lunes, febrero 16, 2009

Fosca marcha de nuevo

Diario Milenio-México (16/02/09)
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Fosca es hosca. Y no lo digo yo: lo dice el Diccionario italiano-español. Busco “fosca” y encuentro “fosco, ca”, lo que indica que fosca es un femenino (de hecho, pienso ahora, es lo femenino). ¿Que más dice la entrada? Así reza (aunque sacrílega):fosco, ca, adj. hosco, fosco,lóbrego triste, melancólico.
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Y, de hecho, es todo eso. Falta ahora saber por qué. Muy sencillo: por un amor no correspondido.
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La cinta se llama Passione d’Amore, fue filmada en 1981 y es de Ettore Scola. Basada en una novela de 1869, escrita por el también italiano Igino Ugo Tarchetti y titulada con el nombre de su protagonista femenina, cuenta la historia de Fosca, una mujer de mala salud y peor apariencia. Fosca nació con cara de pocos amigos y, por tanto —frívola que es la gente—, pocos tuvo. Lo que sí tuvo fue un marido trapacero, que se casó con ella por puro interés y, no bien hubo recibido y dilapidado la dote, la abandonó. También tuvo una condición física precaria —vagos pero malhadados padecimientos cardiacos— que, sumada a lo triste de su sino sentimental, pronto se tradujo en uno de esos cuadros de neurosis histérica emblemáticos de las novelas del siglo XIX. Así, Fosca grita como sirena de ambulancia. Y come poco y mal. Y llora. Y violenta a quien se cruza en su camino. Así, su único placer es uno solitario. No el onanismo (al menos no que sepamos: a diferencia de mí, Scola es demasiado elegante para sugerir tal cosa) sino la lectura.
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Pero he aquí que Fosca ha agotado ya la biblioteca de su primo, un coronel que le ha brindado cobijo en el campamento militar en que reside. Así, solícito, el primo pide a uno de sus subalternos, Giorgio, que preste lecturas a su pariente impaciente. Giorgio le llevará los libros y, además, una disposición compasiva, buena conversación y un poco de alegría. Fosca se enamora. Queda presa de la passione d’amore que consigna el título y decide cercar a su presa en lo que se antoja una personalizada y neurótica campaña militar. Le implora. Lo amenaza. Lo hostiga. Giorgio comienza por sentir piedad, luego hartazgo. La desdeña pero ella persiste. Huye pero ella lo persigue.
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En 1994, el compositor y letrista Stephen Sondheim estrenará en Broadway un musical basado en las tribulaciones de Fosca: Passion. En él, escribirá para su heroína deforme de cuerpo, faz y alma, un lamento que se antoja también manifiesto del amor dolido:
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Loving you is not a choice: it’s who I am.
Loving you is not a choice,
And not much reason to rejoice,
But it gives me voice to say to the world:
This is why I live,
You are why I live.
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Amarlo, en efecto, no es elección: es lo que la define. No es elección ni causa de gran regocijo, pero le da voz para decir al mundo “Es por esto que vivo”. (Es por él que vive.)
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Y al final de la canción:
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I will live and I would die
For you.
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Fosca vivirá y moriría por su amor. También lo haría morir, si fuera menester.
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Si he pensado tanto en Fosca a últimas fechas es porque un nuevo avatar suyo ha aparecido en el horizonte, si bien en una trama bastante menos edificante. Las fotografías disponibles en internet la revelan, si no hermosa, cuando menos más presentable que su antecesora. Las semejanzas, entonces, habrán de presentarse en lo que toca al comportamiento. Ama y, al parecer, es amada durante un par de años. Después es abandonada y queda desairada. Entonces, presa de esa passione d’amore que todo devasta a su imperial paso, se entrega a la grande histérie, puesta en escena arrolladora en el peor sentido del término, amplificado su efecto por unos medios de comunicación siempre golosos de truculencia. Se dice escritora y, aunque no demasiado buena, lo es (prueba de ello son sus columnas publicadas en El Universal en 2004). Dice haber sumido en el oprobio a su Giorgio (en esta versión es mucho menos apuesto y responde al nombre de Luis Téllez aunque, en efecto, parece un buen soldado) por “despecho”, porque sólo quería “su afecto” y no lo tuvo.
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Hoy Fosca marcha de nuevo. De ahí que no sorprenda que su seudónimo literario sea, precisamente, Fosca March. O, como lo expresa justo en una de aquellas columnas periodísticas, la Hija de su Rechifosca March.

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