martes, abril 27, 2010

Campañas sin ciudadanos- (Diario El Columnista 27/04/10)

En México –no es sólo privativo de Puebla-, los ciudadanos no podemos participar de la vida política (no hay nada menos ciudadano que un candidato ciudadano metido en un partido político, por favor). Nuestra participación se limita, tristemente, al acto electoral. Al mero hecho de elegir entre una u otra persona para el cargo. Al no tener ninguna figura jurídica de contrapeso ciudadano –plebiscito, referéndum-, al no ser consultado posteriormente sobre aquellos asuntos cruciales que no estuvieron en la plataforma electoral, lo más penoso es que los actos de gobierno son entonces, en su inmensa mayoría, antidemocráticos.
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¿Y qué sabemos los electores de Puebla sobre las dos coaliciones que compiten hoy por la gubernatura? Por un lado, lo que publicitan, la mercadotecnia electoral. A vuelo de pájaro lo allí propuesto es meramente asistencial (pa que te alcance, quinientos pesos a los adultos mayores, banco de la mujer o créditos a la palabra para la mujer, quitar la tentencia, Internet en todo el estado, útiles y uniformes gratis, un tractor por cada diez hectáreas y un sin fin de etcéteras). Allí los ciudadanos hemos sido prostituidos por la mercadotecnia. No se nos convence, se nos compra. Y votar significa elegir, solamente al mejor postor, a quien más me va a dar. El problema central de estas propuestas es que no contienen ningún viso, ningún atisbo de desarrollo económico o social. No se nos explica cómo –o de dónde- se sacará el dinero para esos programas, un dinero que es originalmente del individuo que paga impuestos, no del estado que sólo lo redistribuye. No se nos dice, alternativamente, cómo vamos a hacer de Puebla un mejor estado que nos permita vivir mejor, quizá algún día sin necesidad de que me regalen los uniformes o un tractor.
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Y allí está a mi juicio la clave del futuro próximo para nuestro estado, en el desarrollo. No podemos votar por un instituto político o una coalición de los mismos que no nos diga, claramente, qué va a hacer económicamente y cómo lo va a hacer. En otro momento hablábamos aquí mismo de las vocaciones regionales ( y de la vocación misma, comercial de sector terciario) de Puebla. ¿Cómo atraer inversión y producir empleo? La clave del capitalismo es la circulación. ¿Cómo va a haber menos pobres en Puebla? ¿Cómo se hará circular el dinero y le llegará directamente a las familias para que verdaderamente les alcance sin necesidad de hacer pequeño el monedero? ¿Cómo lograr que la perspectiva para un joven serrano o de Piaxtla a los doce años no sea emigrar a Estados Unidos y vivir en Puebla York?
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¿Cómo utilizar la educación como pivote del desarrollo? ¿Cómo utilizar la capacitación permanente para reorientar a gente desempleada, a personas que perdieron sus negocios, que han sido defraudadas? ¿Cómo trabajar codo a codo con la gente por primera vez? En una palabra: cómo reaprender a gobernar.
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Me gustaría, como elector, ver que mis candidatos son ellos mismos la encarnación de esos ideales democráticos de los que hablo. Ver que desde la campaña misma se bajan del pedestal de sus asesores y coordinadores y escuchan. No se trata de un debate –aunque varios debates no estarían del todo mal en un contexto no mediatizado de la política. Y no se trata de ello porque el debate en México –culpa de Fernández de Cevallos, pero también del duopolio televisivo- es un combate mediático. Se mide quién ganó como si fuera un duelo Chivas-América, y no quién propuso mejores ideas. En el último debate federal, por ejemplo, ganó en realidad Patricia Mercado, pero su partido político hoy mismo ha desaparecido, y con él la alternativa de una socialdemocracia en México. Entonces el debate y su formato (y tristemente lo que el ciudadano ya espera de él, una lucha libre a tres caídas y con límite de tiempo, sangre…) no agregan nada a la democratización de la campaña electoral misma que propongo.
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Tampoco se trata de ir mostrando músculo –ya sea por la cantidad de personas que llevo a mis mítines o por la calidad de ciertos grupos, por ejemplo de empresarios, que me apoyan. Eso es en sí mismo también antidemocrático (¿cuántos de los que están en el mitin fueron por gusto? ¿los gremios de empresarios no tienen intereses en cierto candidato y por eso lo apoyan públicamente sin empacho?). Se trata de estar con la gente, de ponerle atención. Eso es atender, un verbo que está fuera de la política actual, tristemente. ¿Alguien sabe qué quiere esa señora de Acatlán que sigue soplando en su anafre, indiferente a los actos públicos, a las miles de pancartas, bardas, espectaculares? ¿Alguien ha ido a preguntarle, señora, qué espera usted de nosotros?
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Los partidos políticos hace tiempo que no cubren los intereses de los ciudadanos, que no los representan (de allí que las coaliciones no estén del todo descabelladas), Alain Touraine hizo un análisis excepcional al respecto. Pero eso no significa que los ciudadanos no tengan intereses, anhelos, necesidades. O los buscan en otro lado o simplemente descreen de la política y dejan de participar. Es un error –quizá la más grave miopía del capitalismo salvaje- pensar que el ciudadano es un individuo (la persona si es un individuo, y de todas maneras con intereses familiares, profesionales, etc.), que actúa solitariamente. Los ciudadanos nos agrupamos y reagrupamos una y otra vez: con vecinos, con gente que comparte mis intereses, en asociaciones profesionales. Y es esa participación gregaria la que vale la pena en política. Hace décadas que en México las ONG que trabajan e inciden en la protección al medio han hecho una labor excepcional, muchas veces traducida a políticas públicas otras no tanto. Han hecho más que el Partido Verde por la conservación y el desarrollo. Han enseñado, por ejemplo, a las comunidades rurales a vivir del bosque y por ende, a reponer el bosque. Práctica ancestral que se nos había olvidado. Hoy hay cooperativas –pienso en Cuetzalan, simplemente- que trabajan casi en todas las áreas, desde el desarrollo rural hasta la artesanía pasando por la tradición oral y la medicina tradicional y empiezan a poder vivir de ello. Volviendo a su cultura –la cultura da trabajo- han podido obtener riqueza, eso es la verdadera sustentabilidad.
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¿Y mientras tanto a usted alguien lo ha tomado en cuenta?

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