sábado, julio 21, 2007

Poeta, solicita ayuda urgente a García Márquez.

Si alguien tiene la posibilidad de pasarle este mensaje a Gabo o si de pura casualidad, Usted (mi admirado y respetado Gabo) para por aquí, le pido de la manera más atenta, me presente a una de esas putas inverosímiles, hembras babilónicas adiestradas en recursos inmemoriales, y provistas de toda clase de ungüentos y dispositivos para estimular a los inermes, despabilar a los tímidos, saciar a los voraces, exaltar a los modestos, escarmentar a los múltiples y corregir a los solitarios; sucede que yo soy uno de esos solitarios.
Y si ni el Gabo puede salvarme de estar inexacta soledad y verosímil abandono, entonces ya estoy perdido.
¿Acaso estaré sufriendo mi infierno en vida?

jueves, julio 19, 2007

Negligencia o accidente laboral



Diario Milenio-Puebla (19/07/07)
Pueden creérmelo: no conocía el aereopuerto de Huejotzingo, pero ahora que hay un vuelo de Volaris que viene directo de Hermosillo tuve que ir hasta allá a recibir a mis familiares. Desde siempre (desde que lo recuerdo) he sido un hombre muy poco dado al turismo. No me gusta viajar y me aburro de inmediato en lugares que no conozco. Debe ser una neurosis, pero no sé si lleve algún concepto que la haga reconocible. ¿Turisfobia? No, ése lo acabo de inaugurar. Bueno, algo así me pasa. Me llevó hasta el Huejotzingo mi amigo Alberto Calderón, un joven amable que trabaja en la central de taxis de la Medalla Milagrosa, por la 25 Oriente.
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Y justamente cuando regresábamos a Puebla escuché en la radio del auto una noticia que ya había leído en los diarios el viernes 13 (¡viernes 13!): un trabajador de la Secretaría de Cultura, de nombre Eduardo Monroy, había caído de una escalera de una altura de tres metros al intentar cambiar una bombilla en la Sala de Exposiciones de la Biblioteca Palafoxiana. ¿Accidente laboral? Quizá, ésos son accidentes que así se califican. Pero en este caso, el señor Monroy murió el domingo pasado sin recobrar la conciencia luego de cinco días de permanecer en terapia intensiva. Tenía 62 años.
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Sin embargo, se sabe que al señor Monroy no le dieron las condiciones necesarias por parte de recursos materiales de la Secretaría de Cultura para la realización de tal acción. ¿A quién se le ocurrió la maravillosa idea de ordenarle a un hombre de su edad que subiera a colocar el foco a esa altura y con una escalera casi inservible?
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Nadie hasta el momento se ha pronunciado sobre este hecho. La jefa de personal y de recursos financieros, Erika Rubí Ramírez (nótese que tiene una doble función dentro de la Secretaría de Cultura) no ha dicho “esta boca es mía”; tampoco lo ha hecho Juan González, el jefe de recursos materiales.
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La familia del señor Monroy ha tratado de entrevistarse con el secretario de Cultura Alejandro Montiel, pero éste no se ha dignado a recibirlos. ¿Qué va a tratar con ellos? ¿Qué les va a explicar? ¿Va a reconocer que la escalera no estaba en las mejores condiciones? Según lo narra el periodista Edmundo Velázquez, el señor Monroy recibió la autoritaria orden de parte del área de recursos materiales, aun cuando otra persona se había ofrecido a realizar la tarea. “No, que lo haga Monroy”, fue la respuesta del jefe y de una de las secretarias.
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Lo cierto es que ese hecho que pudiera argumentarse como un accidente laboral, es el resultado de la degradación humana que ha propiciado el secretario Alejandro Montiel Bonilla.
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El señor Eduardo Monroy murió de traumatismo craneoencefálico. ¿Accidente laboral? ¿Negligencia? ¿Prepotencia de los encargados de la oficina de recursos materiales? Ahí se deja entrever la degradación humana propiciada por esta pésima administración de la cultura de Puebla. ¿Hasta cuándo se seguirán permitiendo estas cosas? Qué pena.

domingo, julio 15, 2007

666 send.

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