lunes, diciembre 31, 2007

Bang, bang, Benazir



Diario Milenio-México (31/12/07)
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Del tamaño del sapo...
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Una de las escenas más recordadas de Bruce Lee es aquella de Operación Dragón en la que manipula los chacos a la velocidad de un rehilete, para desgracia de sus oponentes y pasmo religioso de los espectadores. Debimos de ser varias decenas de miles los adolescentes que abandonamos el cine intercambiando remedos de patadas voladoras, y en noches subsiguientes soñando con un día manejar los chacos igual que aquel difunto legendario. La mayoría jamás lo intentamos, que yo recuerde sólo algunos extremos vanidosos accedieron a levantarse a las cuatro de la madrugada para ir a hacerse ninjas al Ajusco. Alguna vez, cuando estaba ya cerca de comprarme unos chacos, un amigo juicioso me preguntó qué pasaría si un día yo sacaba esos chacos y el enemigo terminaba dándome con ellos. ¿Cómo negar que era lo más probable? Cabía, además, la posibilidad de que al introducir un arma en la contienda mi adversario se sintiera tentado a responder con un arma mayor, o cuando menos más manejable. Un ladrillo, un bat, una lata de gas lacrimógeno. Por eso nunca tuve unos chacos, ni hasta la fecha me imagino qué haría con un revólver en las manos. Qué tal que ando de malas ese día...
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Años después, aún influido por el verdugo heroico del malvado Han, pasé un par de años tomando en unas clases de tae-kwon-do que eran tremendo antídoto contra la neurosis. Aunque algunos, tal vez los mismos que esperaban un día convertirse en ninjas de algún shogún local, disfrutaban gritando como lobas en celo cada vez que soltaban una patadita. La clase de entusiasta que lo primero que hace al iniciarse es comprar camiseta y calcomanía alusivos. Poder llevar alguna insignia encima que acredite su superioridad guerrera. Que a la hora de hinchar el pecho de gallito rijoso sobresalgan las letras coreanas en el pecho, cuya traducción será siempre la misma. Tú que me miras feo y yo que te reviento el hocico. Comúnmente, a los empistolados les divierte hacer blanco en esas camisetas.
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El que tenga más juguetes gana
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Toda riña se mueve dentro de ciertos límites y niveles de agresión. La introducción de un arma en la pelea supone el reto a llegar más allá. Ser no sólo enemigo, sino enemigo mortal. Escupir en el suelo que ha pisado cualquiera de los suyos: todos malditos. Las peores satrapías se caracterizan por ejercer violencia extrema no únicamente contra el responsable de la presunta falta, sino de paso contra sus familiares. Supuestamente el último límite de la agresión consiste en pretender exterminar la semilla de una estirpe o una raza. Hay que estar desquiciado para querer ganar un juego donde se apuesta en esos niveles, por motivos sin duda menos concretos que la sangre que está por derramarse. Quizás lo más pasmante del asesinato de Benazir Bhutto sea que hubiera aún quien se pasmara. Su historia es la de un western sofocliano que comienza horas antes del ahorcamiento de su padre, justo en la celda donde le promete continuar su lucha. El hecho de hubiera muerto en Rawalpindi, a tan poca distancia del patíbulo de Zulfikar Alí Bhutto, confirma la materia teatral de una tragedia largamente cantada.
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Cuando los talibanes se llamaban mujaidines, parecía una buena obra darles armas y entrenamiento para enfrentar a los invasores soviéticos. Tan buena como en su caso lo sería darle a un niño un cuchillo para evitar que lo molesten en la escuela. Cada vez que algún niño dispara o se dispara accidentalmente un arma de fuego, nos preguntamos quién ha sido el idiota que la dejó cargada y a su alcance. Creemos, y en eso nadie está en desacuerdo, que un niño de nueve años no es capaz de responsabilizarse por un arma, y asumimos por mera abulia cerebral que quien cruza la línea de los dieciocho años está mágicamente facultado para hacerse cargo del poder destructivo de un juguete equipado con pólvora y plomo. Favorito, por cierto, de tantos imbéciles.
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3
Enojo de mujaidín
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En un país que se llame a sí mismo civilizado no debería ser posible, ni acaso concebible, que se permita a nadie poseer un arma sin haber aprobado toda suerte de exámenes que acrediten su estabilidad mental y el manejo adecuado del juguete de mierda, amén de acreditar un nivel de instrucción hasta hoy impensable en buena parte de los que legalmente llevan armas de fuego encima. ¿Cuál era, a todo esto, el nivel de instrucción de los ex-mujaidines a los que el civilizado y civilizador gobierno de Benazir Bhutto repartió en su momento el poder de las armas? Si juzgamos por lo que han hecho como talibanes, habrá que acreditar que sus conocimientos alcanzan solamente valor curricular en el área del odio y los prejuicios. No fue precisamente un gesto civilizado dar a un puñado de retrógradas rencorosos e intransigentes un poder de destrucción del que pocos después querrían abdicar —ningún otro tendrían, en tal caso.
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Aún hoy corre el cuento moralista de que el doctor Joseph-Ignace Guillotin, gran promotor de la medida humanitaria de ejecutar a los condenados a muerte mediante un aparato preciso e igualitario —antes de la irrupción jacobina, los familiares ricos de quienes morían por hacha o sable pagaban al verdugo por un trabajo raudo y certero—, había muerto asimismo guillotinado. Lo cierto es que ninguno de sus familiares consiguió que el Estado accediera a renombrar el pérfido adminículo, motivo por el cual procedieron a guillotinarse el apellido. ¿Sabría Benazir Bhutto, empañado a menudo su civilizado entendimiento por la cruzada que la tenía en pie, que no hay arma que no tenga dos filos? Hoy, cuando su enemigo Pervez Musharraf se esmera en exponer las siniestras virtudes del quemacocos como arma mortífera, no queda más que sentarse a esperar en qué momento llega otro más hábil, le arrebata los chacos al tirano y lo tunde con ellos espectacularmente. Qué no habría hecho el pasmante Bruce Lee al mando de unos chacos rematados en ojiva nuclear.

1 comentario:

Anónimo dijo...

que chido esta esto, me tubiste pegada al monitor leyendote :), feliz año!! hahaha... que mas puedo decirte?? mmm... espero verte el prox lunes... si entramos el porx lunes vdd?? hahahhaa... bueno ahi estare esperandolos :)