jueves, agosto 28, 2008

Contra la delincuencia, contra la impunidad



Diario Milenio-Puebla (28/08/08)
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No sé hasta dónde pueda tener un buen final la convocatoria de Verónica Mastretta Guzmán en la organización de la marcha en contra de la impunidad y de la delincuencia, que partirá de El Gallito este próximo 30 de agosto a las 19: 00 horas.
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Señora Verónica Mastretta: quiero decirle que yo con gusto me sumaré a la marcha y, como usted lo ha dicho, estaré cerca de gente que a lo mejor sólo veré esa única vez en mi vida. Me sumaré porque he sido víctima de la otra forma de la delincuencia, la de de cuello blanco. Independientemente que siga un proceso legal, he de manifestarme porque los delincuentes que andan por ahí merodeando a sus víctimas son menos peligrosos que los que están atrás de un pulcro escritorio. Es más fácil que a uno lo despojen de lo que es suyo (y que con trabajos logró reunir) en veinte minutos, en un despacho notarial, que en la oscuridad de la calle o afuera de la cantina más siniestra.
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En el 2004 adquirí un departamento ubicado justamente atrás del Centro Escolar. Yo fui al notario que me recomendó el vendedor, un abogado sin escrúpulos que presta a rédito. Quizá fue un error mío porque el Notario, mientras se llevaba a efecto la transacción, me mostró documentos apócrifos. Es decir, se prestó (¿por cuánto?) a una maniobra.
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En su momento he de darlos a conocer con sus nombres y apellidos. Sus frases favoritas son “hágale como quiera” y “tenga cuidado”.
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El señor licenciado que me vendió el departamento (lo supe luego, claro) es un hombre que “presta para arrebatar”. Por la grandiosa suma de 14 mil pesos (tengo el expediente del caso) se lo adjudicó, a través de un juez, cuando los intereses le habían crecido al deudor. Entonces me lo vendió “libre de gravámenes”. Cuando fui por mis escrituras, el notario me explicó que el departamento carga con un embargo y que él no tiene nada que ver, que me regresaría lo que le pagué para que otro notario, a su vez, se encargara de hacer los trámites correspondientes. Quiere decir entonces que él dio fe, simple y llanamente, de un fraude. Todo esto se lo haré llegar por escrito a las autoridades competentes en su momento. Baste saber ahora que he leído la Ley de Responsabilidades del Notario Público y sé que se cometieron actos y omisiones indebidas. ¿Alguien más estará padeciendo lo que yo a causa de este Notario de abolengo? Tengo entendido que un acto semejante, en contra de la delincuencia organizada, se llevara a cabo simultáneamente en otras partes del país. El notario que se prestó a tal maniobra que he descrito despacha cerca del Puente de Ovando, y el licenciado agiotista lo hace en San Manuel. Y como ya lo dije: responsables son de lo que me pueda ocurrir. Por lo pronto, mis familiares y amigos los tienen bien ubicados.
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Sumémonos a este esfuerzo. La delincuencia y la impunidad han crecido en todas partes. Sumémonos a este acto. Algo debe de lograrse.
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Yo me cuido. No quiero amanecer en el Atoyac. Nos veremos en la marcha.

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