miércoles, mayo 19, 2010

Ideas para la ciudad-(Pedro Ángel PalouDiario El Columnista 18/05/10)

Después de la Expo-Shangai (y de los artículos que a la ciudad moderna dedicó El País Semanal) bien conviene hacer una pausa en la revisión de las propuestas estatales a la luz de las próximas elecciones en Puebla y enfocarnos a la ciudad capital y sus retos.
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Lo primero, el modelo de ciudad que queremos. ¿Existe alguno o hemos crecido anárquicamente a la sombra de la megalópolis? Las colonias del sur, hasta dónde llegarán un día, la zona conurbada con Cholula-Huejotzingo y ya incluso San Martín Texmelucan es un gran cinturón que podríamos llamar ciudad dormitorio, con grandes problemas de seguridad y de vida cotidiana. Hace tiempo pensamos que nuestro mal mayor –por incontrolable- se llamaba La Margarita, una ciudad de más de treinta y cinco mil habitantes. Hoy los conflictos se multiplican por la falta de planeación y reglamentación urbana. ¿Será posible detener el caos? El problema central de la ciudad dormitorio es que no está planeada para la vida entre las ocho de la mañana y las ocho de la noche: no hay nada allí que lugares para pernoctar. Los niños regresan a barrios vacíos, sin servicios conexos, sin lugares de esparcimiento, sin una administración del ocio. En Medellín, Colombia. lo solucionaron con un proyecto novedoso: los parques biblioteca (cinco para una ciudad de ocho millones). Alrededor de esa figura de cultura, esparcimiento y convivencia giran grandes zonas de la ciudad antes perdidas. Una casa de cultura –y de oficios-, una biblioteca pública donde los niños y adolescentes pueden hacer la tarea, bien asesorados por profesores jubilados que reciben una gratificación, en lo que sus padres regresan a casa del trabajo. Los sábados y domingo se multiplican las actividades de convivencia y las deportivas que nutren el parque-cultural. No es necesario ir a la plaza comercial –donde se ve pero no se compra- para convivir con esa idea novedosa que retoma la idea de centro (aquí, por el tamaño, de muchos centros fuera del centro). Por eso hablaba de la necesidad de una secretaría de desarrollo humano, como central para el rediseño de las políticas públicas sociales, culturales y educativas.
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En ese mismo orden de ideas. Y si Puebla decide –como Londres- de plano ya no crecer fuera de un cinturón verde que puede crear por una decisión de cabildo e invertir en ello los recursos actuales para el futuro. ¿Suena posible? Yo si lo creo. Se necesita voluntad política. Puede haber pequeñas ciudades alrededor, cada una con sus propios planes de desarrollo (y los estatales para una zona metropolitana de respeto mutuo y desarrollo sustentable), pero ya con una firme idea. No crecer: mejorar lo que ya tenemos. Londres así lo ha decidido y ya tiene un millón menos de habitantes que hace cuarenta años. Nuestra periferia no puede seguir siendo ilimitada o nunca alcanzarán los recursos para hacer de esta una ciudad moderna, con verdadera recolección verde de basura, con proyectos de largo plazo. Un programa de rescate integral del Centro Histórico no puede ser de remozamiento (¡No otra vez!) sino de rescate de la vivienda y de la vida cotidiana en él. Repoblar el Centro Histórico con vivienda media debe ser una prioridad de corto plazo.
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Con decisiones así de radicales se puede pensar en una ciudad distinta, por ejemplo con sustitución paulatina de coches por bicicleta, con planes de cerrar calles los fines de semana para caminar, patinar, comprar, convivir. Con decisiones así podríamos revitalizar nuestra cultura y nuestro turismo. En 40 años el 70% de la población del mundo será urbana, según la ONU. Luego no habrá posibilidad de regreso al campo. Una ciudad verde es central si pensamos vivir sin morirnos de asfixia. Por ello otra decisión inaplazable es el control y la planeación del transporte urbano. Un metrobús, se ha dicho. Bien si viene con otros mecanismos que nutran, por ejemplo, los dos ejes –norte/sur, oriente/poniente en los que podrían iniciar los primeros ramales de tal proyecto (la 11 norte/sur y la 25 poniente/oriente, por ejemplo). Los colectivos son una plaga, los taxis crecen como hongos –aunque algunos sean hongos rosas-, otra vez en medio del caos y la corrupción por los permisos (definir la competencia municipal en la materia y sacar de aquí a la Secretaría estatal de Comunicaciones y transportes es central).
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Otro dato escalofriante: la mitad de la riqueza mundial se concentra en este momento en sólo 25 ciudades del mundo. ¿Cómo será el caso para México, con los 18 millones del DF y las otras dos grandes ciudades, Monterrey y Guadalajara? ¿En qué lugar queda Puebla en la riqueza del país? Me temo que ya no tenemos el mismo honroso lugar de la Colonia. Si es cierto lo que dicen los urbanistas, que el elemento constitutivo de la ciudad capitalista moderna es la desigualdad entonces el estado no puede abdicar de su papel regulador. Sólo así las oportunidades pueden equilibrarse. Contigüidad de la cultura –museos y libros, un buen Museo de la Ciudad y una buena Biblioteca Central, más las tres o cuatro parque-biblioteca que propongo-, contigüidad del deporte, no sólo por instalaciones sino por oferta de clases y de deportivos gratuitos o baratos en las zonas más desfavorecidas. Contigüidad de la limpieza y la seguridad para que Puebla no tenga focos rojos.
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Si la ciudad es por definición heterogénea –a ella llegan gentes de todo lugar-, hay que hacer de la diversidad su fortaleza central. La pregunta del antropólogo francés Marc Augé es crucial: ¿cómo conciliar la pertenencia a las redes globales y la vida local? Es decir, cómo no perderse en la modernidad, como conservar las señas de identidad en un mundo que cambia continuamente. Oportunidades –internet gratuito en esas bibliotecas y museos y Puebla como gran zona libre, wifi. ¡Qué adelanto sería!
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Lo que he venido diciendo con ideas concretas no es sino el intento por primera vez en la ciudad de Puebla de vincular las políticas económicas a las políticas urbanas y sociales. Lucha contra los guetos –de los pobres y de los ricos con sus villas aisladas por bardas, policias, asépticas- es central en una ciudad que se humaniza día a día, que no se urbanaliza, sino se urbaniza.
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Porque la pregunta es si seguimos creciendo –insisto- o si nos rehacemos ya, con decisiones fuertes, finales. No crecer, insisto, más allá de un cordón verde definido y delimitado (y sembrado y cuidado). Rehacernos dentro. Invitar al negocio inmobiliario privado en una ciudad que puede tener muchísimas plusvalías: la belleza, ser Patrimonio de la Humanidad, la escala humana, pero que también ofrece seguridad, sustentabilidad, que ha decidido ser una ciudad verde de a de veras, con rehabilitación de las mejores zonas de Puebla y su democratización vía la vivienda media y la educación.
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Pero no nos quedemos allí: urge que esta Puebla del futuro próximo sea una ciudad con varios centros (pienso al menos en cuatro, como ya he dicho), planeados, re-generados, reintegrados y que giren en torno a estos parques-biblioteca-deportivos que he definido arriba.
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Podemos vivir en esa ciudad pronto, lo que urge es voluntad política.

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