jueves, junio 19, 2008

Yo quiero que haya mundo. 50 años... ¿solamente?* de Felipe Galván

Elena Garro es una hechicera. Con esta definición arranca Víctor Hugo Rascón Banda el núcleo del prólogo en la edición pensada, convocada, potenciada y ejecutada por Patricia Rosas Lopátegui para el corpus de 653 páginas puntillosamente aglomeradas en 42 líneas de alrededor de 100 golpes en letra Times New Roman de 10 puntos. Con esta magnitud de obra prioritariamente ensayística sobre la producción literaria de la poblana–igualtecacapitalina y ciudadana del mundo, por supuesto que le da la razón a nuestro actual presidente de escritores mexicanos.
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Elena hechizó a Patricia Rosas Lopátegui como hechizó a los estudiosos de su narrativa, su dramaturgia, su poesía, su memoria, su periodismo, su vida y su leyenda; como hechizó a sus intérpretes y a sus creadores propositivos. Sin embargo, hablar de la autora como hechicera y quedarnos ahí es ver la superficie por entre la posibilidad de cala oculta y resguardada por el olvido, el desinterés o el cuasi delincuente academicismo que la escondió por décadas. Al presente trabajo editorial que sellan la editorial Porrúa y la Universidad Autónoma de Puebla le ha tocado ser un grito contenido durante muchos años, un estudio omitido en décima de quinquenios, un concentrado que viene a omitir un silencio ominoso de medio siglo.
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¿Quién es Elena Garro? Cuando esta pregunta me fue formulada en 1998 por una periodista local un día después de su fallecimiento contesté: es la mayor escritora nacida en este territorio desde los tiempos de Juana de Asbaje. Así se publicó y no faltaron los críticos mordaces que comentaron sobre lo escandaloso de Galván. Tenían razón en lo escandaloso que suelo ser, a veces, pero no en las implicaciones sobre nuestra Elena. Hoy, a 10 años de haberlo externado, lo veo impreso y firmado por René Avilés Fabila en el libro que nos ocupa esta tarde. En estos 10 años lo he repetido varias veces con mi querida maestra Maite Colchero y ella, que es bastante más cauta que yo, sonríe con un gesto alegre que interpreto como ¡sí! Pero lo dices tú. Creo que académicamente el tiempo va dando la razón a la escandalosa afirmación del 98 en el siglo pasado.
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Elena Garro hechiza, pero no por ser una maga, una bruja, una chamana o manejadora de artes metafísicas; su capacidad de hechizar la da su inventiva, su ficcionalidad, su contundente imaginación al desarrollar sus planteamientos dramatúrgicos y narrativos, principal pero no exclusivamente. Es ahí, en su obra, donde brota la maestría, la seducción, la elevación del espíritu del receptor que accede a la propositividad literaria de la autora; más, mucho más allá de lo que la leyenda negra o las leyendas negras que empantanan el acercamiento al corpus de su creación.
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¿Por qué hablar de la esposa de Paz y elucubrar alrededor de una relación abortada después de años cómplices y tormentosos? ¿Por qué discernir alrededor de una vida señalada, perseguida y empobrecida? ¿Por qué llorar por una mujer que vivió el exilio en la casi miseria? Por supuesto que son factores interesantes para la creación de la leyenda, de la heroína, de la otredad en una propuesta narrativa o dramática; es válido. Pero para fines de análisis de la obra sólo será la obra misma la que debe hablar y en esto se debe centrar el estudio alrededor de la autora que provoca esa hipótesis de trabajo de ser la más grande en nuestro territorio desde sor Juana. Con esto hay para trabajar décadas y seguramente siglos.
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Los señalamientos sobre su vida llevan a señalamientos automáticamente asumidos alrededor de la obra que alejan del rigor e impiden la profundización en cala. Hace algunos años en Lylle, Francia, durante un panel sobre teatro del 68, escuchamos a un investigador calificar la obra dramática póstuma de la Garro, Sócrates y los gatos, como una obra reaccionaria por los ataques implícitos al Partido Comunista. Mi reacción incluso fue grosera pues mandé al investigador a leer las Memorias de España, haciéndole hincapié en la descripción solidaria de trotskistas y anarquistas perseguidos por los comunistas españoles. Elena Garro, le dije, está no sólo en retardataria contraposición a los comunistas sino, por el contrario, parece ubicarse en una izquierda más allá del comunismo ortodoxo que reclama los calificativos de arte reaccionario, entre otros.
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De momento me vino muy bien para zanjar la discusión sobre el supuesto reaccionarismo de Elena en esa obra, e incluso me permitió afinar el artículo sobre ideología en el teatro del 68 mexicano, ¿pero realmente estaba Elena Garro más a la izquierda del PCM? Interesante cuestión para la provocación creativa alrededor de la Garro, pero ociosa cuestión para el análisis de su obra. A nadie se le ocurrió analizar la influencia de la mano perdida en Lepanto sobre la génesis de don Alonso Quijano, pero muchos quieren ver la obra de Elena Garro desde la perspectiva de mujer o ex mujer de Paz o aliada política de Carlos Madrazo o perseguida por la pobreza, el priismo y el comunismo mexicano.
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Yo quiero que haya mundo. Elena Garro, 50 años de dramaturgia abre el espectro sobre la obra de Elena con planteamientos de toda la ocurrencia amigable, curiosa, solidaria, analítica estructural, interpretación poética, política o de naturaleza múltiple que viene a subsanar el gran vacío alrededor de una de las obras de mayor envergadura en la literatura mexicana del siglo XX. Hay que agradecerle a Rosas Lopátegui el señalamiento de cualquier línea de trabajo que se quiera abordar y profundizar sobre la autora; a partir de la edición será ésta la referencia obligada y plataforma de innumerables trabajos por venir.
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La aportación poblana es contundente no sólo por la coedición firmada por la universidad pública de la entidad y apoyada por el municipio recién superado cronológicamente. Héctor Azar, María Teresa Colchero, Olivia Hernández, Ana María del Gesso, Aída Gambetta, Diana Hernández, Araceli Toledo, Ligia Rivera, Tanya González, Sara del Valle, María del Carmen Santibáñez, Blanca Estela Santibáñez, Mario Calderón y Rosa María Farfán acompañan a la originalmente poblana Elena Garro en la antología de Patricia Rosas Lopátegui. Esto no es casual porque, si bien Elena es un personaje de la cultura de habla hispana, bastaría con Un hogar sólido para corroborar lo anterior de quien hemos hipotetizado que es la más grande desde Juana de Asbaje. Nadie podrá refutarnos que es la mayor escritora de la historia de Puebla, y esto no es hipótesis, es axioma. Por supuesto que en , donde la autora tiene su nicho original, biológicamente hablando, tuvo, tiene y tendrá su centro de interés de investigación primigenio. Las Jornadas latinoamericanas de investigación teatral organizadas en Puebla por la Universidad de Tennessee y Espacio 1900 de Manuel Reigadas, ahora apoyado por la comunidad cultural y académica local, desde principios de los 90 del siglo XX inició en su primera versión precisamente con un homenaje, reflejado en trabajos de investigación, a Elena Garro. Ahora Patricia Rosa Lopátegui fuerza con su entrega, su amor y dedicación a nuestra autora a que profundicemos cotidianamente en la tarea de conocer más a Elena, estudiar más a la Garro, reflexionar más sobre la obra de nuestro autor mayor, trabajar más sobre el trascendente corpus heredado
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¿Qué podemos hacer en Puebla alrededor de la obra de Elena? Apunto algunas posibilidades
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Se ha mencionado que Pedro Páramo marca el inicio del bien o mal llamado realismo mágico, lo cual se traduce como que éste tiene padre y su apelativo es Juan Rulfo, podemos decir en esa misma dirección que Un hogar sólido es el inicio dramatúrgico en la misma línea, esto quiere decir entonces que también tiene madre, y se llama Elena Garro. A partir de la anterior observación, cabría establecer relaciones, semejanzas, interculturalidades, coincidencias y contradicciones estilísticas entre una y otra obra.
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Los recuerdos del porvenir nos transporta a la cristiada y su control en el hipotético poblado de Ixtepec, que muchos decodificadores ubicamos en la Iguala guerrerense; durante los 20 tardíos la tropa llega a tomar la población relacionándose con las pobladoras principalmente. El lado de las relaciones humanas en el marco de una guerra absurda y poco estudiada, porque el discurso hegemónico priista lo impidió durante años. Novelas diversas como Los cristeros, de De Anda, permanecieron en el ostracismo por definición del poder. Los recuerdos del porvenir pasan sin censura, y aunque es cierto que su recepción pareció ser limitada y lenta, también es obvio que tiene características que la diferenciaron de otros corpus que abordaron una temática coincidente. Tampoco son aún los 80, cuando Chao Eberguenyi publica De los altos primero y Matar al manco después, que vuelan de las librerías, entre otras cosas, sospechas aparte, por abordar una temática hasta entonces “prohibida”. De esto surgen varias preguntas, entre éstas: ¿cómo es que 20 años atrás la novela de Garro no sufrió ningún contratiempo? ¿Qué diferencias existen entre el corpus de Los recuerdos... y novelas anteriores (o posteriores) sobre la misma temática?
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Finalmente, un comentario: hace algunos años editamos el primer tomo del Catálogo de la obra de Emilio Carballido, un trabajo enorme de Socorro Merlín por lo cuantitativamente contundente que fue la producción de nuestro clásico dramaturgo recién fallecido. Patricia Rosas Lopátegui apunta en su arduo trabajo el catálogo de la obra de Elena Garro; está su narrativa, su dramaturgia, su memoria, su poesía, su periodismo. Es la primera y a la mano tarea que claramente podemos, debemos y tenemos que abordar. Con lo de esta edición, lo ubicado en los archivos de Escenología, del CITRU, de la UNAM, de Puebla, de Tennessee, de la Universidad de Guadalajara y de entrevistas directas ya nos estamos dando a la tarea de construir el catálogo de la obra de Elena Garro, un catálogo necesario para el acercamiento básico a nuestra gran autora de la postrimerías del siglo XX pero que, sin lugar a dudas, crecerá cada vez más como lo ha hecho en los diez que lleva de ausente, pese a los innumerables “Salieris” que tanta sombra le hicieron en vida y a los cuales ya no les quedan pasillos palaciegos, páginas de diarios o chismes boca a oído, sino lo único que las postrimerías pueden escuchar: la solidez artística de las obras. Y en eso la poblana–igualteca–chilanga ciudadana del mundo lleva bastante buen ritmo, algo de lo que nos informamos por obviedad gracias a Rosas Lopátegui.
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*Texto leído por Felipe Galván ayer, durante la presentación del libro Yo quiero que haya mundo. Elena Garro, 50 años de dramaturgia, de Patricia Rosas Lopátegui, editado por la Universidad Autónoma de Puebla y editorial Porrúa.

Producciones ultracostumbristas

Diario Milenio-Puebla (19/06/08)
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El movimiento literario Ultracostumbrista proviene de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Puebla. Sus miembros (todos ellos egresados del Colegio de Lingüística) son conocidos bajo esa denominación gracias a Édgar List, poeta hijo del estridentista poblano don Germán List Arzubide. Ellos –los Ultracostumbristas— no se han autoincluido en ninguna ridícula generación inexistente: trabajan con modestia, sólo eso.
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Bajo la atinada conducción del doctor Carlos Contreras Cruz, director de Fomento Editorial de la UAP, dos miembros del movimiento Ultracostumbrista han publicado parte de su obra. Me refiero a Rodrigo Durana y Ricardo Cartas Figueroa, ambos académicos de la Preparatoria Emiliano Zapata. Los dos escriben sin alardes y en silencio, como se debe hacer con el ejercicio literario. El resultado de su trabajo, como todo en la vida, lo marcará el tiempo. Por lo pronto, ellos nos han entregado un libro de cuentos y una novela. El libro de cuentos de Rodrigo Durana El calzón de Margarita (sugestivo título) aparece en la colección “Alejandro Meneses”; y la novela de Ricardo Cartas Los suplicantes, en la colección Asteriscos del catálogo editorial de la UAP. Una muy buena decisión –hay que recalcarlo— del doctor Contreras Cruz. Las ediciones de la Autónoma de Puebla tienen un muy buen reconocido sitio a nivel nacional e internacional
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Durana y Cartas no son improvisados en la materia; ellos fueron miembros del taller de cuento que impartió Guillermo Samperio en Puebla, además de que ejercen el oficio desde hace tiempo.
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He leído con mucho placer El calzón de Margarita, libro donde encuentro en sus textos la imaginación desbordante de Rodrigo Durana. Sólo con imaginación se hace la verdadera ficción narrativa. Si no la hay, los resultados serán siempre magros, nulos. Debo confesar, sin embargo, que algunos de los cuentos ya los conocía desde que Durana había trabajado los originales, caso de “La isla II. El Mico” y de “Brave”. Y debo confesar que me han sorprendido de la misma manera que la primera vez.
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La novela de Ricardo Cartas lleva una cuarta de forros de René Avilés Fabila, donde asienta que “Los suplicantes brilla por sus personajes y su trama inteligente”. No he de contar la trama, para que los lectores la busquen. Lo prometo: no se van a arrepentir.
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René Avilés Fabila, un crítico con enorme autoridad, describe Los suplicantes como una novela donde el narrador se mete en sus personajes para hacerlos verosímiles, y su desenlace es intenso e inesperado: es en “el entierro de los muertos” donde se pierde la inocencia y se levanta el enigma. Felicidades a los Ultracostumbristas Durana y Cartas por la edición de estos volúmenes, que sí serán leídos dentro de treinta años con el mismo gusto de hoy y en su movimiento que defienden con orgullo. Viva entonces el agua de horchata, como ellos mismos lo proclaman.

martes, junio 17, 2008

Juntos

Y permanecer en tu regazo,
para morir de locura contigo,

después

revivir en el calor de tu abrazo.

Luego, juntos, caminar hacia
la calma.

Y al final, antes de volvernos fantasmas,
engendrar un retoño
para ser recordados.

El guiño de lo real / y II



Diario Milenio-México (17/06/08)
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La novela histórica captura y detiene la realidad con una especie de guiño, ese gesto entre seductor e incompleto con el cual se evoca y se invita a lo que no está ahí.
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Fragmento y Collage: conocimiento como choque y revelación.
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Este entendimiento de la imagen como invocación de la muerte tiene su corolario en el énfasis que Walter Benjamin siempre puso en el fragmento —el fragmento que usualmente denominó como altamente significativo—. Los objetos de conocimiento no eran, dentro de esta acepción, fenómenos que una vez desdoblados en la línea ascendente del tiempo progresivo podrían ser cooptados en formas políticas que, para un Benjamin que trataba de huir de Europa, estaban firmemente reflejados en los efectos perniciosos del fascismo. Se trataba, en cambio, de pedazos, trozos, cachitos, donde la historia se inscribía y, para conocerlo/as, era necesario actualizar tal imagen, es decir, hacerla presente, rompiendo el mito de continuidad y del progreso. No es extraño, entonces, que haya optado –e incentivado a su vez a tantos más– a utilizar el collage como una forma narrativa capaz de capturar tal ruptura. Presentando imágenes desiguales y, con frecuencia, contradictorias, Benjamin aspiraba a escenificar el choque del cual podría emerger la revelación del conocimiento –ese instante para el que siempre utilizó la metáfora del flash. Y desde aquí, si me lo permiten, regreso al quehacer de la narrativa histórica.
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Nueva historia social/cultural
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Otra vertiente que podría ayudar a comprender el realismo peculiar de la nueva novela histórica viene, por supuesto, de cambios ocurridos en el campo mismo de la historia. Usualmente catalogada como un recuento de nombres y fechas, la escritura de la historia ha sufrido transformaciones importantes en las últimas décadas. Hay, por ejemplo, un mayor énfasis en lo que se ha dado en llamar una historia “desde abajo”, es decir, una historia que funcione con interpretaciones horizontales, y no verticales, del poder. Hay, también, una preocupación mayor por el significado del dato, más que en el dato mismo, cuyo proceso es analizado por medio de tensas negociaciones, más que claras imposiciones, culturales. De ahí el interés en la vida cotidiana de personajes anodinos que nunca llegaron a nada, pero que se inscribieron de maneras más sutiles, tal vez menos aparatosas, en la historia. Finalmente hay, también, una preocupación más íntima, un tanto afiebrada, con los mecanismos narrativos y de representación, como se atestigua en los trabajos de Hayden White.
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Este tipo de preocupaciones en el campo de la historia han dejado su marca en la novela histórica no sólo en obras cada vez menos interesadas en las vidas personales de los grandes personajes notables y/o famosos y, consecuentemente, cada vez más atraídas por las epopeyas cotidianas de los comunes y corrientes, sino también en un cierto afán por eludir el había-una-vez de las narraciones lineales que pretenden dar cuenta de lo que realmente pasó. Y en esto creo ver una cierta similitud entre el reto que la fotografía presenta a interpretaciones fáciles del realismo y las acusaciones de estrecho “realismo” muchas veces hechas en contra de la novela histórica.
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La nueva novela histórica y la fotografía
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Hasta aquí algunas de las vertientes que, a mi entender, influyen en la creación de esos textos alquímicos y heterogéneos que son la nueva novela histórica.
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Si bien la peculiaridad de este tipo de narrativa radica en el uso abierto de documentos como referente externo, creo que las conexiones entre la narración y el referente son menos directas y más oblicuas de lo que se cree. No creo, por ejemplo, que esta referencialidad sea reflejo directo de una falta de imaginación, sino, como en la fotografía, de un uso peculiar del proceso de esa creación de imágenes. La nueva novela histórica, por ejemplo, no mira la realidad con los ojos abiertos que capturan y reproducen todo e indiscriminadamente a su paso. Eso, por otra parte, ni existe ni ha existido nunca. La novela histórica captura y detiene la realidad con una especie de guiño, ese gesto entre seductor e incompleto por medio del cual se evoca y se invita a lo que no está ahí, esos fantasmas y esas sombras que, al decir de Benjamin acerca de la fotografía, habitan en los datos más concretos. No se trata pues, o no solamente en todo caso, de textos que buscan rescatar silencios o revelar ausencias, sino de producir nuevas realidades en el vaivén mismo que va del documento a la narración basada en éste. Parafraseando la frase de Goethe con que inicié este texto, si todos los hechos son ya imaginados, si son imaginación concreta, esto quiere decir que el realismo de la novela histórica, como el realismo de la fotografía, es menos “realista” de lo que usualmente se supone. Asimismo, si la imagen no se concibe como un proceso de creación subjetiva, sino como expresión objetiva, reproducir el lenguaje de los objetos, o de los hechos, o de lo real, en el lenguaje mismo es un reto mayor, y altamente imaginativo, del realismo.

lunes, junio 16, 2008

"Repulsión" de la mala


Diario Milenio-México (16/06/08)
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El reciente documental de HBO sobre el acoso judicial norteamericano contra Roman Polanski logra que sus acusadores den incluso más miedo que sus villanos
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Duro contra el polaco
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“Pienso que tiene un lado sombrío. Un ángulo triste. Una vertiente oculta. A partir de su infancia, lleva una relación con la vida y la muerte de la que no puede hablar. Tiene dentro de sí una poderosa visión de la muerte y la tristeza, pero con esa energía, esa fuerza para el trabajo, ese deseo de hacer cosas extraordinarias, al fin él prevalece.” Estas palabras de Pierre-André Boutang podrían describir a muchos artistas, inclusive aspirar a constituirse como una definición válida de lo que es un artista, mas he aquí que las ha pronunciado en torno a quien mejor las encarna, que es su amigo Roman Polanski. Difícilmente puede llegar a envidiarse una vida azarosa como la del autor de El inquilino —natural candidata al título de la más perturbadora película de horror jamás filmada—, donde increíblemente se han alternado tragedias devastadoras y golpes de fortuna bastantes para hacer del relato de su vida una historia entre fascinante y aterradora. Su mismo nombre, empleado como título de su autobiografía francesa de 1984, funciona con el doble sentido perfecto. Sólo a él podía pasarle vivir de esa manera y llamarse Novela.
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Mucha gente jamás se enteró de la aparición de Roman par Polanski, ni aun de la traducción que por una vez le permitió presentarse ante el público norteamericano más allá de la insidia de esa prensa que encontró buen negocio en lapidarlo tras el asesinato de su esposa, y sepultarlo pocos años después, a lo largo de un caso judicial más apegado a los parámetros del show-biz que a las leyes vigentes. Algo turbio tenía que esconderse tras las maneras suaves y gentiles de ese polaco menudo, cuyas películas quitaban el sueño y sugerían, a los ojos de una opinión pública famosa por pacata e ignorante, tratos siniestros con poderes ocultos. Siempre hay una manera de descalificar el talento ajeno, y de paso vengarse por la escasez del propio.
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El FBI acusa, Hollywood paga…
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Roman Polanski, Wanted and Desired, se llama el documental donde Marina Zenovich explora paso a paso ese raro incidente de 1977 en casa de Jack Nicholson, mismo que hasta hoy cuelga del apellido Polanski como estigmata a la medida de sus malquerientes. Siempre es reconfortante contar con algún mal ejemplo hacia el cual apuntar con el dedo flamígero de quien así de paso barre la propia casa. Hace más de tres décadas que los americanos, y no sólo ellos, se refieren al caso de Polanski como una “violación”, usando todo el peso que el término supone para cómodamente ponerse por encima de él. Degenerado Violador. Drogadicto. No se sabe que quien emplea a mansalva esos calificativos tenga la obligación o al menos la inquietud de probarlos, pues al contrario, bastan para anular la autoridad moral de quien súbitamente los encarna. Perseguido por unos, deseado por otros: a Zenovich le basta el caso Polanski para contar una historia de horror judicial que desemboca en ópera bufa, y al mismo tiempo exhibe a la opinión pública y sus manipuladores como herederos de la tradición de Salem.
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En su American Tabloid, James Ellroy se mete en los zapatos de J. Edgar Hoover, quien patrocina por debajo del agua una revista de chismes llamada Hush-Hush, donde sus mercenarios se encargan de echar lodo encima de quien se ofrezca, asumiendo cuán frágil puede ser la reputación de una estrella de cine para quien decidió convertirse en el nuevo Witch Finder General de Hollywood. ¿Dónde, si no en el ambiente auspicioso y permisivo de la industria del espectáculo, se encuentran los ideales chivos expiatorios, de cuya vida poco recatada casi cualquiera puede dar cuenta? Existe un fondo ilimitado de crédito para cualquier patraña que tenga que ver con personajes públicos hasta ayer envidiados, y en tanto plenamente envilecibles a los ojos de los espectadores. ¿Cómo va a ser decente la famosa Fulana, si para estar ahí tuvo antes que haberse ofrecido y vendido? Hay quienes nunca logran entender los éxitos ajenos sin alguna coartada que explique sus fracasos.
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…y el rebaño aplaude
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Cuesta algo de trabajo indignarse sin luego reírse cuando el fiscal del caso Polanski —un mormón que, a decir de sus colegas, era el único que jamás se había ido a la cama con una menor— describe cuál ha sido su metodología para entender la psique del acusado: no bien supo que en un cine cercano se proyectaba un ciclo de películas de Polanski, acudió día tras día a documentarse en las obsesiones del director, hasta hacerse con un concepto redondo que, a su entender, no dejaba ya duda sobre la culpabilidad del acusado. De acuerdo a esas sesudas especulaciones, fácilmente elevables al rango de prueba contundente, Polanski no había hecho con la menor de edad otra cosa que poner en escena sus obsesiones. ¿No la había fotografiado dentro de un jacuzzi, en coincidencia con esas películas donde siempre hay escenas sucediendo en el agua, o por encima de ella?
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Calumniar a un artista y escarmentarlo en público es también un intento burdo y palurdo de borrar su trabajo, o cualquier cosa buena que pueda haber hecho, no porque al morbo público no le interese el tema, sino porque es más fácil digerir la basura, y más interesante propagarla. ¿Para que va uno a ver la película, si ya cree conocer las aficiones íntimas del director? Y eso es, curiosa aunque no sorprendentemente, lo que realmente fastidia a Polanski, quien llegado un momento pregunta a un entrevistador monotemático si hay por ahí algún tema de su persona o su obra que le interese, además de esa conocida predilección por las mujeres jóvenes. Pero evidentemente no es así, pues al cabo la gente acabará creyendo lo que prefiera. Lo más fácil, lo más escandaloso, lo que mejor la deje conformarse con jamás haber sido lo que un día soñó ser.

domingo, junio 15, 2008

Taibo II y Palou sobre Villa y Zapata, respectivamente, en entrevista con Aristegui (Parte III)

Taibo II y Palou sobre Villa y Zapata, respectivamente, en entrevista con Aristegui (Parte II)

Taibo II y Palou sobre Villa y Zapata, respectivamente, en entrevista con Aristegui (Parte I)

Xavier Velasco habla de su novela "Éste que ves" (video que baje de You Tube, pero que es producción de Alfaguara)

Ahí están

Ahí está sola y escuchando algún tango de Gardel, qué más se puede hacer cuando uno está sin compañía en una noche de lluvia, diluvio.
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Él permanece lejos, al otro lado del mundo estudiando los factores del cambio climático, quiere comprender la tierra, para entender mejor la actitud del humano. El corazón del humano cuando está enamorado se asemeja al centro de la tierra, a esa lava incandescente, que en algún momento saldrá para arrasar con todo de forma intempestiva. Esa teoría es lo obligo a salir fuera de México para irse a instalar a tierras alemanas. Vaya ironía, en uno de los lugares más fríos del mundo se va comprender las razones de calor insoportable.
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Pero ella yace, ahí, en su cama, sola, esperando el regreso de su amado. Aunque eso le lleve toda la vida.
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Él se fue en busca del Nobel, ella prefiere la pobreza con tal de que él, su amado, se encuentre envuelto en sus brazos y los senos de ella friccionen a cada rato con el flaco pecho de su querer. Antes pobre que sola.
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Sin embargo está sola.
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Pero siempre hay un remedio, a veces un amigo, otra veces el amor propio. Está noche de aniversario, 3 años de estar juntos, pero 2 de ellos a través del internet; prefiere la compañía de su presencia metafísica de él. Total si ella puede crear en sus novelas grandes escenas de erotismo, podrá imaginarse que él está, ahí, con ella.
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Una caricia, luego una lamida, otra caricia, después la penetración.
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Al final, la gloria.