jueves, octubre 04, 2007

Don Ángel Baquero



Diario Milenio-Puebla (04/10/07)
En 1978 acompañé a Jesús Reyes Cordero a visitar la casa de Pita Amor, porque a él lo había citado para tomarle unas fotografías. No recuerdo bien a bien la casa, pero sí una estancia llena de objetos y miniaturas. Luego Reyes Cordero escribió en una crónica que la casa de Pita Amor (con todos esos objetos) era sólo comparable al Museo André Breton de mi casa paterna.
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Poco después conocí el "Restaurante Puebla" de Ángel Baquero, un restaurante que estaba sobre la 3 Poniente, entre la 5 y la 7 Sur. Tenía a la entrada, del lado derecho, una enorme vitrina llena de objetos, muchos, todos en miniatura. Quizá eso me sorprendió y me hizo un aficionado más a la sopa de sesos y de médula y a las orejas de elefante, las milanesas que ahí se preparaban. No tardé en hacerme su amigo. Me decía “camarada” porque sabía de mi militancia en el Partido Comunista Mexicano y porque quizá fue una expresión que le contagió el periodista Gabriel Sánchez Andraca, su asiduo cliente, al igual que Alfonso Yañez Delgado.
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Lugar de estudiantes, periodistas e intelectuales, el "Restaurante Puebla" contaba con unos cómodos reservados recubiertos de piel de color café perfectamente alineados desde la entrada hasta el fondo a mano izquierda. Más allá estaba la cocina.
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Como pasó con muchos negocios, el "Puebla" se dividió para desaparecer paulatinamente.
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No puedo dejar de pensar en ese fatídico día de hace aproximadamente diez años, cuando unos patanes entraron a asaltar el negocio y no conformes con ello, golpearon salvajemente a don Ángel. Creo que nunca fue el mismo a partir de ese momento. Lo supe por el diario y lo visité después, en su convalecencia. Le gustaba sentarse, pensativo, al final de los reservados.
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Durante los años sesenta fue un lugar muy popular. El trato amable de don Ángel hacía que hubiera gente de pie, esperando un sitio. Él se llamó Ángel Baquero Pardavé. Nunca, que yo lo recuerde, habló de su parentesco con el autor de “Varita de nardo”, Joaquín Pardavé. Él era Ángel Baquero, y lo era por sí mismo.
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Hace unos días murió don Ángel Baquero a la edad de 91 años. Cuenta a manera de anécdota Mauro González que cada aniversario de lo que fue el Diario de Puebla, su director don Julián Cacho Allende, organizaba ahí, en el restaurante de don Ángel Baquero, la fiesta de los aniversarios, el 11 de marzo de cada año.
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Cada vez que paso por ahí, por donde estuvo el "Puebla", me acuerdo de los años travoltianos, de mi época de estudiante de psicología y, por supuesto, de don Ángel –don Lencho— Baquero y de su pequeño pero gran museo. Lo vi no hace mucho en el portal, caminando con su familia. Lo saludé y se acordó de mí, me dijo “camarada”. Ha muerto don Ángel y ha muerto una tradición gastronómica de Puebla. Lo habremos de recordar por siempre y, como acostumbramos a verlo en los obituarios, ha sido una gran pérdida. Descanse en paz.
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No sé que fin haya tenido el museo de miniaturas de Pita Amor. Me han dicho que la familia de don Ángel custodia el que estuvo en el "Restaurante Puebla". Ojalá así sea, porque si esas miniaturas (ordenadas en el desorden) se mantienen vivas, vivo se mantendrá en la memoria don Ángel Baquero. La Puebla cambia y sus personajes se van. Es una ley. No hay otra. A don Ángel ya lo extrañábamos desde hace mucho. Ahora lo extrañaremos más.

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