martes, enero 24, 2006

Precisando

Palou en su blog (http://www.pedropalou.blogspot.com) dice lo siguiente sobre la escritura: Escribir para recapitular, para revivir, aún a sabiendas de que en realidad todo acto memorístico es una ficción. Escribir para reinventar, si acaso vivir es inventarse. Toda la clave, entonces, está en encontrar un registro, un tono desde el que iniciar la aventura.
Pero pienso, también escribir para vivir aquello que nunca seremos y nunca fuimos. Inventar para vivir, porque en la invención encontramos lo que por miedo a la sociedad no nos atrevemos a cometer por salud moral talvez inmoral para uno mismo. El flaco Sabina algún día de entre todo lo que no pudo ser, poéticamente eligió la imagen del Pirata cojo con cara de malo, pata palo y parche en el ojo.
Por el momento me quedo con mi propia metáfora: la imagen de la delgada figura triste y errante de la esta ciudad neobarroca. Retomo el lugar de un sobrenombre que naciera en las oficinas de una Secretaría de Cultura que a gritos pide la inteligencia de aquel visionario cultural. Sigo siendo el poeta neo-dark, más por el trasfondo de tristeza y soledad que por lo poeta.


domingo, enero 22, 2006

No soy yo, eres tú.

Mensajera del más allá
ante el dolor,  tu preguntas
buscando la respuesta del por qué
tanta podredumbre disfrazada de palabras.

Y es que las flores no siempre son bellas
así como las promesas: te reviven
o acaban por enterrar nuestra triste figura.

Después de la muerte uno revive
como puede o como nos dejan,
pero nunca pasamos ningún abismo
sin pagar cuota, tampoco nos acompaño
ningún poeta en el recorrido.

Hace poco me renaciste
sólo sé que no soy yo
eres tú y nadie más
y  es otro el que escribe
este intento de declaración
y es otro el que respira
cuando me encuentro lejos del humo de tu presencia
y es otro el que en este momento te habla
porque hace días que volví a morir
en un mar barroco de color rosa
que lentamente rápido, me ahogo
y al mismo tiempo una sirena
musitaba la cura de las cenizas de mi alma.

A la tierra me regresó
y no olvido su mirada tan
incendiaria, tan desnudante.
Sigo percibiendo tu aleteo
por mis sueños
con la misma insistencia
en que Nietzsche era acosado
por su locura.