viernes, diciembre 08, 2006

Introspección XV.

Semanas largas, muy largas las que he vivido en estos días. El tiempo no quiero regresar. No me interesa. A veces dan ganas de adelantar el reloj y esta era una de ellas. Aunque había muchas ganas, tenía que aguantarme iba a resultar algo contraproducente, porque con el término de semestre, llegan también las despedidas. Adriana, la tierna niña que aún se sorprende por cada cosa que ve en cada puesto y a lo que todo le parece bonito, regresa a su natal Chilpancingo, fueron 4 meses que se pasaron como agua, pero me engañaron con su hipocresía cotidiana. Ahora que parte siento que dejo ir a una amiga de años. Esa es la mentira grande del tiempo, lo bueno dura poco tiempo, pero parece algo de siempre y lo malo dura mucho tiempo y tiene tendencia a la repetición. Otra que parte es Emanuelle, la canadiense más mexicana que he conocido. La “Conchita Pérez” de nuestro círculo de amistades. A las dos las voy a extrañar. Se llevan recuerdos y felices momentos. ¡Qué trillado me leo!, pero estás cosas siempre van camino a lo repetitivo.
Alguien que también parte y de retache a sus terruños es Jenny, la paraguaya-brasileña-koreana-mexicana y se me va otra nacionalidad por herencia, más importante que he conocido en mi vida. Mis extremidades. Mi coherencia en mi vida tan caótica. Su partida sólo es vacacional, pero siempre existe la maldita duda del no retorno a Puebla. El tiempo dirá su voluntad.
Mientras mi gente parte, en estos últimos día del año, he recordado una juventud que nunca tuve y que quizá esta lejana de mi persona. Perfecto el cuento de Eloy Urroz: Las plegarias del cuerpo que viene dentro del libro Tres bosquejos del mal, escrito también por Padilla y Volpi, ahora me encuentro navegando un barco, escuchando historias de un amigo que es masón o algo parecido, La imposibilidad de los cuervos, de Nacho es el cuento número 2 y está exquisito. Hasta me están dando ganas de ser Masón. El misterio que de por sí envuelve a este movimiento, lo plasma perfectamente Padilla en el cuento.
Hoy fue un día de despedidas. Mi humor no fue el mejor. A nadie le gusta decir adiós. A mi me causa una transformación tremebunda. Simplemente me convierto en todo lo que crítico. Pero también fue un día de altibajos sentimentales. Ya no sé que quiero. He visto a las dos mujeres que me traen no loco, digamos atento. No supe que hacer. Con una opté por el distanciamiento, la indiferencia, y, con otra por la cercanía y el diálogo.
El año ya casi termina y voy a llegar a creo tres años de soltería o dos, tan patético es la situación que mi orgullo decidió por no tener memoria de mi situación.
Puede que este año mi carta a Santa y a los Reyes sea intempestivo y diga: ¡URGENTE! Pido este año me traigan una novia, de preferencia las dos que tengo en la mira.
Mejor me dedico a dizque seguir haciendo cuentos y poemas.
No se ve tan fatal como esto.

3 comentarios:

edegortari dijo...

Pues buen texto, la verdad. Ya publiqupe un poema tuyo en mi blog. Elejí el que es el post anterior. Al fin que tienes de d´ponde escoger y luego meto algo más. Por cierto, ahora, no sé porque, me acord´pe de un café muy bueno allá en Puebla, el MAcondo, y de otro que se llama Rayuela. eSos dos son muy buenos. Saludos.

indianala dijo...

Mi mejores deseos de paz para vos.
Todo llega. :)

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Amigo:

Cuánta certeza hay en lo que dices sobre el tiempo. Me conforta leerte y saber que alguien más padece de esta soltería sin fin, de estos recuerdos y sueños que no se van y que enfermamente, quizá no queremos que se vayan

sí, he andado perdido, pero siempre es un gusto leerte