lunes, noviembre 24, 2008

El cajón del desastre-Fritz Glockner (Diario Cambio de Puebla-24/11/08)

LA SOMBRA
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En el cajón se esconden los recuerdos, las mentiras, alguna que otra lagrima extraviada, un inservible clip, las monedas de poco valor que estorban en la bolsa del pantalón, un recado ya sin urgencia, el souvenir del viaje que termina incomodando y no se sabe en realidad los motivos por los cuales se adquirió, incluso ahí puede que también habiten las telarañas del pensamiento, de la existencia y de la vida misma.
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No existe cajón ordenado, en ellos simplemente se vierten cosas, objetos, ideas, situaciones, nostalgias, tan es así, que cuando se acude por algo que se sabe se encuentra ahí almacenado, se tiene que revolver todo, y luego el desconcierto nos atrapa para preguntarnos a nosotros mismos ¿Qué hace esto aquí?
Al momento en el cual asoma algo que nuestra memoria no ubica los motivos de como aterrizó aquello a ese espacio.
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Por estas y muchas razones más, es por lo que se ha elegido titular a esta columna semanal “El Cajón del Desastre”, ya que no sólo se trata de desempolvar todas aquellas sustancias por ahí dispersas en los cajones sociales, culturales, mentales, sino porque además, es evidente el desastre que hoy día se aprecia en el ambiente de Puebla, México y del mundo en general.
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Tan existe angustia y preocupación para que no “cunda el pánico” como diría aquel personaje de antenas ridículas y traje rojo de la televisión mexicana, entre la percepción de la sociedad, que se pretende inyectar un somnífero mediático con mensajes del tipo: “tu siempre has luchado”, “no existe crisis que nos pueda vencer”, “hoy somos más fuertes” y demás frases impregnadas del peor sentido de libro de superación personal.
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Se había dicho que el catarro económico de los gringos no nos provocaría estornudo alguno, y MADRES, la friolera ha provocado una temblorina absoluta, se insiste en demostrar que el accidente aéreo en el cual perdiera la vida el Secretario de Gobernación se debió a falta de pericia, falla humana, turbulencia o cualquier otra circunstancia que evite la especulación sobre un atentado, y claro, ¿cómo se podría reconocer que la vulnerabilidad llega hasta el segundo hombre en la jerarquía política?
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Me apetece soltar la hipótesis, que para mí es convicción, que sin duda estamos peor que en el siglo XIX, ya que en estos inicios del XXI la brújula política parece sostener un imán debajo, no hay orientación, hoy podemos ver el revestimiento del político, ayer panista, hoy priísta, del perredista disfrazado de panista y diversos ejemplos más, los antiguos antagonistas, hoy son aliados, la fecha de caducidad de las ideologías pareciera ser una constante del actuar humano; sumado a una crisis económica cuyos efectos van a llegar peor que tsunami, así como a un acostumbramiento del número de bajas por día. ¿Cuántos decapitados hubo el fin de semana? Pareciera que es la pregunta que nos hacemos en el presente, y no ya, el marcador del fútbol, o la tensión dramática de dónde se quedo la telenovela de moda.
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De ahí que la sombra esté recorriendo las consciencias, ya no se trata de aquella sombra de Marx que recorría Europa, habilitado en fantasma, ahora es un espectro negro que batalla por inhibir cualquier intento de colorido, por lo que habrá que consumir más de una pastilla que permita descifrar los tiempos, los espacios, la coyuntura, para insistir que la realidad no supere a la ficción, como de pronto estamos acostumbrados a suponer en nuestro país.
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Quedemos pues para el siguiente desastre, o en su defecto, para localizar colectivamente algo del cajón.

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