viernes, mayo 02, 2008

Fragmento doloroso, narciso y conciso

Tengo que confesarlo, Jenny la invisible y eterna Jenny, y por supuesto Pedro Ángel, tenían razón, tenía que leer La Región más transparente de Carlos Fuentes, llevo casi 200 páginas y no puedo ocultar la maravilla de texto que es.
-
A continuación transcribo uno de los fragmentos que más me ha enamorado de la novela, ubicado en las páginas de 158-159 del capítulo dedicado a Rodrigo Pola (y perdonen la afectividad por el narcisismo y al mismo tiempo la impotencia de la soledad, así soy, y qué):
-
Escribía afiebrado, tenso, sin saber muy bien qué las palabras caían sobre el papel, seguro de que, saliera lo que saliera, era importante. Importante porque el papel no era papel, ni las palabras palabras, ni escribir escribir: importante porque todo era la única manera de decir Aquí estoy. Yo. Yo que no soy todos, ni uno más. Yo que soy yo. Único. Ni Dios mismo me puede cambiar por otro. Si yo fuera otro, el mundo se vendría abajo. La luna sería sol, el día parte de otro astro. No me pueden cambiar por otro, ni a otro por mí. Leía a Garcilaso, y sentía que entraba en el mundo perfecto, en la armonía en que todos podrían amar, vivir, ver y ser vistos sin verngüenza y sobre todo sin excusas. Y cuando cayó en mis manos el tomo de Rimbaud, creí encontrar a mi verdadero hermano y amigo, al que sabría comprender, y compartir conmigo, el gan descubrimiento, la gran desdicha. Apretaba los dientes mientras escribía; le daba un manotazo a la luz eléctrica que colgaba del techo para sentir que mi cerebro bailaba con las sombras y que el cuarto no era ya un espacio ajeno a mi cuerpo, sino mi mismo cerebro, grande e ínfimo a la vez, ilumninado y oscuro, bailando con un rimto fatal y desordenado. Después caía rendido sobre la cama.

No hay comentarios.: