sábado, julio 28, 2007

¿Poema, pensamiento o chinadera?

A TI que robaste mis letras
que solían ser el escape a tanta soledad
dos cosas:

1) DEVUELVELAS O CUELLO

2) deja ya a un lado las chinaderas
y explica tu silencio
tu ambigüedad
tu lejanía
y.... luego te apartas,

para que pueda olvidarte.

martes, julio 24, 2007

Sobre la escritura.

Escribir con afán de expresar los pensamientos, experiencia de la vida y sentimientos de manera literaria y sin que estos se conviertan en un simple y corrosivo panfleto debe ser considerado toda una responsabilidad para todo aquel individuo o individua que busca o aspira ser considerado (a) como candidato (a) a escritor (a). Pero también debe ser una meta cuyo fin sea ir puliendo poco a poco la voz con su debido ritmo. Quizá esta parte se puede disfrazar recurriendo a la utilización de una narración en 3era o 2da persona, logrando un desdoblamiento y así tomar la distancia requerida o necesaria para no volverse en el protagonista y narrador. Todos los elementos anteriores, son esenciales para crear un texto de ficción.
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Sin embargo, y a pesar de lo creído por todo el mundo, escribir no es divertido, uno no elige ser escritor. Es más, cualquiera puede ser escritor. Sólo se necesita saber escribir, tener una cierta educación tanto cultural como formativa, una que otra experiencia y atreverse a contar la forma en que cada uno se percibe en el mundo, ya desde fuera o desde dentro, como parte de este o como voz que enjuicia. Pero regreso, escribir no es un acto que uno pueda decir: ¡qué divertido, esto de escribir es como jugar fútbol! No, él o la que escribe tiene que pasar por largos procesos como lo son aprender y aprehender a conocer y convivir con sus demonios internos, entender que nunca les vamos a ganar y jamás nos van a abandonar, aprender a tolerarlos. Otro de estos procesos es emprender un viaje al abismo, ese que está lleno de más fantasmas, miedos, demonios, que huele a azufre o mierda y quizá tenga un inmerso mar de aguas negras, en este lugar uno debe no sólo sobrevivir, sino aprender a usar todos los sentidos que conforman a uno, y con toda la malicia posible salir de ese abismo. Si uno sobrevive a esto, lo demás ya es más sencillo. Probablemente la tarea más dificultosa sea hacer a una lado la cobardía innata que uno trae; porque el escritor o candidato a serlo, escribe porque no sabe hacer otra cosa y aun así no sabemos si es bueno para este asunto de la escritura. Escribe porque no saber expresarse con la boca, quizá tampoco sepa bailar ni hacer algún deporte o simplemente los asuntos más cotidianos de la vida, le son insuficientes, aburridos, mundanos. El escritor es un ser apartado de la sociedad, un inadaptado, se sienta es inventar vidas, personas, lugares, encuentros, amores y desamores, porque en su cotidianidad no existen o no le satisfacen. Escribe porque no tiene de otra, porque está y se siente sólo, porque necesita comunicarse con alguien y que ese otro se identifique, lo entienda o al menos se divierta con las historias que el escritor está contando.
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No todo es sufrimiento, el escritor, también es un ser tramposo y ruin, aprende a mentir y engañar a su prójimo. Quizá algunos desde chicos, aprendieron que eran buenos para contar historias y se volvieron adictos a ello, cuando tuvieron que recurrir a la primera mentira contada a sus padres, para salir del paso y evitar así un regaño o un castigo. Entonces inventar historias, escribir con la mente para salir del paso, se vuelve una necesidad para existir y ser, y de repente uno es lo que inventa y crea, perdiendo toda identidad.
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El que escribe aprende a ser una persona fría e inclusive contra todo principio y regla, utiliza las desgracias o alegrías de otros, aunque estos sean sus amigos, padres, hermanos o conocidos, y las toma, las viola, las hace suyas. Se vuelve un ladrón de vidas. No entiende el significado de la privacidad. Así como tampoco sabe lo que significa la compañía. A diferencia de otras actividades, las artísticas, en este caso la literatura, es un acto en solitario, donde sólo uno puede entenderse. Nadie es capaz de sacarte del hoyo cuando estás atorado ante la terrorífica hoja en blanco, por el simple hecho de que nadie es capaz de entender al desgraciado ser que escribe.
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Si a mi se me apareciera un genio de esos que salen de las lámparas al ser raspadas, o una Ada madrina como la que tiene Pinocho, le pediría que me librará de este castigo y me regresará a mis tiempos cuando solía jugar fútbol con miras a ser profesional. Porque ahí era parte de un conjunto, podías ser indispensable según tus capacidades propias, naturales, pero también de coraje. Tus penas, alegrías o desilusiones las compartías con compañeros que sí te podían entender y ayudar. Daría lo poco o mucho que tengo por volver a ser parte de algo y ese algo parte de mí. Pero aquí estoy sentando, intentando escribir y aún no soy nada ni nadie, y quién sabe si lo sea. Antes podía jactarme de ser titular prácticamente indiscutible de mi equipo y era muy difícil que alguien me sacará de mi puesto: defensa lateral derecho. Ahora escribo y no puede jactarme de nada.

domingo, julio 22, 2007

De pintores novedosos y bailarinas exóticas.


De Avignon a la 2 Poniente.
Antonio Álvarez Morán
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Conocí a las señoritas de Avignon desde que me empezó a gustar la pintura. Estaban por todos lados. Una de las primeras reproducciones que recuerdo la encontré en una revista para mujeres, de inmediato me cautivó y la incorporé a mi libreta de recortes, era una reseña del Museo de Arte Moderno de Nueva York. También estaban en casi todos los libros de pintura contemporánea que desde mi adolescencia he devorado con los ojos.
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Siempre me fascinó este extraño cuadro, tan alejado de la imagen clásica de belleza y tan cercano a la sexualidad latente en las imágenes de mujeres en poca ropa que circulaban desde entonces. Era sobre todo intrigante la mujer acuclillada, con las piernas abiertas y severa máscara primitiva que, de alguna manera, me recordaba a los ídolos mexicanos con cara de interrogación, ojo de punto suspendido y sexo cancelado que la hacia aún más provocativa. En el cuadro, pese a su evidentemente voluntaria fealdad, existe un afortunado juego de líneas que armoniosamente revolotean y entretienen la mirada como una fantástica montaña rusa visual, donde las curvas se transforman en peligrosos ángulos y no te puedes escapar a las miradas femeninas, ni ellas a la tuya, son tan groseras que te invitan a serlo. Otra cosa notoria de la que me percaté, sobre todo después de conocer el cuadro en persona, es su corporeidad, quiero decir, que al estar pintadas muy semejantes al tamaño natural se ofrecen deliciosamente carnales, de modo que dan ganas de abrazarlas.
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Y así es que comienza la aventura; de Avignon a la 2 Poniente, calle de Puebla donde crecí y vivo actualmente, curiosamente en el número 907 número 7. Sin darme cuenta ya las estaba dibujando en mi cuaderno, luego hice una versión en color donde las puse sacando la lengua, muy a la Rolling Stones, en 1977. Desde entonces también recortaba de periódicos y revistas las reproducciones que me impactaban, llegando incluso a cubrir materialmente con ellas las paredes de mi recámara o pegándolas en mis cuadernos. Entre todo este mar de imágenes mucho aparecía Picasso y fotos de mujeres hermosas enseñando seductoramente su figura, entre otras obras de arte y fotografías diversas. Esta manía iconofílica fue determinando mis preferencias visuales y definiendo mi iconografía personal.
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Texto y pintura son parte del artículo publicado en el número 7 de la Revista Revuelta Julio-Agosto. Págs. 50-51. También se pueden ver en:
http://www.udlap.mx/revuelta/7/articulos/dosPoniente.aspx
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Y con ustedes la famosa Lyn May:



Sin duda algo bizarro, pero coherente, esta foto fue tomada por el que esto escribe hace algunos días en la inauguración de la exposicion de pintura: Farandúla cubista del pintor Antonio Álvarez Morán (profesor de la UDLA-P), las cuales están inspiradas por las Señoritas de Avginon de Pablo Picasso.
Lyn May ha sido pintada en diversas ocasiones por el pintor Álvarez Morán.
Esta exposición la pueden ver en el Museo Casa del Caballero Águila, ubicada sobre la 2 poniente, frente al zócalo de San Pedro Cholula, Puebla.
Debo agregar que las pinturas son muy buenas, podría decir: es uan versión de Picasso a la mexicana. Es algo novedoso.
Para saber más sobre estas pinturas también pueden obtener el número 7 de la revista Revuelta, donde aparecen un serie de artículos interesantes.

Juan Eduardo Cirlot. Grande poeta.

Aquí algunos poemas pertenecientes al ciclo poético de Bronwyn 1966-1971:
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Este sonido triste que sollozaes
mi espada románica que piensa.
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Mi corazón oscuro la acompaña.
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Yo soy un ser humano a pesar mío.
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El espacio plateado de mi espíritu
penetra en el espacio gris del mundo.
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¿Hasta cuándo?

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Pd: Gracias al dueño de este hermoso libro, pronto te lo devolveré, lo que no sé, es si podré comprarlo algún día, ja.

Introspección LXIII.

De Lucía quizá no hay mucho que decir. Sabemos que sólo le interesaba coger y ya. Eso no significa que si profesión fuera la de prostituta de la calle o dama de compañía, tampoco era taibolera. Más bien, el que esto narra, puede agregar que Lucía era una tipa de clase media alta. Siempre vivió acostumbrada a luchar por las cosas, porque lo que no cuesta no sabe, decía su madre. Se puede decir de la misma forma que es hija única. A sus quince años conoció el significado del dolor: su padre había muerto, le dijo su madre, en el transcurso de la mañana después de que había ido a dejarla a su escuela secundaria, una privada con educación católica. Este accidente marcó un cambio rotundo en la vida de Lucía, cuando él estaba vivo, ella se esforzaba por ser la mejor en la escuela, porque su padre siempre se lo premiaba y lo agradecía. Ahora no había un motivo por el cuál luchar. Literalmente, todo se lo había llevado la chingada.
Lucía tenia ojos de tapatía: azules y perfectos; su piel era clara y fina, su figura menudita, esbelta y contorneada por naturaleza. Su padre cada mañana antes de dejarla en la secundaria acostumbra a decirle: hija, cada día te pones más hermosa, lo sacaste de tu abuelita, mi madre, sólo espero no saques el comportamiento de ella, date a querer y a respetar, que hombre no te faltarán, recuerda que te mereces lo mejor.
Muerto su padre, casi todas las palabras dichas por él, habían tenido la misma suerte: enterradas tres metros bajo tierra a un lado del dueño de cada una de esas frases. Mientras menos que recordar, más fácil olvidar, se impuso como propósito. Sólo había una cosa que jamás pudo olvidar de lo proferido por su padre: cada día te pones más hermosa, lo sacaste de tu abuelita, mi madre, sólo espero no saques el comportamiento de ella; si es hermosa y lo sacó de su abuelita, sería interesante saber qué comportamiento tenía su ancestral familiar y cómo utilizaba su belleza en el mundo. Su búsqueda no fue nada exhaustiva, uno de sus tíos el más viejo, le comentó: mijita, tu abuela, mi santa madre, siempre supo que era bella, porque hasta sus hermanos, me llego a decir mi padre, tu santo abuelo, se le llegaron a insinuar a pesar de estar penado ante las leyes del Creador. Ella nunca le fue fiel a tu abuelo. Se llegó a acostar con dos de los mejores amigos de mi padre. Por eso, tu padre, siempre te recalcó y deseó que ojalá no saques el comportamiento de nuestra madre.
Pero así como la curiosidad mató al gato, el pasado se adueño la jovencita en cuestión y sin padre que le recordará a Lucía en que no debe de convertirse, optó por el camino de placer, y es que la muerte de su padre le había dejado algo en claro: la vida es corta, como para no disfrutar de ella. Y si su madre, alguna vez dijo: hazme gozar, a su esposo hoy occiso, en una de las tantas noches que ella, Lucía, acostumbraba a espiar a sus padres por la noche, porque según Israel, su mejor amigo, le dijo: si quieres saber que es hacer el amor, espía a tus padres, porque en los libros de la escuela jamás nos van a enseñar.
Teniendo como antecedente todo lo anterior, Lucía comprendió de forma rápida, que hacer el amor con los hombres provocaba placer y eso es lo que ella tenía que buscar obtener de la vida. Decisión que le hizo saber a su mejor amigo, Israel, y con toda la confianza que se tenían le dijo: somos amigos desde chicos, ¿no?, por eso te voy a pedir que hagas conmigo el amor, quiero obtener placer antes de morirme. A lo que el estúpido de Israel respondió: pero, Lucía, para hacer el amor necesitamos querernos, según dicen mis padres, además, no creo que te vayas a morir ya. Y Lucía: bueno, como tú quieras. Dos días después Israel se enteró en boca de Lucía, que ya había hecho el amor y sintió placer, así se lo dijo: ya ves cómo eres a veces medio pendejito. Lo hice con un vecino que me gusta y sentí rico y para nada siento algo de cariño como lo siento contigo. Comportamiento que fue siguiendo a lo largo de su vida. El placer se volvió una adicción y para calmarla buscaba a un hombre, solución que aplicaba de igual forma cuando llegaba a sentirse sola, sin cariño.
Así que cuando Lucía y Roberto cruzaron sus caminos, Roberto le llegó a preguntar cuál era su filosofía acerca de la vida, obtuvo la siguiente contestación: el sexo es el arma más poderosa del mundo, calma la sensación de placer y cura el sentimiento de soledad, lo mejor de de todo es que no se necesita tener ningún sentimiento de por medio para disfrutarlo. Robert continuó preguntando a modo de suposición: ¿y si te digo que te amo y quiero hacer el amor contigo, lo harías? No, me daría hueva. Es más rico besar y coger sin sentimientos de por medio, además quién eres tú, para expresar la voluntad de tu pene, este sólo quiere una vagina donde descargar. Si me quieres amar, olvídalo Roberto, no me interesa, pero si quieres gozar, soy toda tuya.