domingo, diciembre 27, 2009

Propósitos de año nuevo de Pedro Ángel Palou-PODER 360° (18/12/09)

Si usted es como yo seguramente ya está pensando en el 2010 y en la bocanada de esperanza que el año nuevo implica. Han sido años duros, llenos de incertidumbre y recesión y no deja de ser útil encomendarse al dios de los ciclos y pensar que a partir del primero de enero, ahora sí, cambiarán las cosas: seremos más felices, más ordenados, cumpliremos nuestros propósitos.
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Afirma Mircea Eliade, en un hermoso texto, que Eugenio D’Ors tenía un rito muy especial que hoy pongo a consideración de los lectores de Knock Out: escribía una página perfecta, la más hermosa que pudiera durante diciembre y la quemaba, sin dejar rastro de ella el 31 de ese mismo mes. Esa pequeña expiación le permitía escribir sin descanso durante los 365 días siguientes. Un sacrificio al dios de la perfección necesario para aceptar que toda obra es incompleta e inconclusa.
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Y ése es, según dicen todos los expertos en creatividad y en productividad intelectual uno de los principales problemas por los cuales dejamos para mañana lo que podemos hacer hoy –procastinamos, si queremos adaptar la palabra al español–. Aplazamos sin empacho hasta que se nos olvidan justamente los propósitos de año nuevo, la necesidad perfectamente humana de querer mejorar. Y lo hacemos, qué irónico, por perfeccionismo. Es como si de plano no quisiéramos alcanzar otros estadios en nuestro desarrollo, por eso hay tantos adolescentes perpetuos en el mundo actual. El otro gran temor es la responsabilidad. Curiosamente ambos –perfeccionismo y responsabilidad excesiva– causan ansiedad generalizada, un trastorno neurológico que ocupa el primer lugar entre los padecimientos psiquiátricos del mundo.
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Empecemos entonces por realizar ese pequeño sacrificio que cuenta Eliade, rompamos o quememos lo mejor que hayamos escrito, producido, planeado. Sólo para aceptar que equivocarse es humano y que sólo crecen quienes aceptan el posible fracaso. Pero ése es, apenas, el primer paso para que ahora sí nuestros propósitos se cumplan en el 2010 (bajar de peso, hacer más ejercicio o más el amor, hacer mejor las cosas que nos gustan, ser más felices, terminar ese proyecto tantas veces aplazado y un sinfín de etcéteras).
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Luego hay que planear, pero les propongo un ejercicio para hacerlo, por vez primera, con los dos hemisferios del cerebro. ¿Listos? Perfecto. Todas las preguntas que voy a hacer a continuación hay que contestarlas en hojas separadas de papel (en una hoja todas las respuestas que hayamos hecho escribiéndolas con la mano izquierda y en otra todas las respuestas que hayamos contestado escribiendo con la mano derecha sin importar si somos diestros o zurdos: hay que contestar dos veces cada pregunta, con las dos manos y comparar los resultados).
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Primero, ¿qué es lo que verdaderamente quiero hacer en el 2010?, luego, ¿quién quiero verdaderamente ser en el 2010? Y más tarde, ¿qué es lo que más me gusta de mí? Suficiente para tener un resultado. Quedarás asombrado con la diferencia entre las respuestas que hayas contestado con una mano y lo que dice la otra mano, lo que dice tu subconsciente. Y entonces sí, llegamos al tercer paso: redactar los famosos propósitos con base en quién quieres ser, qué quieres hacer y qué es lo que más disfrutas de ti para el 2010.
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Ahora se complican un poco las cosas, para bien. Tienes que hacer el mismo experimento para las distintas áreas de tu vida: la laboral, la personal, la de tu familia y/o relaciones vitales, la de tu comunidad o al menos tu posible participación y colaboración en ella. Si lo que más te gusta es pasar tiempo con tu familia, por ejemplo, por qué te quedas hasta tan tarde en la oficina y no lo haces. Más horas no significan productividad, significan falta de administración de tu tiempo, incapacidad para priorizar o simplemente malas costumbres laborales (ver el correo electrónico demasiado tiempo es la adicción más seria de nuestros días, socializar en exceso en la oficina entre otras).
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Siempre he tenido por una máxima la idea de que el tema central de nuestro tiempo es la falta de sentido, lo que los filósofos llaman nihilismo. Es un invento de la modernidad cuando descubrió que Dios había muerto, es una de las herencias de Nietzsche. O desde la Ilustración, vaya usted a saber. El caso es que el ser humano se levanta en las mañanas diciendo: “Soy ínfimo, moriré y me comerán los gusanos” (o cualquier elaboración de la misma idea, se entiende) y entonces se contenta con esa explicación de la nada, de su nada. Y no hace nada. Hemos perdido el sentido y lo buscamos, vicariamente, fuera de nosotros –en el dinero, en el poder, en el amor incluso– sólo para darnos cuenta de qué tan vacíos estamos. La búsqueda de sentido, una labor indispensable para vivir con un mínimo de bienestar y cordura, es lo que no podemos aplazar por más tiempo. Nuestros famosos propósitos o resoluciones de año nuevo tienen que estar impregnados de ese espíritu. Y no hablo de un optimismo banal o fuera de la realidad, sino del papel individual en esas mínimas respuestas que nos permitan tener cierta calidad de vida y aportárselas a los demás. Es tan simple y tan aparentemente inalcanzable como optar porque importe. Repito esa frase por si estás leyendo esto en un avión y la azafata se ha distraído: optar porque importe, escoger que importe. La vida, tus íntimos, el trabajo, lo que haces. Y sí, es una cuestión de voluntad y de empeño. El psicólogo y novelista Irvin Yalom no lo podía haber dicho mejor: ¿Cómo puede un ser humano que necesita sentido encontrar sentido en un universo carente de él? No hay que paralizarse con la pregunta, tenemos conciencia (los progresos que la neurociencia está haciendo en conocerla son excepcionales y cambiarán las cosas muy pronto) y ella nos permite saber que estamos vivos y que podemos vivir correctamente y con sentido. Sí, puede que seamos esas criaturas banales y triviales que pueblan el universo, esos Homo que a veces dudamos en llamar Sapiens, pero no nos detengamos por ello. La vida es una construcción permanente, y además una construcción de sentido. Escribe, ahora mismo las respuestas a las preguntas de arriba y luego redacta tus propósitos de año nuevo. Te auguro un feliz y próspero 2010…

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