jueves, marzo 30, 2006

Insolentes divagaciones.

Cada mañana
las ganas de tomar
tus caderas, invaden
como enormes duendes
a la tranquilidad de
mis pacientes manos.

Cada tarde
las ansias de robarte
el aliento y adentrarme
en tu cuerpo, se vuelven
tan constantes y castrantes
que alucino con volverme
el aire que respiras.

Cada día
me vuelvo preso
de los instintos que
me provoca tu portentosa figura
y tu mirada recalcinante,
pero sólo son divagaciones
de un insolente poeta.

1 comentario:

CadávEr Muerto dijo...

Joder, para ser poeta hay que ser insolente, jejeje, ¿o no? Insolente y hormonal (cachondo , pues, cachondo, jejeje).