Es cierto tiene razón Nietzsche,
los poetas no tienen pudor
con respecto a su vida, la explotan.
La exhiben.
Gozan de mostrar sus heridas
a un lector potencial.
Yo que no soy más que un intento
de poeta, si acaso un poetastro,
por falta de fuerza y voz
en lo que digo y de la forma
en que lo hago.
Debería pararme junto a un aparador
de cualquier centro comercial,
de los que tú frecuentas
o en alguna banqueta del centro de mi ciudad
por las que tú no caminas
y ponerme en el pecho, un letrero que diga:
vendo vivencias XXX al que quiera
darse cuenta que su vida no es tan mala
como creía. Vean que siempre
hay alguien peor que ustedes: Yo.
Y ahí verían al intento de poeta
leer sus poemas
en un escritorio viejo
adornado por una botella de vino tinto a medio vaciar
y una copa vacía, pero con rastros de tinto
y de fondo las fotos de mis influencias literarias,
alrededor un librero atestado de muchos libros
y del piso emerger más torres de lo mismo,
todo en un cuarto con luz tenue.
Nada más patético
que ver a un intento de escritor
en su centro creador,
con una mirada que refleja soledad
y una pose que pide el amor
que tú nunca supiste darme.
Qué patético es darle la razón a Nietzsche.
2 comentarios:
guuuaaauu que buen poema! tienes razón y no sé si eso sea bueno o malo =O
un abrazo fraternal amigo!
Guauu que cute
Me encanto!
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