ÉSTA ha sido una tarde de lectura,
de lluvia y de brasero. Algunas flores,es la estación,
perdían su amarillo
seco y sucio en el velador rojizo.
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Hasta ayer mismo fueron campo y río
y monte, pero hoy sólo son la sombra
de algo triste, decolorado y vago
dibujo de naturaleza muerta.
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En la mesa camilla los papeles
de siempre, alguna carta, los catálogos
de pintores que nos aburren tanto.
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*Un pequeño presente que me otorgó mi querido amigo Pedro Ángel.
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La juventud, qué fantasía. Vale
poco la luz vulgar en esta hora
que cae con desaliento sobre el libro.
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