jueves, septiembre 03, 2009

Palabras para Wimpy’s

Diario Milenio-Puebla (03/09/09)
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Cada ciudad debe de tener su café tradicional. Puebla lo tiene y se llama Wimpy’s. Luego de haber permanecido mucho tiempo en la Avenida Reforma, entre la 3 y la 5 Sur y enfrente de la parroquia La Santísima. Me puedo imaginar que en cualquier ciudad del mundo les ha mortificado que las autoridades no tengan una especie de reglamento donde se prohíba la modificación del entorno y de sus lugares tradicionales, los que permanecen porque se lo han ganado sólo con el tiempo.
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En el año 2000 el Wimpy’s de la Reforma se mudó, luego de una larga batalla de parte de sus dueños por conservar el espacio, a la 3 Poniente, entre la 3 y la 5 Sur. Ahora en ese lugar se venden mascotas, nada qué ver con el Wimpy’s que ahí perduró algunos años. Por ese tiempo ya la familia Fernández de Lara y Alonso había instalado el Wimpy’s que conocemos y frecuentamos ahora, el de la 7 Poniente, a un ladito nomás de los conocidos cines Puebla.
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El pasado 15 de agosto, el Wimpy’s de La Concha, el único que se conserva en Puebla, festejó sus apenas jóvenes setenta años. Fundado originalmente por la Familia Fernández de Lara, esos setenta que tiene encima fueron el motivo de su remodelación. La familia Fernández de Lara y Alonso ha mostrado una gran sensibilidad por mantener y cuidar de la tradición del buen café, siempre se han preocupado por su buen funcionamiento y han entendido que un sitio como éste es un lugar de reunión a donde vienen los amigos para hablar de sus tragedias o de sus logros en la vida. Es, en esencia, un buen pretexto para estar con los demás, con quienes algo nos identifica, lo mismo que hubieran querido las tías de Gerardo y de Armando Fernández de Lara, particularmente Elisa, quien hizo del Wimpy’s su propia casa.
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A través de los años el café, el Wimpy’s, ha sido el sitio de preferencia de muchas generaciones. Se podrían mencionar aquí a los personajes que ahí han hecho historia pero es seguro que cometería injustas omisiones. El Wimpy’s, en setenta años, ha reunido a la clase política, a los periodistas, a los grupos de médicos, de arquitectos, de estudiantes o de los poetas y sus musas. En el Wimpy’s, de acuerdo a Pilar Bravo, se llegaron a reunir quienes decidían el futuro político del estado y de la universidad.
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Festejemos entonces el setenta aniversario de este café que es ya (se lo ha ganado con su presencia) un clásico en Puebla. Un café tradicional que no escatimará ningún esfuerzo por permanecer entre nosotros mucho, mucho más tiempo.
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En esta época que nos han invadido las franquicias sobrevive el Wimpy’s.
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Y como lo dirían los publicistas que no tenían otro recurso que sus altavoces encima de su auto: “Vengan a disfrutar del buen café al Wimpy’s, los esperamos con la atención debida en la 7 Poniente 102-b”. Larga vida al Wimpy’s. Felicidades.

Compadres-Álvaro Enrigue (El Universal/Opinión 03/09/09)

De verdad no sé qué sea más alarmante: si que 40.2% de los mexicanos le pediría a Peña Nieto que fuera su compadre o que 30.9% no se lo pediría a ninguno de los candidatos punteros de los partidos para la campaña presidencial de 2012. Las cifras fueron publicadas la semana pasada en la Encuesta Nacional del Gabinete de Comunicación Estratégica, con una muestra de 16 mil entrevistados por todo el país (EL UNIVERSAL, 27/08/2009).

La proporción de personas que se emparentarían espiritualmente con el gobernador del Estado de México es interesantísima por ser espejo de otra todavía más grave: 41% de los mexicanos piensa que los diputados y senadores que se sentaron guapachosamente en su curul el martes pasado van a ser iguales a sus antecesores y 35.4% piensa que van a ser peores.

Los mexicanos se perciben a sí mismos, entonces, como dentro de una economía de agárrese el que pueda: dado que el clima político de la administración pública va a ser igual o peor durante la nueva legislatura, mejor blindarse con un compadre de lujo.

Y es que en México todo sigue siendo, a fin de cuentas, personal . En la ventanilla hay que pedir las cosas porfavorcito a pesar de que el que está al otro lado gana un sueldo por hacer lo que le estamos demandando que haga y si uno no tiene una buena relación con el director técnico no hay talento que le dé derecho a pisar la grama.

En Una muerte sencilla, justa, eterna, que a la fecha se sostiene como el ensayo de crítica literaria más agudo sobre el inabarcable legado cultural de la Revolución Mexicana, Jorge Aguilar Mora notó que la distribución de la jerarquía entre Los Dorados de Francisco Villa —cuerpo pretoriano de élite de la División del Norte—, tenía más que ver con la forma en que se organizan los clanes —mediante lazos espirituales y de sangre— que con la racionalidad meritocrática de los ejércitos posteriores al napoleónico. Es decir: el reparto del mando y la lealtad estaba relacionado, en el cuerpo militar más grande en la historia de América Latina (al menos según Friedrich Katz), con quién era primo o compadre de quién. De ahí que la ferocidad y resistencia de la División del Norte fueran el factor decisivo en sus batallas, pero también que haya sido relativamente sencillo, al final, disgregarla: muerto el compadre se acabó la rabia.

Claramente en el México que se percibe a sí mismo como una nación que transitó exitosamente a la democracia —en la misma encuesta una mayoría muy cómoda considera que las elecciones de 2009 fueron confiables— el poder sigue emanando un aura de impunidad que 40% de la población preferiría compartir. No sé si es que unos 44 millones de mexicanos piensan que se beneficiarían de tener una charola o si, simplemente, supongan que estarían a mejor resguardo de la crisis si el que es percibido como el próximo presidente les bautizara un hijo, pero es un hecho que calculan que se beneficiarían de algún modo de estar relacionados con él.

Lacifra habla además del hecho de que cuatro de cada 10 mexicanos se sienten tan a los cuatro vientos entre el rodar de cabezas de los narcos y el escalar de precios de las tiendas, que ya de plano renunciaron a la realidad: prefieren encargarle el chamaco a un tótem a dejar esa paternidad putativa tan rara y antigua que es el padrinazgo en manos de un amigo de toda la vida. Hay una última lectura de la encuesta que no por perversa me parece menos considerable. Ni Marcelo Ebrard, ni Santiago Creel, los otros dos políticos percibidos como viables para la Presidencia por los mexicanos, se acercan a la cifra de personas que ambicionarían encompadrar con ellos. Esto podría implicar que aunque a la gente le parecen viables, también supone que son otro tipo de políticos. No hay que olvidar que las preguntas dirigen las respuestas: a lo mejor la gente no sueña con que un presidenciable le bautice un hijo, pero ya metidos en gastos, preferirían que si alguien va a ser su compadre, sea un priísta.

miércoles, septiembre 02, 2009

"¿La fuga: necesidad o cobardía?"-(Columna "El Guardián del diván"-Diario “El Columnista” de Puebla- 02/09/09)

¿Qué hay de seductor en la idea de la fuga? ¿Por qué todos sentimos el deseo de huir y sólo pocos se atreven a hacerlo? Son dos preguntas que aparecen a en la contraportada de la novela “El dilema de Houdini” de Norma Lazo (Mondadori, 2009), dos preguntas capaces de atrapar a cualquiera, ya que todos alguna vez hemos sentido cómo las cadenas de la rutina se vuelven pesadas e imposibles de cargar.
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Eso sienten los cuatro personajes de esta novela: Sofía, una mujer atrapada en su melancolía y soledad -causadas por la pérdida de Lázaro, su esposo- recurre a medicamentos como el Lexotán, el Valium y otros para escaparse por un momento de su realidad; Carmelo, un viejo artista-escapista dispuesto a igualar las hazañas de Houdini, no encuentra la manera de librarse de una relación por demás tortuosa; Sebastián, un ex-niño prodigio trata de olvidar el trauma que le ocasionó a sus padres al no poder acoplarse a los planes que le tenían; por último Lancelot, un tigre de Bengala hambriento –la gran metáfora de la novela- que al emprender la huída del zoológico en que lo tienen cautivo, causa un caos capaz de paralizar, enternecer y enfurecer a buena parte de la ciudad, convirtiéndose en la noticia del momento en los medios locales. Cada uno de estos personajes están ensimismados en su propia travesía. Sofía, Carmelo y Sebastián necesitan escapar antes de morir asfixiados. Los tres precisan aprender de Houdini el arte de escapar y del tigre de Bengala las agallas para decidirse a escapar. Al final, alguien logrará huir y los otros morirán en el intento.
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Aparentemente huir es sencillo: basta con tener una buena razón y ganas; sin embargo se necesita renunciar a todo lo construido a lo largo de muchos años, volver a nacer y borrar todo aquello que se conocía por vida. Una novela para llevarse a la reflexión, donde la fuga puede ser la única solución, una salida fácil o inclusive una adicción.
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“El dilema de Houdini” está divida en cinco capítulos trepidantes y emocionantes. Aquél que se acerque a esta novela seguramente logrará identificarse con los personajes y sufrir con su necesidad de huir. Una novela que se agrega a la lista de los libros que llegan en el momento justo y necesario.

martes, septiembre 01, 2009

Batallas de Nueva York

Diario Milenio-México ('01/09/09)
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No es un parque temático, aunque igual lo parece. Tampoco es propiamente una pasarela, pero hay leyendas vivas que van y vienen. Se llama, oficialmente, Centro Nacional de Tennis Billie Jean King, si bien uno se guía por el conjuro mágico: US Open. Imposible ignorar la mística imperante: nada más dar un paso hacia dentro del estadio de tenis más grande del mundo, sabe uno que no está ya en Nueva York, sino en alguna suerte de coliseo esencial donde cada septiembre se escribe la Historia.
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El Arthur Ashe es más que un estadio. Más allá de la cancha central donde ahora mismo juega Roger Federer, serpentea un laberinto de puertas y pasillos por cuyos meandros uno goza extraviarse. Más todavía cuando una rubia avanza por delante de ti, abre la puerta, cruza, la detiene, te obsequia una sonrisa y entonces haces tu mejor esfuerzo por fingir que es normal toparse con Martina Navratilova, la más grande de todas aquí y en cualquier parte. Momento ideal para tener presente que en un torneo Grand Slam lo extraordinario es moneda corriente. Dos minutos después, un recién cincuentón de mirada sagaz y sonrisa sarcástica cruza la misma puerta, con su mochila de raquetas Dunlop colgando de la espalda y el ímpetu de algún novato ilusionado. Es, nada más, John McEnroe. Cuatro veces campeón aquí, como Martina.
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En el día inaugural, los dos reyes vigentes abren fuego y apenas encuentran resistencia. Devin Britton, rival de Roger Federer en la primera ronda, recién ha confesado que su única meta es no ser aplastado en el partido. Alexa Glatch tampoco tiene cancha para ilusiones, más allá de saberse obstáculo pequeño en el camino de Serena Williams. Acaso, al fin, la única sorpresa estuvo en los dos quiebres de servicio que Britton le ha arrancado al suizo arrasador, quien ganó 6-1, 6-3 y 7-5. Serena, por su parte, ha demolido a Glatch sin el menor asomo de piedad por dos parciales de 6-4 y 6-1.
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Es todavía temprano para la épica. Los más fuertes ajustan los tornillos, en un descuido se les puede ganar antes de que terminen de ambientarse. Los demás sudan tinta para seguir aquí, y el resultado es una efervescencia que le quita el aliento al recién llegado. Si en los últimos días del torneo reina el drama de los sobrevivientes, el inicio es no menos que un festín donde, conviene recordarlo, todo puede pasar. Para botón de muestra basta el local John Isner, que le ha dado una zurra a Victor Hanescu en cuatro sets, sobre la cancha del estadio Louis Armstrong.
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Decir que cualquier cosa puede suceder equivale a saber que nada será fácil para nadie. Camino de la cancha, Serena recorría los pasillos tensa y ensimismada por el duelo pendiente; un par de horas más tarde, tendida y perniabierta en el gimnasio con los tobillos a medio vendar, la campeona del año pasado se entretiene jugando a la trivia con mamá Oracene: una y otra se precian de conocer a fondo las canciones de Ice Cube. Tal es el otro lado de la magia, pues antes que un complejo de estadios y canchas —son catorce escenarios simultáneos— éste es un club de tenis. Si afuera se atropellan los cazautógrafos, en los salones priva el relajamiento. No conviene tener demasiado presente la dimensión del desafío mayor, hay que hacer como si no fuera mucho más que otro partido de tenis. El duelo se disputa primero en la cabeza que en la cancha.
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Ya con la noche encima y el discurso reciente de André Agassi, Venus Williams se esfuerza por estar a la altura, pero pasa que Vera Dushevina ha asumido lo poco que tiene por perder, le rompió ya el primero de sus servicios y va tras el segundo: señal de que un Grand Slam pesa igual para todos. La rodilla maltrecha, el saque tambaleante… ¿Dónde está Venus? Llega la muerte súbita y en un descuido el set es de la rusa, que sin embargo sigue a siete triunfos del cielo. Tras un segundo set no menos errático, Venus se recupera ganando seis juegos al hilo, cede un servicio más y acaba recetando un sufrido 6-7, 7-5 y 6-3 que le devuelve apenas el alma al cuerpo. Puesto en términos simples, aquí no pasó nada.

Reencarnación

Diario Milenio-México (01/09/09)
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Se había visto a sí misma a su lado al pasar frente a los espejos del recibidor: era una pareja triste.
Los espejos de los recibidores son con frecuencia espejos biselados.
La aflicción estaba y no en las prendas de vestir: un vestido azul cielo de corte recto sobre el cuerpo de ella y un traje de un gris muy claro sobre el cuerpo de él.
La aflicción se oía en el repiqueteo del tacón sobre el piso de mármol.
La aflicción es una cuestión de exceso de orden.
¿Es la aflicción lo mismo que el desconsuelo?
Seguramente ella se habría preguntado eso antes.
No sé qué pudo haberse preguntado él.
Si en lugar de haber llegado a una fiesta se hubieran quedado a solas en su casa sin duda alguna habrían llorado.
Sin duda alguna: esa frase me espanta.
Cabe la posibilidad de que el hombre y la mujer habrían guardado silencio en habitaciones distintas de la misma casa.
Las casas grandes se acomodan a la soledad de sus habitantes.
Una oración completa es como una habitación donde una mujer o un hombre lloran sin notarlo.
La tristeza con frecuencia se expresa a través del llanto.
Es también común que la tristeza resulte inexpresable.
¿Es lo mismo la tristeza que la aflicción?
El hombre no habría podido creer que ella repitiera las palabras de una adivinadora.
La mujer le había explicado ya la diferencia entre una adivinanza y una reencarnación.
Hay algo que va a ser dicho.
El hombre habría preferido que ella fuera sonámbula.
Si ella hubiera sido sonámbula, él habría podido salvarla del precipicio.
Las sonámbulas suelen vestir largos vestidos de color blanco.
Tú hablas dormido, le había asegurado con algo de rabia.
Afligir es un verbo que viene del latín affligere.
Afligir hace referencia tanto al sufrimiento físico como a la pesadumbre moral.
Quiero que me cambien mis percepciones, había pedido.
Los que detentan el poder utilizan gran parte de su tiempo en vigilar que el hombre o la mujer sea reproducido convenientemente.
Alguien había puesto a funcionar un viejo aparato de música cerca de ahí.
El hombre no podría creer que la mujer le asegurara que la reencarnación es un camino de regreso.
El hombre no podría creer que su tristeza, que su aflicción, ese sufrimiento físico y esa pesadumbre moral, se transmitiera a través de las palabras que pronunciaba al estar dormido.
Nadie tiene idea de quién fue el primer hombre afligido de la tierra, eso es cierto.
Estupefacto puede ser un adjetivo o un sustantivo.
Mientras platicaban alrededor de la pequeña mesa redonda del jardín de atrás, un ventanal se había partido en dos.
El ruido del cristal cuando se rompe.
Tuvimos un hijo y, a los dos años, murió.
El espectador viene a ver cómo se gasta el actor.
Una pareja pasa apresurada enfrente de los espejos biselados de un recibidor.
Si tuviera que precisar, diría que todo esto ocurre en 1947.
Un espectáculo es una duración.
Hay alguien que calla y alguien que habla mientras una música peculiar entra por el ventanal roto que da a un amplio jardín.
Una mujer lleva a un niño en los brazos, contra su pecho, dentro de un avión.
Excepto por la vigilancia en los aeropuertos, el avión es un rápido medio de transporte.
En 1947 la vigilancia en los aeropuertos era menor.
El hombre no habría podido creer que la mujer hubiera llevado a un niño muerto entre los brazos.
La aflicción es un gasto del cuerpo.
Lo que ha sido dicho resulta materialmente imborrable.
El lenguaje es así.
Ella habría insistido en que una adivinanza es distinta a una reencarnación.
Las personas usualmente no lloran en sus casas sino en un panteón.
Algunos cementerios se han transformado con el tiempo en atracciones turísticas.
¡El actor es un muerto que habla, es un difunto el que se me parece!
La muerte es con frecuencia un error y es también algo inevitable.
Los sucesos imperdonables detienen el pasar del tiempo.
El crimen es un lugar al que hay que regresar.
El lenguaje es así.
Lo mismo puede ser dicho de la muerte accidental.
Ella le habría asegurado que no tuvo culpa alguna en el deceso del infante.
Si ella hubiera sido una sonámbula, él habría podido empujarla desde el precipicio.
Convertirse en un asesino o en una asesina es una tarea relativamente fácil.
Tú hablas dormido, había insistido con la misma rabia.
Prefiero la palabra ira a la palabra rabia.
En un momento dado, el hombre habría sido capaz de ver el cuerpo del niño entre los brazos de la mujer.
Algunas veces es necesario beber un buen cognac.
Ojalá dejen de considerar su cuerpo como si fuese un telégrafo inteligente.
Como está lleno de orificios, por el cuerpo pasan demasiadas cosas.
Las lágrimas no son un signo de algo más.
La aflicción, en todo caso, es muy parecida al desconsuelo.
La pareja que camina enfrente de los espejos biselados del recibidor tiene prisa por volver atrás.
¿Existió, alguna vez, un mundo sin pesar?
Los jardines cuidados con esmero da la apariencia de estar cerrados.
Hay una mujer en el proceso de abrir los brazos.
Que alguien profiera las palabras: te lo traje de regreso.
El abrazo suele ser tomado como un signo de bienvenida o de paz.

lunes, agosto 31, 2009

Un silogismo, uno.

Todos los que le van al América son putos y/o pendejos;
es un milagro que el América haya goleado al Toluca;
sólo Dios hace milagros;
Dios es americanísta;
entonces Dios es puto y/o pendejo

Adiós a los Kennedy-Álvaro Enrigue (El Universal/Opinión 31/08/09)

Dice David Huerta que los chismes son como el polvo que ensucia los libros que guardan nuestras bibliotecas: por más que uno lo limpie no se va nunca. La figura de Edward Kennedy (1932-2009), como la de toda su familia, siempre estuvo contaminada de maldicencia. La Wikipedia, estándar de la sabiduría pop en nuestros tiempos, señala como los dos datos más prominentes de su vida que lo expulsaron de Harvard por copiar en un examen de español y que dejó morir a Mary Jo Kopechne para salvar su carrera política en el celebérrimo accidente de Chappaquiddick.
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Esta sombra de duda que pendió siempre sobre la figura de los Kennedy fue al mismo tiempo una cruz —vivieron bajo un nivel de escrutinio que sólo padecen las estrellas de cine— y un capital de popularidad inagotable para una nación que adora a los justicieros y forajidos: el Llanero Solitario o el Hombre Araña habrían sido los malos en cualquier otro país. Que si el origen de su fortuna venía del tráfico ilegal de alcohol en la era de la prohibición, que los Kennedy no habrían llegado a nada sin el fraude electoral de Illinois que llevó a Jack a la Casa Blanca en 61, que si por ser católicos eran más leales al Vaticano que a la Constitución, que en el fondo eran una bola de borrachos.
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Sin embargo, la presencia de Edward Kennedy en la curul más tradicional de la más tradicional de las instituciones estadounidenses —la del senador senior por Massachussets—, generaba una suerte de tranquilidad para todos. Enloquecieran lo mucho que pueden enloquecer los conservadores gringos, Ted siempre estaría ahí para cerrarles la puerta y promover, al mismo tiempo, la agenda más radical que podía soportar el cuerpo legislativo.
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Sospecho que todos los que en algún momento han sentido una afinidad por la ciudad de Washington —amor difícil si lo hay, pero amor a fin de cuentas— compartirán la misma sensación de orfandad esta semana, que me ha recordado tanto a aquellos meses de la década de los 90 en México en que se murieron en fila Cantinflas, Fidel Velásquez, Emilio Azcárraga y Octavio Paz. (Recuerdo que tras la velación del Nobel en Bellas Artes, un grupo de escritores por entonces jóvenes y más bien heterodoxo nos detuvimos a tomar una cerveza en La Ópera. En algún momento el poeta Luigi Amara dijo entre el desasosiego que nos producía habernos quedado sin figuras tutelares a las cuales culpar de nuestras desdichas: “Ahora nomás falta que en el 2000 gane el PAN”.)
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Un adagio de la clase política estadounidense dice que en Washington se puede sobrevivir a todo menos a una mujer muerta o un niño vivo. La figura de Ted Kennedy es tan excepcional que sobrevivió —y muy temprano en su carrera— a una mujer muerta. El final de su lento y doloroso proceso de extinción empalma, curiosamente, con otro final sucedido hace unas semanas: el de Michael Jackson —tan excepcional también que fue encontrado un sinnúmero de veces con niños vivos y tampoco fue a la cárcel.
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Desde ayer sábado el cuerpo del “León del Senado”, que encarnó a la manera de una sirena de popa con sobrepeso casi todas las batallas legislativas de la izquierda gringa, descansa en el cementerio de Arlington, en Virginia, junto a las tumba de los malogrados John y Robert Kennedy. El único miembro de la familia política más notable de Estados Unidos que conserva cierta visibilidad es la esposa de un gobernador republicano, fisiculturista y en realidad austriaco, que sale hasta en la película de Los Simpson.
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¿Qué vamos a hacer sin los Kennedy? Es como si de pronto nos quitaran nuestro derecho inalienable a usar pantalones vaqueros, a bebernos una coca-cola helada, a ver una serie magníficamente producida en la televisión o a nuestra iPod. Es como si los usos y tradiciones del siglo XX, que comenzaron a emborronarse con los avionazos del Pentágono y las torres gemelas, y estuvieron a punto de difuminarse por completo con la elección de Barack Obama y la pulverización de la economía especulativa de Wall Street, hubieran llegado, esta semana, a su tímida, discreta, elegantísima salida del escenario. Adiós al siglo americano.

El prócer inservible

Diario Milenio-México (31/08/09)
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La gloria no hace cuentas
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Cuando uno entra en la carrera de Ciencias Políticas, suele hacerlo con cierta grandeza en mente. Supone ya que va a hacer grandes cosas, pues habrá de toparse con enormes obstáculos; de ahí que luego apenas si mencione que en realidad estudia para administrador público. Para quien se ha planteado la peligrosa idea de hablar ante las masas y acaso enardecerlas, la idea de sentarse a contar chiles por el abstracto bien de la comunidad parece poca cosa, y más que eso semeja un engorro fatal del que nadie quisiera ocuparse. Nadie, pues, que haya oportunamente contraído las ínfulas del prócer que pide apoyo y votos con los brazos en alto. Ahora, cuando lo escribo, me causa un repelús insoportable, pero entonces, con pocos años y la cabeza llena de épica plástica, la idea parecía tan seductora como cualquier patraña grandilocuente. ¿Quién iba a preocuparse por asuntos ingratos como el de vigilar los pesos y centavos cuando estaba pendiente salvar a la patria?
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Cursaba todavía el primer semestre cuando el profesor de teoría política nos hizo una revelación confortadora. Al principio, nos dijo, un cargo en la administración pública intimida a quien llega a ocuparlo, pero en un par de meses se da cuenta de que es una vacilada. Si aquello era verdad, nosotros, futuros rescatistas de la nación, tendríamos por tanto tiempo de sobra para entrar en la Historia sin distraernos de más en la monserga de andar administrando lo que ni nuestro era. Cierto es que había más de uno entre los estudiantes que se entendía muy bien con los conceptos administrativos y ciertos temas de economía, pero ello pocas veces era útil para entrar en debate y alcanzar lucimiento entre los compañeros, si en esas lides lo más socorrido era soltar al aire opiniones osadas, a menudo sin otro fundamento que la vehemencia de quien las sostenía. Opiniones hinchadas de lo que uno entendía como conciencia histórica, untadas de una suerte de sensibilidad social apenas distinguible de la culpa católica, porque al final aquella era una universidad privada y nosotros unos privilegiados.
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Que vivan los ineptos
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Poca o ninguna gloria parecería aguardar al burócrata serio y dedicado que administra con responsabilidad, si afuera menudean los que viven de reclamar y ofrecer imposibles, sin por ello tener que sacarle punta a un lápiz. Por el contrario, su papel es odioso y anticlimático. Se le suele tildar de cuadrado y obtuso si se atreve a decir que tal o cual proyecto resultan inviables, o que para llevarlos a cabo es preciso seguir estrictas directrices y cumplir con preceptos indispensables. ¿Quién es ese aguafiestas para echar tierra sobre cuentas alegres? De ahí a sepultar al interfecto bajo un manto de burla y menosprecio apenas hay distancia, pues allí donde abunda la demanda no suele tolerarse el límite en la oferta. Repartir lo que no hay, ni hubo, ni por lo visto habrá, no requiere hacer cuentas, ni estudiar un proyecto, ni consultar con un especialista. Basta con que los técnicos al servicio del pueblo encuentren la manera de dar cuerpo y sentido al despropósito, al menos mientras llegan las elecciones.
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A juzgar por el éxito de un número creciente de servidores públicos improvisados y folclóricos, el título de administrador público vale hoy en día menos que un puesto en el comercio informal. Conforme iluminados, dicharacheros y chistositos van seduciendo a cámaras y micrófonos, su entusiasta clientela se reproduce en proporción geométrica. Si otros les piden tiempo para resolver, éstos resuelven todo sin tener que bajar del escenario. Quisieran despachar directo en el templete, al ritmo del clamor de una manada alegre y monocorde que se solaza en la certeza de ser tan ignorante como el de la voz. De pronto no se vota ya por el más apto, sino por quien se precia de su ineptitud, en aras de esa angélica sencillez que lo equipara con el menos dotado. Tiene que haber legiones de votantes que se sienten seguros al verse gobernados por torpes e ignorantes. Qué mejor prueba de eso que ocho años de Bush Junior.
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Una ola para el Sr. Lic.
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Nunca he entendido por qué quienes votan por el candidato de apellido Mengánez son conocidos como menganistas. Hasta donde entendemos, no se vota para endiosar a nadie, sino apenas pensando en darle trabajo. Votamos porque creemos que esa persona debería tener una oportunidad, pero como en lugar de ser sus empleadores nos comportamos como sus hinchas, o en su caso como sus adversarios, no se ve cómo va a arreglárselas alguien para evaluar los costos y beneficios de la oportunidad. Dondequiera que uno se consiga una chamba, entiende que será observado, fiscalizado y evaluado conforme su trabajo rinda frutos. Esperar que sus jefes lo agasajen con hurras y papel de China cada vez que parece que trabaja es una ingenuidad que en todo caso sirve para reírse a costillas de sí mismo. ¿Cómo entender que esa misma persona tolere, e inclusive celebre, disparates afines en baquetones a los que en su momento dio su voto, es decir su confianza, es decir su dinero?
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Entender, al final, no es importante, y en todo caso tampoco es posible cuando la realidad se empeña en demostrarnos que ascender a los puestos en teoría reservados a los administradores resulta más sencillo para los payasos. El payaso y el trono son de repente consustanciales, pues pasa que al payaso ni quién le pida cuentas, y aún si las ofrece no deja otra salida que la risa, y por supuesto espera los aplausos. Más que un gobernante, el señor licenciado Mengánez parecería el ganador de algún programa de concursos. Si pretende seguir por la senda del triunfo, no necesita administrar lo que hay; basta con que reparta lo que no hay. Para conseguir eso, no hace falta una profesión, ni más conocimientos que los del merolico. Nadie sino él entiende dónde está la bolita, y eso no existe escuela que lo enseñe. Pues a lo que ha aprendido el tal servidor público es a ser inservible y así ostentarlo. Tal es su orgullo y por eso le aplauden.

domingo, agosto 30, 2009

Sin ningún rumbo los festejos del bicentenario: Pedro Ángel Palou-El Sol de Puebla por Celina Peña Guzmán (29/08/09)

Gravísimo quitar la Colonia y la Conquista de los libros de historia en las primarias, Pedro Ángel Palou criticó la forma en cómo se editaron los nuevos libros de educación básica


CIUDAD DE MÉXICO.- El ex secretario de Cultura de Puebla, Pedro Ángel Palou, dijo que los festejos del centenario de la Independencia que organizó Porfirio Díaz sí tenían definido un proyecto de nación: "En cada ciudad se iba a inaugurar una obra", pero ahora vemos que no hay rumbo.


El ex rector de la UDLA condenó la mutilación de los libros de historia de primaria, en un país donde la gente sí lee, pero sólo aquellos libros accesibles a su bolsillo.


"Fue un error gravísimo, muy mandado, de quitar la Colonia y la Conquista y la historia de México".Palou García mostró su descontento con la forma con que en todo el país se desarrollan los preparativos del Festejo de la Independencia de México y el Bicentenario.


Palou, miembro del Sistema Nacional de Creadores, ha dedicado el último lustro a una trilogía dedicada a personajes históricos, rastreado documentos, cartas, y actas en archivos, sobre Zapata, Morelos. Morir es nada y Cuauhtémoc. La defensa del Quinto Sol.


Pero en su última novela, "El Dinero del Diablo", Palou da un giro hacia la novela policiaca, a partir de una investigación minuciosa en fuentes documentales, para exponer la historia oculta del Vaticano.


LA GENTE SÍ LEE


-¿Cómo percibió la respuesta de sus lectores?
-Finalmente, regreso de una larga gira por Latinoamericana, y cuando en mayo salió el libro, tuve muchas reuniones con los medios de comunicación pero no pude estar como ahora con los lectores. Y en un día tan especial como éste que hay una venta nocturna, aquí en la Librería Rosario Castellanos, me siento muy contento.


-¿Cuál fue el proceso de escritura del libro?
-Me llevó más de dos años. Un año de investigación en trabajo de archivos e investigación dura en archivos de universidades, como lo comentaron los presentadores, y ya por supuesto, la propia escritura que es divertida.
Es una novela policial con dos tramas paralelas. Con una trama que ocurre, alrededor de la muerte del Papa Pío XI en 1929 y otra que ocurre en esta época cuando se quiere canonizar a Pío XII. La novela juega con esos dos tiempos.


-¿Cuándo se presenta el libro en Puebla?
-Vamos a presentar el libro en Profética en septiembre. Todavía no hay día. Se movió la fecha que ya teníamos. Espero que vayan a presentarla Ignacio Padilla y Paco Ignacio Taibo II.


-¿Cuál ha sido la respuesta de los lectores?
-La novela salió en mayo. Ya se agotó la primera edición 12 mil ejemplares. Ha agotado dos ediciones en Colombia, 6 mil ejemplares, en España. Globalmente estamos editando ya los 50 mil ejemplares de la segunda edición.


-En esta nueva novela, acudes al género policiaco, pero has realizado una trilogía narrativa sobre los héroes nacionales con esa experiencia ¿cómo se recibe la eliminación de temas como la Conquista y la Colonia de los nuevos libros de texto?
-La SEP ha hecho en esos días declaraciones que cada una es vez caen en un absurdo más grande. Han dicho que van a hacer un cuadernillo para sexto. Si o no estaban esos temas, estaban sacadas del libro, y sus primeras declaraciones del secretario Alonso Lujambio, de que no había error, de que los nuevos contenidos de que iban a ser historia.


Habla de cómo está el país.


Fue un error gravísimo, muy mandado, de quitar la Colonia y la Conquista y la historia de México, habla de cómo este país, este gobierno, no tiene rumbo, no tiene ideología, no tiene proyecto de nación. Las celebraciones del bicentenario es un catálogo de absurdos, esto es sintomático, de que estamos viviendo un país donde no hay proyecto de nación, no sabemos qué queremos, no hay un proyecto político y económico, se critica mucho a Porfirio Díaz, pero en el Centenario de la Independencia estaba muy claro que cada municipio debía hacer un proyecto importante de obra pública, hospitales, escuelas, carreteras. El tema de los libros de historia y los festejos del bicentenario refleja exactamente lo contrario que no hay rumbo.Nosotros estamos conmemorando algo más, la Independencia y la Revolución. Yo estoy filmado un programa para Discovey Channel "Unidos por la Historia".


Hay países como Argentina, Colombia, Venezuela, Perú, Chile, hay proyectos muy interesantes. En Argentina, ya salieron los primeros 50 tomos, de una colección masiva, popular, comprable, donde están todas las ediciones fundacionales, con prólogos de especialistas pero muy accesibles, pero aquí necesitamos ediciones de los Sentimientos de la Nación, del Plan de Iguala, de las leyes de Reforma, no hay visión. En otros países está muy claro que celebrar el bicentenario de la Independencia es un tema político de alta trascendencia histórica. México, a la mejor no estábamos en el momento de hacer un gran fasto de fiesta, pero sí un gran ejercicio de debate público.


-¿Por qué no hubo un boom en México de la novela histórica como sí ha sucedido en otros países latinos?
Hasta hace muy poco la novela histórica era un subgénero, el escritor serio no lo quería tocar, de los pocos que lo tocaron con seriedad Fernando del Paso, con la mejor que se ha escrito Noticias del Imperio, y Carlos Fuentes, con una novela que sucede en tres países, La Campaña que pasó sin pena ni gloria, la última novela que publicó en el Fondo de Cultura Económica, en México se consideraba la novela histórica como un género menor como la policiaca, hoy en día, los que hay Eugenio Aguirre ha escrito lo mismo sobre Guadalupe que sobre Hidalgo, pero somos cinco o seis personas que escribimos novela histórica de México con cierto rigor, hasta ahora ha sido solamente patrimonio de los historiadores, y como si el novelista sólo tuviera que escribir ficción pura. Así como el PRI hizo de la historia, una especie de monopolio, siempre era la historia oficial, siempre era la familia revolucionaria, el absurdo de que las letras de oro del Congreso, Carranza, el verdugo de Zapata encima. Había que festejarlos a todos como si fuera una sola revolución.


-¿Por qué la gente sólo lee Harry Potter o Crepúsculo?
-La gente que lee Crepúsculo y Harry Potter es porque tiene más de 200 pesos. Hace mucho que debimos haber descubierto el papel del libro de bolsillo, en México los libros son inaccesibles para la mayoría de los lectores; pero uno se sube a un metro y se da cuenta lo que lee la gente de México, lo que está a su alcance, lee lo que su bolsillo le permite, desde Cuauhtémoc Cárdenas, en el gobierno de la Ciudad de México, ha hecho esfuerzos interesantes. Para cultura, en la SEP se ha gastado muchísimo en políticas de lectura, alguien que lo ha hecho bien en el Conaculta es Paloma Saez.

Pero en general, hemos gastado dinero en los administradores de programas de lectura, ir a secundarias porque se acababa de hacer lo de la biblioteca de aula, los libros son para usarlos, y la respuesta de él es terrible, yo no puedo dárselos porque se van a estropear, los libros están intactos, cuando costó el programa de bibliotecas de aula, el libro, cómo estaban y decía el libro, si usted quiere, y la gente criticó mucho al principio del programa, el 90 por ciento de los libros regresaron, para que otro lo leyera, no debemos seguir con lugares comunes. Los mexicanos leemos pero los libros son inaccesibles.


LA LITERATURA MEXICANA DEJA SU ERA PROVINCIANA


Los escritores Nicolás Alvarado, Ignacio Padilla y Paco Ignacio Taibo II celebraron la aparición de la nueva novela del escritor poblano Pedro Ángel Palou durante la presentación de "El Dinero del Diablo" en la librería Rosario Castellanos del Fondo de Cultura Económica.


Los presentadores resaltaron la capacidad de Palou de moverse con habilidad entre los géneros literarios y reivindicar que ningún escritor está limitado en sus temas por sus orígenes.Una serie de súbitos asesinatos en las recámaras de la Santa Sede en Roma, aparentemente sin ninguna relación, tienen sus orígenes en un pasado lejano. Las respuestas a estos asesinatos podrían encontrarse en las intrigas políticas de 1929 una vez que el Vaticano se enfrenta al poderío creciente de Mussolini y Hitler, en las postrimerías del papado de Pío XI y la renovación papal de Pío XII.


Los homicidios, sin aparente conexión, transcurren rápidamente, mientras el padre Gonzaga, investigador y detective, regresa del Oriente Medio para indagar las muertes en el Vaticano, acompañado de la guapa forense israelí, Shoval Revach. Pero llegar del Oriente a la Santa Sede no será nada fácil.


Luego de la presentación del libro, el escritor firmó dedicatorias de su nueva novela. La presentación se realizó en la librería del Fondo de Cultura Económica (FCE), Rosario Castellanos, de la Ciudad de México; en lo que fue el legendario cine de los años cincuenta, "Bella Época", después de una extensa gira por Latinoamericana y Europa para dar a conocer su nueva novela "El dinero del Diablo".


Al evento literario asistieron escritores como Eduardo Casar, Pablo Boullosa; novelistas poblanos, amigos del autor, como Fritz Glockner, Gerardo Oviedo, y el especialista en temas administrativos David Villanueva Lomelí.


La novela fue finalista del premio Iberoamericano de narrativa, Planeta-Casamérica 2009.


Durante la presentación el escritor Paco Ignacio criticó la vieja idea, prevaleciente en buena parte de la segunda parte del siglo XX mexicano donde novelistas y cuentistas estaban condenados por su geografía y sus orígenes a ciertos temas en su escritura:


"Usted, como es de Chilpancingo, nada más puede escribir novelas de cocoteros, le decían a algunos autores y así lo tenían que hacer", explicación tan clara de Paco Ignacio Taibo II, que originó las carcajadas entre el auditorio.


El novelista e historiador, que ha pasado con desparpajo de la novela policiaca a biografías noveladas como la de Pancho Villa afirmó que no hay ninguna temática inapresable para los escritores y novelistas, y reivindicó la paternidad de cada uno de los escritores de sus temas: "A cada novelista le pertenecen sus temas".