viernes, agosto 15, 2008

Rivera Garza y Álvaro Enrigue, visitan la BUAP, con gestión de la Fuga Literaria.

Diario Síntesis (15/08/08)
Joaquín Ríos Martínez
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Presentaron sus novelas y charlaron en torno al proceso de creación literaria en el salón de Proyecciones del Carolino.
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Invitados por la Facultad de Filosofía y Letras de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y por el grupo Fuga literaria, los escritores mexicanos multipremiados Cristina Rivera Garza y Álvaro Enrigue, mantuvieron una charla con alumnos de literatura, acerca de sus propios procesos de creación, sus temáticas y formas de "inspiración", esto en el Salón de proyecciones del Carolino la tarde del jueves.
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Cristina Rivera Garza es narradora, poeta e historiadora y mencionó que su proceso de escritura tiene que ver más con la incertidumbre que ello provoca.
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En este ejercicio se presentan una serie de hallazgos que me llevan a producir con curiosidad y pasión por el lenguaje, aseguró. Te sientas a escribir frente a la pantalla en blanco y no sabes donde vas a parar, o si ello tendrá final o continuidad.
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El medio de la literatura te da la posibilidad de crear y construir cientos de imágenes y atmósferas que despertarán la curiosidad e imaginación de tu lector, dijo. Escribir es para mí siempre como estar en medio del vértigo. En el proceso de la escritura interviene todo lo que sé y lo que no sé, incluso lo que creo que sé, hay bagaje cultural, imaginación y algo importantísimo, las impresiones indelebles del día.
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En otro tiempo –agregó- pensaba en los rituales de la escritura: tener un espacio acondicionado, silencio, una dotación de cigarros, hoy no puedo pensar así. Hoy me tengo que acoplar como escritora a las circunstancias diarias, a los espacios y al tiempo que puedo dedicar a escribir, fuera de las horas de mi trabajo como catedrática de la Universidad del Estado de México.
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Desgraciadamente para mí escribir ya no es algo aparte a mi vida, hoy tienes que integrarte al cotidiano y vivir al límite. Así escribí mi más reciente libro "La muerte me da", editado por Tusquets.
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Diario Eco (14/08/08)
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La incertidumbre, elemento presente en la creación novelística
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Invitados por la Facultad de Filosofía y Letras y el Movimiento Fuga Literaria, los escritores mexicanos Cristina Rivera Garza y Álvaro Enrigue tuvieron un diálogo con estudiantes y profesores de esta unidad académica acerca del proceso de creación de sus respectivas obras.
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Acompañados por el director de esa Facultad, Alejandro Palma Castro, los creadores tuvieron un acercamiento con los jóvenes alumnos para hablar de eso que los motiva a escribir; de su formación, inspiraciones, musas y de todo ello que los impulsa a la actividad intelectual.
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Esta presentación formó parte de las actividades organizadas por la Facultad de Filosofía y Letras para dar a conocer la nuevas novelas de ambos escritores: La muerte me da (Editorial Tusquets, Colección Andanzas) de Cristina Rivera Garza y Vidas perpendiculares (Anagrama, Colección Narrativas Hispánicas) de Álvaro Enrigue.
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De entrada, a la pregunta de qué elementos influyen en el proceso de creación, Cristina Rivera Garza respondió que, en su caso, el factor incertidumbre es un elemento existente, “pues mientras en un ensayo académico sabes cómo vas a entrar, el planteamiento central, la ubicación de los párrafos y cómo terminará, en un cuento o novela, no hay certezas y todo puede ocurrir”.
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Álvaro Enrigue reforzó esta idea al expresar: “Al enfrentarme a la pantalla en blanco, no sé cómo empezar. Es más, la mayoría de las veces no tengo la menor idea de lo que voy a escribir. Tal vez esté mal venir a reconocer esto frente a ustedes, pero así es. Por eso coincido con Cristina: la incertidumbre siempre está presente”.
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La Jornada de Oriente (14/08/08)
Yadira Llaven
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La esencia de la creación literaria es la incertidumbre, coinciden Rivera y Enrigue
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El proceso que caracteriza a la creación literaria es la incertidumbre. Incertidumbre esencial y enriquecedora que se convierte en la guía principal del escritor y que decide si la imagen que obsesiona a la mente del creador engendrará un cuento, una novela o una entrada de blog. Ésa y otras ideas fueron las coincidencias de una conferencia dinámica y alejada de todo formalismo que los escritores mexicanos Cristina Rivera Garza y Álvaro Enrigue compartieron con los estudiantes de la facultad de Filosofía y Letras de la UAP y el público asistente a la sala de proyecciones del Carolino, ayer al mediodía.
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Los escritores platicaron con la gente sus experiencias en el quehacer literario y la complejidad del proceso creativo. Para Rivera Garza, por ejemplo, la incertidumbre conduce a su pluma –o a su teclado de computadora– al encuentro del lenguaje con lo que sabe, lo que cree que sabe y también con lo que no sabe, mientras que la incertidumbre que experimenta Enrigue se parece más a un partido de futbol americano –deporte que no disfruta particularmente–, donde el caos hace que el mariscal de campo tenga seis o siete jugadas planeadas para que el balón supere la distancia entre su brazo y el pecho de su compañero. En cualquier caso, el resultado sirve para combatir la necesidad de expresarse que ambos ejercen desde hace años.
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Pero el proceso no termina con el exorcismo de las imágenes vertidas en el papel. La obsesión continúa en la revisión de esas líneas que Rivera Garza realiza día a día, de manera paralela y circular a la escritura, y Enrigue capítulo a capítulo. Finalmente, coincidieron, la literatura es un trabajo menos glamoroso de lo que la gente piensa. Aunque claro, confesó el escritor, permite ciertas satisfacciones, como conocer lugares que en otras circunstancias nunca podría visitar.
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Casos raros, como ambos se definieron, ninguno de los dos estudió Letras. Rivera Garza entró a Sociología en la UNAM porque el folleto de la carrera definía que la meta del sociólogo era “cambiar al mundo”, y de ahí pasó al doctorado en Historia para “saber poco de mucho o mucho de dos o tres cosas”, mientras que la pasión de Enrigue se dio a pesar de que sus coordenadas no indicaban que la literatura fuera su destino. “No sé si aquí en Puebla suceda lo mismo, pero en el DF si vas a ciertas escuelas tienen más probabilidades de terminar escribiendo. De mi preparatoria, por ejemplo, salían futbolistas, no escritores”.
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Así como hubo coincidencias, la diversidad de pensamiento surgió entre los comentarios espontáneos y frescos de ambos literatos. “Antes, en el siglo XX, creía que para escribir necesitaba una serie de circunstancias especiales. Ahora, en el siglo XXI, esas circunstancias son cada vez más complicadas de conseguir en medio del caos de la vida moderna, así que mis opciones son dejar de hacerlo o escribir como se pueda y cuando se pueda”, dijo Rivera.
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Enrigue, por el contrario, se confesó un hombre de rituales. “A la hora de escribir sí necesito mi espacio. Lo hago en un estudio que está separado de mi casa y donde los libros –más de los que ningún hombre podría leer en su vida– me sirven de cobijo”. Y para cuando el bloqueo se avecina, recomendó “un vaso de vodka helado que es como vick vaporub para el cerebro. Como un poco de heroína, pero eso no lo recomiendo”, remató entre risas.
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Las periferias se centralizan
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Mientras Enrigue decía que el escritor actualmente necesita del mundo editorial para acercarse al lector y aconsejaba a los jóvenes a mudarse al Distrito Federal, en donde están las grandes compañías de la industria, su amiga reviraba. “Yo he pasado gran parte de mi vida fuera del centro, en las orillas, lejos de casas editoriales y creo que también ésa es una posibilidad. Quédense en Puebla. Es importante no leer lo que se está leyendo, ignorar las modas, darle la vuelta y encontrar las cosas que se están produciendo en otras partes”.
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“Los procesos de descentralización son parte del siglo XXI. Cada vez es más posible para los autores quedarse a vivir donde les dé la gana y producir los libros que tienen que producir”, siguió. Y tras unos minutos de reflexión sobre las palabras de su compañera de mesa, Enrigue continuó: “Yo diría que uno de los lugares donde uno puede o debería estar es Tijuana. Me parece una referencia mucho más importante que la ciudad de México a nivel internacional, al menos en términos de arte”. (Alonso Fragua)
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La muerte me da, diálogo con Pizarnik-(Diario Intolerancia 18/08/08)
Federico Vite
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La reciente novela de la tamaulipeca Cristina Rivera Garza aborda la imposibilidad de una poeta para escribir en prosa. Refiere a la autora de Extracción de la piedra de la locura como un eje narrativo en el libro presentado en el auditorio Elena Garro
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Para Cristina Rivera Garza, su reciente novela La muerte me da, editada por Tusquets, es un intento por analizar cómo es que para algunas personas el ejercicio de la prosa resulta tan complicado, casi imposible, como fue el caso de Alejandra Pizarnik.
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Rivera Garza explicó que no sólo se trata de un contexto violento en el que se desenvuelve la novela, sino en una frase que Garza encontró en los Diarios de Pizarnik: “me resulta casi imposible escribir en prosa”.
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Agregó que uno de los ejes de su novela es que hay un personaje llamado Cristina Rivera Garza, académica que prepara un ensayo acerca del mismo tema del que habla Pizarnik, donde aborda la imposibilidad de la narración. Dicho de otra manera: la narración como un referente inconquistable.
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Aparte de que ella trataba exclusivamente de dialogar con Pizarnik, se da un contexto violento a la trama, aunque lo que se pretende es reflexionar sobre la frase sugerida por la poeta argentina.
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Parricidio
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El autor de Vidas perpendiculares, Álvaro Enrigue, apuesta por el parricidio, pues, señaló: “Se trata de varias reencarnaciones de un personaje que siempre atenta con la figura del padre; pero más que un capricho, se busca la pretensión de ruptura con la autoridad. Planteo la posibilidad de la rebeldía”.
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Se trata, aseveró, de una confrontación en contra de toda autoridad, especialmente, una afrenta contra Dios.
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Los catedráticos Alí Calderón y Alicia Ramírez fueron los encargados de comentar el libro de Cristina Rivera Garza, La muerte me da; en tanto que Alejandro Palma, director de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Puebla, y Roberto Martínez Garcilazo, director de la Casa del Escritor, se encargaron de hablar un poco acerca de Vidas perpendiculares, novela de Álvaro Enrigue.
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Principio de incertidumbre
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Pero antes de que estos dos autores (Rivera y Enrigue) se presentaran en el auditorio Elena Garro, el viernes pasado dieron una charla en la sala de Proyecciones del edificio Carolino, en la que coincidieron en señalar que la incertidumbre es una herramienta de la creación literaria.
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El proceso que caracteriza a la creación literaria es la incertidumbre. Charlaron sobre la complejidad del proceso creativo de la literatura. Para Rivera Garza la incertidumbre la confronta con lo que sabe. “Voy al encuentro del lenguaje con lo que sé o creo que sé”, precisó.
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Enrigue, por su parte, explicó que para él la incertidumbre es más como un partido de futbol americano, donde el caos hace que el mariscal de campo tenga seis o siete jugadas planeadas para que el balón supere la distancia entre su brazo y el pecho de su compañero.
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La obsesión, comentó Garza, es otro de los aspectos de la incertidumbre, se trata de la revisión de lo que uno ha hecho. “Este acto es circular y paralelo a la escritura”, dijo. Finalmente, coincidieron, la literatura es un trabajo menos glamoroso de lo que la gente piensa.
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Aunque, señaló Enrigue, permite ciertas satisfacciones, como conocer lugares que en otras circunstancias nunca podría visitar.
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Casos raros, como ambos se definieron, ninguno de los dos estudió Letras. Rivera Garza entró a Sociología en la UNAM porque el folleto de la carrera definía que la meta del sociólogo era “cambiar al mundo” y de ahí pasó al doctorado en Historia para “saber poco de mucho o mucho de dos o tres cosas”.
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Enrigue se enfocó a la literatura a pesar de que sus coordenadas no indicaban que las letras eran su vocación. “No sé si aquí en Puebla suceda lo mismo, pero en el DF si vas a ciertas escuelas tienen más probabilidades de terminar escribiendo. De mi preparatoria, por ejemplo, salían futbolistas, no escritores”.
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“Antes creía que para escribir necesitaba una serie de circunstancias especiales. Ahora esas circunstancias son cada vez más complicadas de conseguir en medio del caos de la vida moderna, así que mis opciones son dejar de hacerlo o escribir como se pueda y cuando se pueda”, concluyó Rivera.
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Enrigue afirmó que “a la hora de escribir sí necesito mi espacio. Lo hago en un estudio que está separado de mi casa y donde los libros —más de los que ningún hombre podría leer en su vida— me sirven de cobijo”.
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Confesión de poeta
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Garza señaló que tomó la idea La muerte me da después de que encontró en los Diarios de Pizarnik una confesión: “Me resulta casi imposible escribir en prosa”.
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Afrenta con Dios
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El autor de Vidas perpendiculares, Álvaro Enrigue, apuesta por el parricidio, pues, señaló: “Se trata de varias reencarnaciones de un personaje que siempre atenta con la figura del padre; pero más que un capricho, se busca la pretensión de ruptura con la autoridad. Planteo la posibilidad de la rebeldía. Busco una confrontación en contra de toda autoridad, especialmente, una afrenta contra Dios”.

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