domingo, abril 29, 2007

Introspección LVII.

Roberto quisiera renacer en la belleza del cuerpo de su amada, al son que marque el ritmo de sus besos y calmar la espera, la angustia, teniendo como objetivo la ruptura de las barreras con la calma necesaria, para no lastimar y disfrutar. Desvirginar los miedos que carcomen los corazones de cada uno. Son los deseos interminables que tiene al abrir los ojos y darse cuenta que una rutina más lo espera, para darle la bienvenida más cotidiana. Desearía que de una vez por todas que la oscuridad de su cuarto no fuera la misma que refleja el mundo entero. Un poco de luz, sólo pide un poco de luz. Una luminosidad nacida de alguna cabellera femenina. Una montaña que como faldas tuviera unos labios finos...

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