lunes, febrero 16, 2009

Las columnas del Sampe


Diario Milenio-Puebla (12/02/09)
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Ernesto de la Torre Villar, un bibliófilo en el recuerdo (1917-2009)
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En el ya hoy lejano mes de octubre de 1987 me hice cargo de la edición un libro de cuyo autor guardo ahora gratos recuerdos. Me refiero a La historia de la educación en Puebla (Universidad Autónoma de Puebla) de Ernesto de la Torre Villar. Desde entonces cultivé una gran amistad con él.
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Ernesto de la Torre Villar nunca olvidó sus raíces. Venía a Puebla con bastante regularidad. Lo llegue a ver muchas veces y desayunábamos juntos, casi siempre en compañía de su hijo adoptivo Ramiro Navarro de Anda, colaborador suyo en muchas de sus investigaciones.
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Nacido en Tlatlauqui en 1917, Ernesto de la Torre Villar falleció en la ciudad de México el 7 de enero de este 2009. Había cumplido 91 años. De su larga trayectoria como investigador dejó títulos imprescindibles: Breve historia del libro en México, Elogio y defensa del libro, Metodología de la investigación bibliográfica, archivística y documental y su Bibliografía de los escritores de Puebla y Tlaxcala.
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Miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y del Seminario de Cultura Mexicana, Ernesto de la Torre Villar fue además director del Archivo Histórico de la Secretaría de Hacienda y director del Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la UNAM.
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No olvido mencionar la acuciosa investigación que don Ernesto de la Torre Villar realizó acerca de Fray Pedro de Gante, a quien llamó “Maestro de América” o sus escritos sobre Las leyes de descubrimiento y conquista en los siglos XVI y XVII.
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Un dato más, anecdótico si se quiere: tengo sobre mi escritorio el manuscrito corregido por Ernesto de la Torre de su último libro publicado en la Universidad de las Américas: El colegio de San Juan, centro de formación de la cultura poblana.
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Debo decir, sin que medie ninguna jactancia de mi parte, que me hice cargo del proceso de captura y corrección de este texto que el maestro firma con la colaboración de Ramiro Navarro de Anda, quien murió de manera sorpresiva un poco antes que él.
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He pensado mandar a encuadernar el original de El colegio de San Juan con el fin de donarlo a la biblioteca Lafruaga de la Universidad Autónoma de Puebla. Ahí se conservará en la colección que se resguardan de originales. Así estaré tranquilo porque sé que el texto se quedaría aquí, en su tierra, en su casa.
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Diario Milenio-Puebla (05/02/09)
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Updike, el cronista de un sistema en decadencia
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Autor de una vastísima obra literaria, John Updike (Penn-sylania, 1932-Massachusetts, 2009) es el gran cronista de un sistema en permanente decadencia. Escribe un crítico que Updike es la herencia directa de J.D. Salinger. No lo sé, pero sí podría asegurar que no se explicaría la narrativa de un Raymond Carver (Catedral, De qué hablamos cuando hablamos de amor, Quieres hacer el favor de callarte, por favor, Tres rosas amarillas, Short cuts), de un Don DeLillo (Cosmópolis, Libra, Americana, Submundo) o de un Bret Easton Ellis (Psicosis americana, Menos que cero, Las leyes de la atracción), sin la influencia de John Updike. Mucho le debe a Updike la narrativa norteamericana de la segunda mitad del siglo XX.
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Si Truman Capote, Gore Vidal o Norman Mailer fueron mordaces críticos de las formas de vida americana, Updike, como lo escribe José de la Colina, supo, además de dejar un eficaz testimonio de la clase media de su país, corporizar la escritura.
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Es por eso que en una de sus últimas novelas, Terrorista, sentencia que “los demonios trabajan día y noche, confundiendo las cosas y torciendo lo recto”.
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Recurro al Diccionario de literatura universal de Océano y extraigo de ahí sólo algunos datos: Updike estudió dibujo en Oxford.
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Antes se graduó (en 1954) en la Universidad de Harvard. Fue colaborador de la revista New Yorker. Su primer libro de poesía, La gallina de la carpintería —extraño título en la producción de Updike— fue editado en 1958, año en el que aparece también "La feria del asilo", un corto texto narrativo.
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John Updike publicaría luego una gran cantidad de novelas, entre las que recuerdo Brasil, Parejas, Todos los días domingo, El centauro y El libro de Bech. Toda la narrativa de Updike está llena de personajes marginales en la cotidianidad, aunque llenos de vida en su literatura: un sacerdote onanista, un maestro que recibe maltrato familiar y las complejas relaciones de pareja.
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Me detengo ahora en las novelas que harían de John Updike el gran cronista de la clase media de una sociedad en decadencia: la norteamericana. De Corre, Conejo a Conejo en paz, median El regreso de Conejo y Conejo es rico. Le sigue después Conejo en el recuerdo y otras historias.
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En el personaje central, Harry "Conejo" Angstrom, se reflejan los valores morales del modo de vida americano: Conejo Angstrom –fumador empedernido– en la nostalgia de una juventud llena de canchas de basquetbol/ Harry Angstrom en la experimentación de la vida misma, trabajando al lado de su padre en un taller de linotipo; y con un hijo, Nelson, que va creciendo llenándolo de angustia/ Angstrom administrando una agencia de Toyota propiedad de su suegro/ y Angstrom, el Conejo Angstrom, viendo la llegada de los nietos y temiendo la muerte hasta que ésta llega.
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Updike murió el 27 de enero. Obtuvo en dos ocasiones el premio Pulitzer. La primera por Conejo es rico en 1982, y la segunda por Conejo en paz en 1991. Con su muerte se apaga una de las voces más lúcidas de su generación.
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“Amo escribir y estoy llegando al final de mi carrera,” dijo no hace mucho John Updike.
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Diario Milenio-Puebla (29/01/09)
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La obra selecta de José Manuel Enciso
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El 11 de diciembre del año pasado, en el marco de los festejos para celebrar el XV aniversario de haber sido declarado el Centro Histórico de Zacatecas Patrimonio de la Humanidad, se dio a conocer el libro Obra selecta del pintor, grabador, acuarelista José Manuel Enciso, un libro que será una referencia obligada para quienes deseen estudiar la historia de la pintura en México.
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José Manuel Enciso nació en 1919, el 17 de febrero, en Zacatecas. Su biografía arroja datos muy interesantes: desde su infancia supo de su inclinación hacia las artes plásticas y durante su juventud logró explorar otras manifestaciones del arte como el teatro, la poesía y la tauromaquia. Fue director del IZBA (Instituto Zacatecano de Bellas Artes) e integrante de la Junta Municipal de Monumentos Coloniales. Ha obtenido, durante su larga trayectoria, premios y reconocimientos en el ámbito nacional. Su obra, como lo podrá constatar el interesado, incluye una gran diversidad de técnicas.
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Los comentarios de la Obra selecta estuvieron a cargo de Ismael Martínez Guardado y de José de Jesús Sampedro. A manera de presentación, el poeta Roberto Cabral del Hoyo dejó algunas lúcidas líneas y Ricardo Barajas Pro, con el título “Retratos de lo cotidiano” deja constancia de la obra del artista gráfico en el prólogo.
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Dice Cabral del Hoyo que las técnicas empleadas por José Manuel Enciso son las de un consumado maestro. “Frente a ellas —escribe— mi actitud se vuelve intransigente. Es en el retrato de la persona amada donde más le exigimos al artista (…) el toque mágico capaz de hacer patente la belleza que únicamente nosotros creemos percibir”.
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Los motivos temáticos de la Obra selecta son la ciudad, las figuras rurales, la serie “Lopezvelardeanos”, los bodegones, los cristos y sus matices y los personajes anónimos.La obra selecta la edita el Instituto Zacatecano de Cultura “Ramón López Velarde”, dirigido por David Eduardo Rivera y la fotografía es de Javier Ponce Torres y de Eduardo Román Quezada. Una edición pulcra, excelente.
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En la introducción, Barajas Pro hace un recuento de la historia de las artes plásticas en el estado de Zacatecas. Habla de la trascendencia de Julio Ruelas, los hermanos Pedro y Rafael Coronel, Goitia y Manuel Felguérez. Al referirse a José Manuel Enciso, opina que con él “da inicio un proceso cognitivo fundamentado en la arquitectura, en la historia colonial y en la reconcentración de un imaginario poético donde la unicidad es explorada como un elemento primordial de la vida diaria de México”.
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Es por eso que termina escribiendo: “La vida y la obra de José Manuel Enciso describen un apostolado por la difusión plástica de nuestra entidad, por el estudio y el entendimiento del pasado y del presente, por el trazo espontáneo del futuro.”

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