jueves, marzo 23, 2006

Vino lunar.

Un poema, cuatro voces y un motivo es lo que a continuación pongo. En pos del recuerdo de una noche de tertulia. Rindiendo homenaje a una complicidad y un deseo de hacer algo más que una simple reunión de despedida momentánea a un amigo. Una constancia de hechos.

Sangra su silencio derramando gritos,
degollando diluidas divagaciones.

Luna de seda, nación perpetua de fantasmas.

Se acerca el fin, la muerte es inexistente,
nos podemos perder en la nada,
no importa, si nada hay,
siempre existirá, por lo menos nada.

Trece los sueños divididos en tres,
placeres vertidos en vino,
sensaciones por definir,
sombra de mis sueños,
luz de luna.

Se llora ausencia ingrata
desquiciando luna agorera.

En soñar se van los días,
las noches en vivir,
cuenta pensamientos,
evoca desgracias…
¡llueve muerte!

Una risa, se presenta,
el sol ausente está,
el calor presente se hace,
no imaginé estar aquí
y así, la madrugada comienza,
un día más bien terminado quedó,
la compañía es agradable,
en esa madrugada eso es lo mejor.

¿Cuántas noches perdidas sin vino y sin musas,
hemos tirado al vacío?

Diciembre de 2005. Viridiana Carreto, Israel Aguilar, Adrián Mellado y Alfredo G.

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