lunes, febrero 04, 2008

Querido blog II (o una conversación entre una maquina y un hombre, donde el lector sólo lee)

Se ha ido al carajo el primer mes del año dos mil ocho y hemos comenzado desde el pasado viernes el segundo mes. Las clases no me han defraudado, quizá una se torna muy rutinaria como lo es Morfohistórica, la clase de Introducción a la Filosofía promete mucho aprendizaje, pero el grupo augura demasiada hueva, mientras que Tendencias contemporáneas 2 y Seminario de Novela Política se tornan demasiado lectoras, y serían extremadamente interesantes, pero temo que los alumnos de cada grupo no tienen ganas de polemizar. El Collhi está acostumbrado a respetar a las “vacas sagradas” de la literatura con el mismo fundamentalismo que profesa Bush u Osama Bin Laden.
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El primer día de este mes, trajo a mi vida el reencuentro con una amiga que conocí el primer año en mi amada preparatoria Emiliano Zapata de la BUAP y que partió primero a Toluca para después ir a vivir a tierras Norteamericanas. Mónica Natalia, Nataly para los amigos y el recuerdo, no ha cambiado mucho, sigue siendo la misma mujer tierna que conocí. Su percepción del mundo sí. Ella partió a tierras gringas 1 años después a los atentados del 11-S. Ahora que regreso y en un café del centro me habló de un Estados Unidos distinto, de poblados en los cuales la tecnología no ha sido capaz de terminar con sus estilos de vida, de estampas naturales que uno cree sólo suceden en las películas: autos parándose para ceder el paso a patos o venados, primaveras que nacen luego terminado el invierno, por aquí se derrite la nieve y ya están los tulipanes formando parte del adorno natural. Luego de ese rico café, nos dispusimos ir al cine a ver El Orfanato, una película por demás exquisita, que buscar hacer pensar al espectador, así como juega un tantito con su sentido de la percepción. Una película en la cual debes seguir todos los detalles, para realmente hilar todos los hechos relatados. En fin, fue un lindo viernes.
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Luego vino el sábado nada relevante más que el termino de la lectura de la novela Morelos, morir es nada de mi mentor y amigo Pedro Ángel Palou. Esta novela pertenece a una triología, quizá tetralogía, denominada: Sacrificios históricos, la cual busca desmitificar lo existente alrededor de personajes como Zapata (primer personaje de su novela perteneciente a esta triología) y ahora Morelos, luego sigue Cuauhtémoc. Los dos primeros, al menos, tienen una hermandad: fueron desde cualquier perspectiva los auténticos revolucionarios de cada movimiento, Zapata de la Revolución Mexicana y Morelos del Movimiento de Independencia. Ambos se encargaron de armar ejércitos en la zona sur de México que se basaban más en armar una estrategia para la guerra y en mucho corazón, que en la multitud y las armas sofisticadas. Pero de la novela hablaré de forma detallada en otra entrada. Terminada Morelos, me dispuse a leer Batallas en el desierto de José Emilio Pacheco, una novela por demás formidable. Ágil en su lectura y que se lee en menos de dos horas, pero profunda en su crítica a una sociedad mexicana que se encontraba en una profunda evolución. Un valioso testimonio de un México que hoy se antoja casi lejano, por no decir inexistente.
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Ayer empecé a leer En busca de Klingsor de Jorge Volpi. Una novela que venía persiguiendo desde hace años y por fin la tengo en mis manos, desde el diciembre del año que se fue hace no mucho al olvido. Es una novela que por lo que llevo está perfectamente estructurada y bien escrita, quizá algo rígida, pero es parte del estilo que buscó el narrador, sin dejar a un lado su típico sarcasmo, ya estampa personal del propio Volpi en cada una de sus novelas.
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Así van los días. A ver qué sucede en los próximos.

1 comentario:

Krmn Lilith dijo...

Tenía rato que no revisaba tu blog :P
Las batallas en el desierto, jeje... buen libro...
hay una canción, ¿la has escuchado?