sábado, enero 10, 2009

XXX

Roberto está sentando en un taller de escritores, esperando mamar la suficiente sabia para procrear esos párrafos atorados que esperan algún día convertirse en novela, ahora sólo son fragmentos, simples y cotidianos, juveniles. Todos hablan de Lucía ¿de quién más podrían hablar? Luciferina, la eterna mujer que la asalta en sueños. Lu de día, Mi Lu por la tarde y ayyyyy Luuuuucííííííaaaa en las noches escasas que Roberto recuerda haberla penetrado con esas ansías atoradas, acumuladas.
Ahora el sexo lo ha cambiado por la escritura, que no son más que pedazos de su vida regados en un mar de hojas.
Atrás quedo el cuerpo curvilíneo de Lucía. Ahora lo único curvo que permanece entre sus manos es una botella de refresco, lo único que no se ha esfumado aún.

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