jueves, agosto 07, 2008

La maleta de mi padre

Diario Milenio-Puebla (07/08/08)
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La maleta de mi padre es el título de un libro del Premio Nobel Orhan Pamuk editado por Mondadori, Barcelona. Autor de su varias novelas (afirma que ha sido la pasión de su vida), Pamuk incluye en este breve pero estupendo volumen las palabras que pronunció al recibir el premio ante la Academia Sueca en 2006. Es un texto verdaderamente sorprendente y emotivo.
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El libro se divide en tres partes cuyo tema central es el oficio del escritor y lo que representa la literatura para la vida. El primer apartado es el que le da título al volumen. La segunda parte se intitula “El autor implícito” y la tercera se llama “En Kars y en Frankfurt”.
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Orhan Pamuk nació en 1952 en Estambul, Turquía. Es arquitecto y periodista en su país y un elogio de John Updike sobre su novela El castillo blanco, atrajo la atención de los críticos de todo el mundo.
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Su obra ha sido traducida a casi todos los idiomas. Pamuk ha sido distinguido con muchos premios, entre los que destacan el Premio al Mejor Libro Extranjero en Francia y el Premio de la Paz que otorgan los libreros alemanes.
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El texto que abre La maleta de mi padre es una confesión sobre la relación del autor ente la literatura y ante la relación paterna. Es una verdadera lección acerca del oficio del escritor. Dice Orhan Pamuk que quien desee escribir novela tiene que dejar la vida mundana, la vida del exterior. Y hace una exacta comparación entre las adicciones y la literatura, tomando como base el contenido de lo que hay en esa maleta que el padre le deja antes de morir, sólo con la promesa de que la abra cuando “él se haya ido”.
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Con párrafos lúcidos y muy acertados, Pamuk hace reflexionar sobre el tiempo, la vida cotidiana, la novela y –como lo dije líneas arriba– la vida misma.
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Por ejemplo subraya: “Para ser escritor, antes que la paciencia y el esfuerzo, debe surgir en nosotros el impulso de huir de las multitudes (…) de las vivencias de los demás, y encerrarnos en una habitación (él propone que sea llena de libros) para forjarnos un mundo profundo mediante la escritura.”
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Lo que no se pregunta Pamuk –y que yo sí me pregunté– es la forma en que ha de sobrevivir un escritor. No todos los escritores han tenido esa “gracia del cielo” para encerrarse y escribir aunque sea media cuartilla al día, tal como él lo aconseja. Un escritor –siempre ha sido así— al mismo tiempo es joyero como Juan Marsé, o profesor o burócrata, como tantos y tantos. Pocos pueden jactarse de vivir de lo que escriben.
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De cualquier manera, lo que afirma Pamuk es bastante importante para quienes (no importa que se tengan más de cincuenta años) hayan decidido que la novela, el cuanto o la poesía es lo suyo. Es verdad que nunca es tarde.
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Orhan Pamuk: “creo que la literatura es la experiencia más valiosa que el ser humano ha creado para comprenderse a sí mismo (…) es la capacidad de hablar de nuestra propia historia como si fuera la de otros, y la de otros como si fuera la nuestra”.
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Y cuando escribe en el apartado “El autor implícito”, dice que la mayor fuente de felicidad es escribir media cuartilla cada día. Ésa es entonces la aventura del escritor.

martes, agosto 05, 2008

Franz, el ur-bloguista



Diario Milenio-México (05/08/08)
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Las apariencias engañan, dice el dicho. La proliferación de la escritura electrónica en los albores del siglo XXI pareciera ser el resultado más o menos lógico de la tecnología moderna. Pareciera que alguien tiene un blog porque posee una computadora que incluye la función necesaria para elaborar una bitácora electrónica. Sin embargo, basta leer a autores como Macedonio Fernández o Franz Kafka para darse cuenta de que, sin otro instrumento más que el lápiz y el papel, y una que otra estampilla postal, estos autores escribían ya electrónicamente.
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El ejemplo del caso: Las cartas a Felice, esos tres volúmenes de misivas que de manera regular y obsesiva y detallada le escribiera Franz Kafka a una mujer con la que, también aparentemente, él planeaba casarse. La lectura de entrada tras entrada, misiva tras misiva, no deja lugar a dudas. Franz Kafka fue, en el más literal de los sentidos, un bloguista excelso. Un verdadero prócer del género. Escritas en la oficina, en la casa o en el tren, antes de dormir o justo al despertar, largas o cortas, maravillosamente profundas u obsesivamente detalladas, todas estas cartas dirigidas a un público específico (en este caso Felice Bauer) y producidas en cantidades descomunales (con frecuencia dos al día, por ejemplo) vienen claramente de la mente de un bloguista empedernido.
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Se nota, antes que nada, su obsesión por la escritura –esa actividad que, según su carta escrita entre el 14 y 15 de enero de 1913, “significa abrirse desmesuradamente” pero para la cual “nunca puede estar uno lo bastante solo..., nunca puede uno rodearse de bastante silencio cuando escribe, la noche resulta poco nocturna, incluso”. Unos meses después, tampoco tuvo empacho alguno en declarar: “Pasarme las noches escribiendo como loco, eso es lo único que quiero. Y que ello me haga derrumbarme aniquilado, o volverme loco, eso lo quiero también, porque es la consecuencia necesaria y por largo tiempo presentida”. [13/VII/13] Escribir siempre, en todo momento, no por dos horas, como le aconsejaba su prometida, sino al menos diez horas al día. Eso quería y, en todo caso, eso es precisamente lo que hacía, frente a la hoja o aproximándose a la hoja, escribir –la primera obsesión de todo bloguista.
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Sus observaciones, como las de todo buen bloguista, fueron muy variadas. No hubo cosa de la vida cotidiana que le resultara demasiado pequeña o insulsa– el rostro de una mujer en el andén, la descripción de la oficina a la que en no pocas ocasiones denominó como su propio infierno, paseos con amigos, paseos a solas, horas de duda, horas de desolación. Las obras de teatro a las que asistía, los libros que leía, sus opiniones sobre el cinematógrafo (y sobre este tema, por cierto, hace no mucho se publicó el libro Kafka Goes to the Movies de Hanns Zischler) le merecían comentarios especiales. Como muchas de estas misivas estaban destinadas a capturar la atención afectiva de Felice, éstas contienen también reflexiones sobre el amor –o la imposibilidad del amor para ser más exactos– y las relaciones humanas. Algunos pasajes típicamente kafkianos incluyen: “Pero qué pasa cuando le falta a uno la fuerza de conquistar a un ser por completo?” del 12 y 13 de febrero de 1913. O la siguiente: “Y ahora, mi amor, tómame, pero no olvides, no olvides rechazarme a su debido tiempo”. Y por el mismo estilo: “La eterna preocupación de mis cartas es liberarte de mí, pero en cuanto me parece haberlo conseguido, me vuelvo loco”.
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En su ur-blog, Franz Kafka también se refirió de manera irónica a los comentarios usualmente positivos que recibían sus escritos. No aceptó ninguno de ellos y a todos los caracterizó, casi invariablemente, como malas interpretaciones exageradas, aunque nunca hizo el esfuerzo de expresar este rechazo en público. Eso, sin duda, se debe a que en realidad Franz no tenía, como lo expresó otro día de febrero, “ningún plan, ninguna perspectiva, yo no puedo entrar en el futuro por mis propios pasos; precipitarme en el futuro, rodar en el futuro, tropezar y caer en el futuro, eso sí puedo hacerlo, y lo que mejor soy capaz de hacer es quedarme tumbado”. Siempre y cuando, claro está, esa posición le permitiera seguir escribiendo.
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Con todo y todo, Franz, famoso por su desgano, su tuberculosis, y antipatía contra el mundo, no pudo deshacerse de otra característica del buen bloguista: la coquetería. En su carta del 8 de abril de 1913, Franz retaba de manera socarrona a Felice: “Tienes que admitir que poseo el arte de hacerme seductor”.
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Franz –y lo llamo así porque así firmaba su ur-blog– escribió esto otro día de febrero: “En otros tiempos, cuando mi visión de mí mismo era aún más precaria, y creía que no me era permisible dejar de prestar atención al mundo ni un solo instante, en la pueril suposición de que el peligro está ahí...”. La oración continúa, pero el “ni-un-solo-instante” y la palabra “peligro” que viven dentro de esta declaración me obligan a detenerme. Esos dos elementos me convencen una vez más. Resulta apabulladoramente obvio. No hay explicación alternativa. Franz fue y sigue siendo el verdadero ur-bloguista: aquel que sabe que “prestar atención al mundo” es sólo una descripción un tanto larga pero bastante exacta del acto de escribir.

lunes, agosto 04, 2008

Facha de mandatario



Diario Milenio-México (04/08/08)
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¿Presidente yo?
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Hay quienes simplemente esperan demasiado del espejo. Una vez que los cambios de la adolescencia terminan de modificar el semblante, tiende uno a preguntarse si tiene ya la facha del que quisiera ser. Cosa sencilla cuando lo que se busca es hacer fortuna como facineroso, bastan apenas unas horas de arresto para adquirir la pinta patibularia. Otros, en cambio, la vimos más difícil, seguramente sólo por ingenuos. Me recuerdo buscándome —frente al espejo, con diecinueve años— la cara de Presidente de la República, sin otro resultado que una discreta y fugaz decepción. ¿Debía uno parecer, incluso tan temprano, lo que en secreto habíase propuesto ser? A juzgar por la corpulencia de la ambición de quienes al final lo han conseguido, se trata de una convicción sintomática, cuando no patológica, y esas cosas se notan. Si por sí mismas no hacen por destacarse, muy poco hace el espejo para convocarlas. Cierto es que me esforzaba por alcanzar el porte de mandatario, pero igual no lograba imaginar al jefe del Estado Mayor atrás de mí, tieso como una estatua; al cabo, para el caso, me era más fácil imaginarlo riéndose. Creía, ingenuamente, que esas caras solemnes se tenían, cuando lo único cierto era que se ponían. En ciertas profesiones, no es uno más ni menos que la cara que logra poner.
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Sería demasiado sencillo, amén de chabacano, concluir que Radovan Karadzic es un tipo con cara de asesino. Otros, no pocos, le vieron un buen tiempo cara de presidente, y hasta hace tres semanas menudeaban los distraídos que le encontraban cara de sabio. Es decir, tiene la cara que pone. Lo cual de entrada prueba que nadie tiene la cara dura, pero algunos consiguen endurecerla durante el tiempo bastante para convencer a los demás de aquello que el espejo nunca estará seguro. Fuimos mal enseñados a respetar valores que nadie respetaba en realidad, como los rostros en extremo adustos de esos políticos que jamás se cansaban de jurarle fidelidad a la Patria. Ni a la esposa, ni a los electores, ni a la secretaria. Personas de modales en apariencia rígidos, y a la hora buena más relajados que los de los auténticos facinerosos. Más allá, pues, de la facha que pueda presentar al prójimo el ex presidente Karadzic, se nota su talento al menos en dos ámbitos: es un facineroso y un caradura. ¿Cómo no iba a tener cara de presidente?
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Farsante llama a farsante
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En los dominios del rebaño infantil, basta un rictus de pasajero desconcierto para ganarse la fama de idiota. Poner cara de bobo es ser bobo y pagar las consecuencias, al tiempo que otros logran salirse con la suya poniendo a tiempo su cara de malo, que con algo de esfuerzo el paso de los años transformará en la mirada torva del hijo de puta. O en su sonrisa chueca, que también aporta. Karadzic, para el caso, tiene una buena colección de pintas. Ahora mismo, no le queda más que jugar al héroe incomprendido y traicionado. Tal es la cara que ha puesto en La Haya, convencido tal vez de que sus naturales dotes polifacéticas han terminado por borrar la cara que un día tuvo, en favor de la que le pueda convenir. Por razones quizás emparentadas con la cobardía propia de los rebaños, la cara de héroe no parece desentonar con la de matón.
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Dice uno que fue ingenuo para que no lo tachen de ignorante, o para no aceptar que es perezoso. ¿Cómo explicar, si no, que basten una cola de caballo y unas barbas blancas para que quien tenía cara de asesino fuera visto como un hombre sabio y bondadoso? Serviría tal vez considerar que ante otros, nunca pocos, el matón tiene cara de héroe, y heroicos serán a sus ojos los trece años que Karadzic pasó a salto de mata, disfrazado de experto curandero. Nada que le gustara ver en el espejo al falso viejo sabio, farsante varias veces injertado en farsante, para quien no quedaba más consuelo que encerrarse en un bar, entre sus partidarios, solo junto a su foto como presidente: un hombrón arrogante y mofletudo, con la melena siempre alborotada y esa pose de superioridad histriónica a la que años más tarde la Interpol llamaría “conducta extravagante”.
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Indignación balcánica
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Si pensara de pronto como cineasta, me gustaría que la escena fuera conmovedora. Transformado en gurú de la energía cuántica humana, el matón de multitudes se asila en el rincón de una taberna oscura para brindar a solas con su viejo retrato. Lo difícil sería, llegado el caso, despojar de cursilería al esperpento, luego de ver a Karadzic en La Haya quejándose no porque según él sea inocente, como porque el gobierno americano le había prometido inmunidad. Igual que Pinochet y Echeverría, el serbio no parece concebir que por medio de un trámite administrativamente irregular se dé curso a un juicio por el asesinato de miles de personas. La de veces que del ’95 para acá, y más aún en las últimas dos semanas, se habrá ya preguntado ante el espejo cómo le pueden hacer esto a él. Allí está, ante las cámaras, con su carota de ciudadano indignado. No puede ser, alegan ambas cejas, esto es un atropello.
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Alguna vez encarcelado y convicto por estafa, el ex presidente serbio no tiene otra salida que recobrar su vieja cara dura y desplegarla hasta el final del juicio, alegando con Göring que el enjuiciado es siempre quien perdió la guerra. Diciendo sin decir que todos esos miles de ejecutados no intimidan a quien hizo lo que hizo en nombre de la Patria, y alegando en voz alta, como hasta hoy, que se defiende ante ese tribunal no porque reconozca su legitimidad, sino porque lo agrede personalmente, como lo haría una catástrofe natural. Momento de plantar la cara de mesías, de modo que al subir a la cruz quede claro quién va a pagar la cuenta por las atrocidades del rebaño entero. Es lo bueno de haber sido presidente: se tiene cara para cualquier cosa.

Impensable, descentralizar la cultura-(Diario Intolerancia/Cultura 03/08/08)

Roberto Martínez Garcilazo, director de la Casa del Escritor, señaló en entrevista que el hecho de que varios poblanos hayan llegado a Bellas Artes alimenta el nefasto núcleo cultural del país.
Fernando Sánchez Clelo
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Al término de la lectura que quince creadores jóvenes de Puebla brindaron en la sala Ádamo Boari de Bellas Artes, el director de la Casa del Escritor, Roberto Martínez Garcilazo, se pronunció a favor los talleres que se brindaban en Casa de Cultura en los tiempos del entonces secretario de Cultura, Pedro Ángel Palou; también señaló que es casi imposible luchar contra el nefasto centralismo cultural del país, motivo por el cual es indispensable que en la ciudad de México haya presencia poblana.
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Hipersacralizado
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Martínez Garcilazo comentó para Intolerancia Diario el simbolismo que representó introducir la literatura poblana al centralismo cultural.
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—¿Qué objetivo se cumplió?
—Es un intento de venir al centro del país para alimentar el nefasto centralismo cultural, político y económico de México. “Yo creo que jamás se va a descentralizar la vida política y cultural de este país, pero si nos sentamos a esperar la descentralización y la emergencia de nuevos centros culturales de los estados y de las regiones, nos vamos a quedar sin hacer nada.
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“Pero se trata de venir al espacio ‘hipersacralizado’ e ‘hipersimbólico’ de la cultura nacional, que es Bellas Artes, a hacer una lectura de la literatura que se está haciendo en Puebla actualmente, de los narradores y poetas jóvenes, en búsqueda de un foro nacional y de publicaciones”.
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—¿Cómo piensan lograrlo?
—Invitamos de manera deliberada a los responsables del Fondo Editorial Tierra Adentro. Insistiré que estén en contacto con los que están creando en Puebla porque es una manera de proveer de oportunidades a los autores que están trabajando en nuestra ciudad, porque ni siquiera es en nuestro estado, es en el municipio de Puebla.
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“Son quince escritores muy respetables, maduros en sus voces, muy cabrones. Si se cumplió el objetivo, todavía no lo podemos saber. Yo creo que la semana próxima tendremos los elementos para hacer un balance.”
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—¿Por qué no se buscó antes un evento como éste?
—No sé, la verdad. Se hizo ahora por iniciativa del gobierno de Puebla, y la segunda parte de esta acción es una serie de lecturas que vamos a realizar en la Casa de la Lectura de la Condesa. Esto lo tratamos cuando todavía estaba Silvia Molina como directora de Literatura, después hablamos con la maestra, quien mantuvo el ofrecimiento y lo vamos a tomar.
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—¿A futuro, tienen nuevos proyectos?
—Hace unas horas le envié una propuesta a la Dirección Cultural del INBA para realizar las primeras lecturas de inéditos. Ahora serán los inéditos poblanos porque de los narradores que hoy se presentaron, casi todos tienen libros publicados o han publicado en suplementos o revistas.
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“Los jóvenes que vamos a traer a partir de la última semana de agosto, son los inéditos poblanos, mucho más jóvenes.”
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—¿Por qué inéditos?
—El objetivo es fortalecer las vocaciones o desaparecerlas, en caso de que sean falsas, así de simple.
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“Traemos a los más jóvenes a la Casa de la Lectura de la Condesa a hacer sus lecturas y algo tiene que pasar, yo creo que es parte de la promoción cultural promover y fortalecer vocaciones y clausurar otras.
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El Collhi, proveedor
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—¿Qué significa que la mayoría de los narradores que se presentaron hayan pertenecido al taller de Samperio?
—Es interesante descubrir que la mayoría son del taller de Samperio. Pero también hay otro rasgo interesante, la mayoría son del Collhi, y es significativo porque su plan de estudios no tiene ninguna batería curricular orientada hacia la creación literaria.
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“Incluso algunos profesores del Collhi se esfuerzan por hacerles entender a lo alumnos que si entran con la esperanza de ser creadores literarios, que mejor se salgan de la escuela porque ellos forman investigadores y docentes de bachillerato. Afortunadamente no se salieron y están acá, haciendo una lectura de su obra.”
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—¿El Collhi debería de tomar nota de esta presentación?
—Es interesante, tal vez esto debería ser suficiente para modificar los planes curriculares del Colegio de Lingüística y Literatura e introducir los talleres de creación literaria.
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“Tal vez hasta las formas de titulación por medio de obra creativa, como se hace por ejemplo en la Ibero, donde te puedes titular con un libro de cuentos o un poemario.”
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Samperio, ineludible
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—Siete de los ocho escritores que se presentaron pertenecieron al taller de Guillermo Samperio, por lo que el siguiente tema es ineludible.
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—¿Se ha pensado abrir talleres de creación literaria como los que se tuvieron hace algunos años?
—Esto es una comprobación factual, empírica, de la pertinencia de lo acertado que fue en tiempos de Pedro Ángel Palou impulsar esos talleres con Guillermo Samperio, con el poeta Vicente Anaya y con Daniel Sada.
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“Los frutos del taller de Sada están a la vista, del taller de Anaya el grupo de Alí Calderón, y del taller de Samperio son éstos, un árbol frondosísimo.”
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—Entonces los talleres fueron exitosos.
—Pienso que en conjunto son una comprobación de que fue una política acertada y que se debería de volver a hacer.
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“Deberíamos retomar esa experiencia exitosa y volver a hacer talleres de ese tipo porque ya vimos que sí funciona.”
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Para esos momentos, las luces de la sala Ádamo Boari se fueron apagando gradualmente para dar por concluida la sesión, no sin antes invitar a la siguiente sesión de literatura hecha en Puebla, en la que participarían Granda Estephania, Moisés Rojas, Víctor Benítez, Karen Rojas, Guillermo Carrera, Monserrat Morales, Gina Lizeth y Valeria Guzmán.
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La antesala de Bellas Artes fue el espacio donde se saludaron los narradores y los asistentes que se acercaron a despedirse al concluir este hecho sin precedente para Puebla.
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Sin precedente
La presentación de la obra literaria de ocho jóvenes narradores poblanos, esto con la finalidad de difundir la literatura hecha en Puebla, ocurrió a las 19:00 horas del pasado miércoles. Martínez Garcilazo dio apertura a este acto sin precedente alguno, señalando que el rango de edad de los escritores oscilaba entre los 19 a los 34 años, representando a dos generaciones de escritores poblanos.
-Por su parte, al presentar a los participantes, Yussel Dardón agradeció al Instituto Nacional de Bellas Artes su interés en esta presentación, además de dedicar la lectura a “Pepe Momoxpan”, quien recientemente fue golpeado por un grupo de judiciales.
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“La muestra que aquí tenemos es significativa porque hay muchas tendencias y queremos mostrar la diversidad literaria existente en Puebla”, explicó.
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Los jóvenes creadores se presentaron en dos rondas, en la primera participaron Judith Castañeda, Alejandro Badillo, Ricardo Cartas y Fernando Sánchez Clelo. En la segunda ronda hicieron lo propio Rodrigo Durana, Javier Dorantes, Guillermo Garay y Yussel Dardón.
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Entre los diversos comentarios de los escritores, aclararon que ellos son sólo una pequeña muestra de la literatura hecha en Puebla, pero que esperan que pronto existan nuevas oportunidades para que otros creadores puedan presentar su obra.
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También se mencionó que sólo se pueden referir al caso de Puebla por ser su espacio inmediato, pero que están seguros de que en cada estado, en cada ciudad, hay escritores, artistas gráficos, músicos o cineastas que pasan desapercibidos, que no son apoyados y que lamentablemente de algunos de ellos nunca se conocerá su obra.
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Por ello, hicieron un reconocimiento a los que permitieron que se llevara a cabo esa presentación para dar a conocer su obra, con la esperanza de que sólo sea el inicio de un “estallido” de la literatura poblana.
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Tiempos de Palou
“Siete de los ocho escritores que se presentaron pertenecieron al taller de Guillermo Samperio, por lo que el siguiente tema es ineludible. Esto es una comprobación factual, empírica, de la pertinencia de lo acertado que fue en tiempos de Pedro Ángel Palou impulsar esos talleres con Guillermo Samperio, con el poeta Vicente Anaya y con Daniel Sada. Los frutos del taller de Sada están a la vista, del taller de Anaya, el grupo de Alí Calderón, y del taller de Samperio son éstos, un árbol frondosísimo”.
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Pequeña muestra
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De entre los diversos comentarios de los escritores, aclararon que ellos son sólo una pequeña muestra de la literatura hecha en Puebla, y esperan que pronto existan nuevas oportunidades para que otros creadores puedan presentar su obra en la capital del país.