Una mirada me dirigiste,
de casualidad la atrape
y mis muslos quedaron petrificados,
mis sentidos se enmudecieron,
el mundo se olvido de su traslación,
y abandono a la rotación,
la luna eclipso al sol.
Adán y Eva siguieron pulcros,
Caín jamás mató a Abel,
Jesús jamás perdonó a los pecadores
y las víboras aprendieron a volar
y el Diablo jamás se reveló ante Dios.
Pero sólo fue una sensación infundada.
La mirada iba dirigida
al que estaba atrás de mi.
1 comentario:
Me conmovió este poema Alfredo. Recordé de pronto aquel "No preguntarte me salva" del buen Salinas, no, el pelón no, sino Pedro Salinas. Tendré que decir que pude leerme, y de pronto me pesó un poco menos éste cariño solitario, al que no le dirije la mirada quien yo esperaría...
La perseverancia te hará un gran poeta. Otros, nos leeremos y reconoceremos y en tu obra.
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