sábado, julio 04, 2009

Voto en gris-Nicolás Alvarado (El Universal-Opinión 04/07/09)

En efecto, votar en blanco nunca me pareció una opción. No que no lo considere justificado y justificable: me siento tan poco representado por cualquiera de los partidos como el que menos y, además, ninguno de ellos se me antoja una opción viable de gobierno ni se me figura siquiera remotamente preocupado por devenirlo.
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El asunto, entonces, habrá de responder a un principio irrenunciable: la idea de que los esquemas clientelares constituyen lo más pernicioso de nuestro sistema político. Así, este domingo bajaré a votar —si digo “bajaré” y no “iré” es porque el patio de mi casa, que es particular pero tiene conciencia cívica, habrá de albergar una casilla— sólo por contribuir con lo mío a evitar que ésta sea una elección en que triunfen los bejaranos y los basureitors: una, pues, que se defina en una guerra de aparatos.
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Sé ya cómo he de ejercer dos de mis tres sufragios. Para diputados federales y locales daré un voto convencido, aunque no orgulloso, al PSD, partido que me hace recordar una cita de La dama de las camelias de Dumas junior (ni modo: así de melodramático me pone nuestra política): “Es demasiado pero no es suficiente”. En efecto, hay propuestas del PSD que me parecen demasiado… es decir, demasiado buenas para ser ciertas. Legalización de las drogas para combatir al narcotráfico: de acuerdo. Despenalización del aborto: de acuerdo. Derechos de las minorías: de acuerdo. Demasiado, pues, en un país cuyos partidos tradicionalmente progresistas se han revelado siempre más tradicionales que progresistas, pero insuficiente para quienes aspiramos a que un partido equivalga a un proyecto de nación. Me pronunciaré, pues, por algunos puntos de una agenda y no por un proyecto (y es que no hay tal).
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Lo del jefe delegacional está más complicado. Dado que ese voto no cuenta para el Congreso, no lo desperdiciaré en un partido sin posibilidad de triunfo. Restan PAN, PRI y PRD. En mi delegación, el aspirante perredista es un graduado de las sombrías Brigadas del Sol de Bejarano: descartado; del priísta poco sé, a no ser por su fama de mitotero y por esos espectaculares en que se deja fotografiar con cara de iluminado, en una estética redolente del más puro realismo socialista: otro descarte. Me queda el PAN, partido con el que nunca he coincidido, pero que, en tan desolador contexto, será mi pioresnada.
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No votaré, pues, en blanco sino en gris. En el gris de lo triste, de lo desvaído, de lo indiferente. Y, sobre todo, de lo mediocre.

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