Me encuentro entre espantajos, emisarios del bien
y absurdos sacerdotes,
buscando la poesía que sea capaz de plasmar
la infinita belleza y la eterna dulzura
de la doncella del canto.
Y así poder honrarla.
Pero no sé escribir poesía.
Tengo mi corazón y una eterna devoción.
¿Te basta?
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