viernes, marzo 31, 2006

Por una mirada.

Una mirada me dirigiste,
de casualidad la atrape
y mis muslos quedaron petrificados,
mis sentidos se enmudecieron,
el mundo se olvido de su traslación,
y abandono a la rotación,
la luna eclipso al sol.

Adán y Eva siguieron pulcros,
Caín jamás mató a Abel,
Jesús jamás perdonó a los pecadores
y las víboras aprendieron a volar
y el Diablo jamás se reveló ante Dios.

Pero sólo fue una sensación infundada.

La mirada iba dirigida
al que estaba atrás de mi.

1 comentario:

hpons dijo...

Me conmovió este poema Alfredo. Recordé de pronto aquel "No preguntarte me salva" del buen Salinas, no, el pelón no, sino Pedro Salinas. Tendré que decir que pude leerme, y de pronto me pesó un poco menos éste cariño solitario, al que no le dirije la mirada quien yo esperaría...

La perseverancia te hará un gran poeta. Otros, nos leeremos y reconoceremos y en tu obra.