jueves, octubre 25, 2007

Un estudio sobre Freud



Milenio Diario-Puebla (25/10/07)
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Me acabo de encontrar casualmente a una querida persona que fue mi maestra en la Facultad de Psicología hace como ochenta años ya. Nos tomamos un café en el Italian de doña Maguito y me regaló –se desprendió de él porque lo acababa de adquirir— un libro de John Forrester, editado por Gedisa que, a decir verdad, yo andaba buscando. Se lo dije a mi maestra (mi exmaestra) y sólo eso bastó para que me lo obsequiara.
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El libro fue editado en el 2000, pero se agotó muy rápido. El tema lo han tocado pocos investigadores de Sigmun Freud, el padre del psicoanálisis. Aquí se aborda el caso de la disciplina psicoanalítica y las pasiones humanas. Su autor decidió ponerle el título de “Sigmund Freud: partes de guerra” y su contenido es harto interesante.
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Como bien se marca en la parte introductoria de este libro: nadie escapa a la influencia, al pensamiento de Freud. La propia literatura se ha interpretado muchas veces (sin caer en el reduccionismo) tomando como base la teoría del psicoanálisis.
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Opina con justa razón Kirkuk Reviews que el gran mérito de “Sigmund Freud: partes de guerra” es que “toma en serio tanto a Freud como a sus críticos. El autor trata con rigor las limitaciones del psicoanálisis clásico y al mismo tiempo muestra un profundo respeto por sus grandiosas contribuciones a nuestra cultura y nuestras posibilidades de comprendernos a nosotros mismos. Nos ofrece una profunda y brillante contribución a la historia de esta ciencia tan polifacética y su práctica”.
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El capítulo V abre, con un epígrafe de W.H. Auden, “In memoria Sigmund Freud”. Dice textualmente: “si a menudo se equivocaba y, a veces, era absurdo,/ para nosotros ya no es una persona/ sino todo un clima de opinión/ según el cual conducimos nuestras diferentes vidas:/ Como las condiciones meteorológicas,/ sólo puede traer dificultades o ayudar”.
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He citado completa la cita de Auden, porque John Forrester lo retoma para explicar que quien quiera escribir la historia del psicoanálisis lo tendría que comparar con las condiciones meteorológicas del siglo XX, ya que hay una influencia generalizada de que –está fuera de toda duda— se halla presente en el pensamiento del hombre, en la historia de la medicina, de la ciencia, de los movimientos culturales y de la historia toda del siglo XX.
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Y escribe John Forrester que Freud es como un faro, como la iluminación eléctrica: sin Freud y sin la Iluminación, el XX es impensable.
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Hablar del inconsciente a finales del siglo XIX representó el abrir los ojos (como la iluminación) a una parte del hombre que hasta entonces permanecía vedada: los sueños, los actos fallidos, la teoría de la sexualidad… André Bretón, en los manifiestos del Surrealismo reconocería la teoría del psicoanálisis como una teoría revolucionaria. No hay que olvidar que el fin último del psicoanálisis es “hacer consciente lo inconsciente”.
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Freud narró sus propios sueños. Freud interpretó el síntoma de sus pacientes como el crítico lo hace con las metáforas poéticas. Lo que a Freud le llegó a preocupar, lo dejó escrito, es que el hombre (a través del Psicoanálisis) saliera de su miseria espiritual para entrar a una miseria material.
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Sin duda, Freud es uno de los grandes pensadores del siglo XX. Su teoría revolucionó, efectivamente, la vida cotidiana de los hombres.

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