viernes, julio 25, 2008

Desde Vasconcelos el gobierno no ha tenido una política cultural: Avilés Fabila (La Jornada de Oriente-25/07/08)

René Avilés Fabila se presenta como escritor. La única profesión en la que pensó desde niño. “No me vi como político. No me vi como empresario. No. Me vi como escritor”, dice con tono amable. “Incluso muy pronto me encontré con mis compañeros de generación. Desde la secundaria, por ejemplo, José Agustín y yo empezamos a hablar de literatura, a escribir, a intercambiar libros, textos. De tal suerte que sí: soy escritor”. Su labor como profesor universitario, sin embargo, es la que ha subsidiado su literatura en un país donde se lee poco y el gobierno adeuda, dice, una política cultural donde haya una participación real de la sociedad civil.
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“El gobierno mexicano, yo podría decir que nunca ha tenido una política cultural. O quizás en la época de Vasconcelos, que era caótica, desordenada, violenta, pero había por lo menos un intento. Si había un artículo tercero en la Constitución y ese artículo decía que la educación era obligatoria, ¿por qué no lo que sigue, que es la cultura?”,
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–¿Cree que las dos últimas administraciones federales le han hecho más daño a esta política cultural?
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–El PAN, como partido, no tiene vínculos con la cultura. No tiene vínculos con los intelectuales. Si hacemos una lista de distinguidos intelectuales panistas, se me acaba con Francisco Paoli. Pero realmente es un partido muy distante de la cultura. No la entiende. No sabe para qué sirve.
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“El PRI tenía los vínculos con los intelectuales, pero nunca los consideró. Sólo utilizó a los intelectuales (…) y ellos se dejaron utilizar. Había una cierta complicidad. Pero creo que eso se empezó a quebrar en el 68. Ahí empezó a haber una pugna con los intelectuales que no estaban dispuestos a seguir acompañando a los gobiernos priistas en una aventura demencial”.
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Los intelectuales en México
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Eterno crítico de Octavio Paz, el intelectual mexicano por antonomasia –a quien no deja de reconocerle su enorme lucidez–, se le pregunta si después de él existe algún otro intelectual orgánico. “Depende de qué gobierno estemos hablando. Ahora el PRD los tiene con Elena Poniatowska y Carlos Monsiváis, entre muchos otros. Esto nos lleva a un problema muy debatido: ¿qué tanto el intelectual debe mantener la distancia con el poder?”
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“Muchos piensan que esa distancia no ayuda al mismo Estado, pues éste no puede comprender bien los fenómenos sociales sin ayuda. Yo sí creo que el intelectual debe estar distante del poder. No que rompa completamente, pero sí debe estar distante. Yo he tratado de permanecer al margen lo más posible. Escribo en periódicos de tal manera que es fácil saber si he elogiado o no al poder. Jamás lo he hecho. No sé si sea esto sea muy cursi, pero sí trato de serle útil al país en los tiempos que corren”.
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En tiempos de encono y rabia social, el escritor se muestra optimista. “La confusión política la veo como algo natural después de pasar una dictadura de prácticamente 70 años. Yo pienso que, probablemente en un sexenio más, el país empezará a encontrar su verdadero cauce hacia la democracia, hacia la lucha de partidos y hacia gobiernos muchos más estables, razonables, coherentes que consideren las demandas de la población”.
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Y remata: “Yo veo que el país empieza a madurar, a ser más reflexivo, a considerar más las cosas pero esto no se debe a los partidos políticos. Los partidos políticos son casi un estorbo”.
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La caja tonta
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–¿Existe libertad de expresión actualmente en el país?
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–(Ríe) Todo mundo dice “sí, como no. Después de 2000”. Por ejemplo, la censura no está ya en Los Pinos, pero sí está en cada medio de comunicación. Yo he tenido cualquier cantidad de problemas y hasta cauteloso me he hecho porque hay figuras que definitivamente no se pueden tocar. No, creo que sigue habiendo no sólo censura sino autocensura, que finalmente es prima hermana de la primera.
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“Yo puedo decir que habrá libertad de expresión en este país cuando los canales de televisión y las radios del estado permitan la crítica al propio gobierno, a los funcionarios. Yo, por ejemplo, fui expulsado del Instituto Mexicano de la Radio (IMER) después de 11 años porque era muy crítico del hoy paladín de la libertad de expresión que es Santiago Creel, y que entonces era secretario de Gobernación”.
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–Y hablando de medios públicos, ¿qué opina sobre los nuevos directores de Canal Once y Canal 22?
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–Jorge Volpi con el 22 está haciendo un trabajo más interesante que Sariñana con el Canal Once. Todo consiste en que no se hunda en el glamour del rating y que entienda que estos canales tienen una función social. Lo que no implica hacer programas de güeva. No tiene por qué ser la televisión cultural un receptáculo de conferencias y conferenciantes aburridos, tediosos-
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“Quizás con un poco de atención y de criterios amplios, inteligentes, agudos podríamos convertir tanto al Once como al 22 en elementos extraordinarios para desarrollar la cultura. Porque, nos guste o no, la información y la diversión de los mexicanos está concentrada en las pantallas”.
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–Y a Televisa y a TV Azteca, ¿les ve alguna esperanza?
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–¡Ay, no! (ríe). Bueno, sí. Que alguien les baje el switch. Ésa es mi esperanza y que usemos esa espléndida estructura que tienen en otro tipo de cosas. ¡Es infame! Parte de la estupidización del mexicano se debe principalmente a Televisa, porque finalmente TV Azteca es el clon de Televisa. Entonces eso pido desde aquí: ¡que le bajen el switch a esos cabrones! (risas).
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(Alonso Fragua)

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