sábado, octubre 13, 2007

La impronta del Che



Diario Milenio-México (12/10/07)
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Toda gran revolución —la que modifica casi todo en la política y la sociedad— busca su propia expansión. Así ocurrió con las revoluciones francesa, rusa y china, entre otras muchas. La Revolución Cubana tenía una necesidad aún mayor de expandirse hacia América Latina: dejar de ser la única sede revolucionaria frente al asedio del gobierno de Estados Unidos.
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Ernesto Guevara, el Che, marchó a Sudamérica en busca de un proceso revolucionario continental. Era del todo natural que el dirigente cubano de origen argentino se propusiera una revolución latinoamericana en un momento en que la influencia de la Revolución Cubana seguía siendo grande en la región. Hoy, 40 años después de su caída en Bolivia, podría decirse que el empeño de Guevara era irrealizable, pero entonces no parecía igual para todos.
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La cuestión no era la exportación de una revolución triunfante sino su expansión, es decir, tomar la Revolución Cubana como un punto de apoyo hacia un proceso internacional, cuyas condiciones políticas podían madurar.
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La forma de lucha del foco guerrillero era ya cuestionada como elemento común para cualquier país latinoamericano, pero tal era justamente un debate: el Che creía en la revolución a partir de la acción armada de pequeños grupos capaz de desatar procesos de organización y conciencia de carácter popular.
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El Che no era un iluso suicida como algunos tratan de identificarlo, sino un hombre de acción cuyos objetivos estaban muy definidos. La acción armada —tan combatida con supuestos principios humanistas y pacifistas— no era nueva en nuestra América sino algo de lo más viejo: piénsese tan sólo en Hidalgo, Bolívar, San Martín, para mencionar a padres de patrias. Madero, por ejemplo, contaba con unos cuantos hombres armados cuando tomó y casi perdió la vida en Casas Grandes: pocos creían entonces en su causa.
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La acusación de haber ido a pelear a Bolivia siendo él argentino carece de imaginación, pues Guevara era ya un líder revolucionario en Cuba, una isla muy diferente a su patria original. Los revolucionarios nunca se han detenido demasiado en las fronteras aunque los contrarrevolucionarios, menos aún.
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Se habla ahora de la muerte del Che. Eso es un error. Guevara fue asesinado después de su detención, lo que clarifica el carácter del gobierno y el ejército de Bolivia en ese entonces. El hecho de que haya sido aprehendido con arma en mano, como corresponde a la generalidad de los rebeldes, no podrá nunca justificar su asesinato a sangre fría.
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El Che ha sido comercializado y expuesto como una especie de héroe moral. Sin embargo, la historia es necia. Ernesto Guevara era un revolucionario.

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