, suma esta nueva historia a la gran obra literaria de su vida: El libro de la desilusión.
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“Ese es el único libro que yo he estado escribiendo, el de la desilusión política, la desilusión amorosa, la desilusión religiosa, la desilusión de la amistad que puede ser tan dura como el amor. Pero en el caso del amor, este es el libro más maduro”, asegura el narrador que siempre ha tenido una obsesión por la novela de la desilusión amorosa.
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Al mismo tiempo, dice que en las ocasiones anteriores su narrativa exploraba el amor desde su óptica y en ésta hay un ejercicio de qué es el amor para ella y no para el músico quien finalmente está allí para consolar a la que es su gran amor, aunque él la llame Mi amiga del cuello largo. En la historia hay un triángulo amoroso donde hay un amante, un amado que destrozó y un ser que escucha y consuela. “Los mexicanos diríamos que es el momento más ardido del amor”.
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En esta nueva historia del escritor poblano hay una referencia plena a la oralidad oriental, pues la historia se intercala con el cuento La canción del dolor imperecedero, una historia muy vieja de origen chino, pero contada en Japón miles de veces sobre la favorita del Emperador; todo para que el lector se dé cuenta de que el amor es eterno e impersonal.
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“A todos nos va igual, somos el amante, somos el amado, somos el despechado, somos el que quiere amar y no puede, somos un eterno vacío. La exploración amorosa del libro termina demostrando que el otro siempre será el otro”, asegura Palou, quien plantea en la novela la doble terminología entre desear y usar para complacer.
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Sobre la crueldad
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Acepta que desde sus primeros cuentos en Los placeres del amor hay una exploración de la crueldad amorosa, porque el amor es cruel, por eso le gusta y disfrutó mucho la personalidad del músico, pues con todo y su vacío “es un masculino sin las nociones terribles de la masculinidad; es capaz de desposeerse de su masculinidad tal como la entiende Occidente para poder realmente ser amigo de ella. Es capaz de amarla cuando ella ama a otro que es quizás el acto de amor más grande: ‘te sigo amando en la medida en que tú no me amas a mí, amas a otro’”.
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Hay una doble mirada también en lo cultural. Hace varios años que a Palou le interesa Oriente y en especial Japón; es fan de lectura japonesa y un apasionado de su vida y de lo que llaman la occidentalización que ha supuesto para los muy tradicionales un desvirtuamiento de la verdadera esencia de lo japonés.
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La profundidad de la piel se suma al libro de la desilusión, porque para él la desilusión amorosa, como la política o la religión, existe porque así como hay ilusos hay desilusos. “El amor requiere a veces más que la misma política o la religión, una suspensión de tu moralidad, de tu autonomía moral. El verdadero enamorado, así le dure un día o un año la ilusión, tiene que haber suspendido su autonomía moral por lo menos para tener la ilusión, es la desposesión personal, la desidentificación del yo que es necesario para la ilusión amorosa”.
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Las nuevas historias
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En su labor de seguir construyendo el libro de las desilusiones, Palou ya trabaja en una nueva obra sobre la desilusión religiosa. Después de su exitosa novela El dinero del diablo, trabaja en la novela sobre el cristianismo primitivo, en la que trata los primeros 40 años del siglo I.
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“Ese para mí es el momento en que se inventa Occidente, es el momento en que por lógica yo tenía que terminar estudiando después de mis trabajos en novela histórica, novela política, novela amorosa. La siguiente fase tenía que ser el origen mismo de las nociones de poder, de las nociones de trascendencia que se inventan cuando Pablo de Tarso inventa a Cristo”, adelanta el narrador.
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En esa nueva labor todo marcha bien, de los 21 capítulos que la contendrán, Palou escribe el cuarto, el cual representó un trabajo de mucha investigación, pues es un siglo muy lejano y muchas capas que lo han cubierto son las revisiones teológicas de Occidente. “Ha sido un trabajo de desmenuzamiento teológico, he leído tres tradiciones teológicas: catolicismo, judaísmo y protestantismo”.

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