sábado, diciembre 31, 2005

Absurdo y abstracto el año nuevo.

Antes de que acabe el año, regreso a estas páginas porque me dijeron que aquí deje olvidado un poema, una novela y el amor secreto. Pero no encontré mucho. Sólo unas cuantos versos que quieren ser poemas y unos cuantos párrafos que desesperados buscan ser cuentos y algunas ideas esperanzadas en convertirse en una gran novela. Son algo, casi nada, da lo mismo, es igual.
Un año sigue, acaba otro ¿cuál es la diferencia? Yo no halló ninguna. Los días transcurren a veces lento, otras tantas más rápido, pero se van. El que acaba se me fue como el agua, sólo unos leves instantes permanecen: la egoteca personal. Es lo único que queda al final del camino: los recuerdos, eso que nos forman y nos rememoran lo felices que fuimos algún día.
Las noches son mi mejor guarida. Últimamente una voz se ha vuelto la grata compañía nocturna de un licántropo que de día es cualquier personaje inanimado que camina por las barrocas calles de una ciudad que a veces me desconoce y otras tantas me acobija como la madre que nunca se atrevió a hacerlo. A veces la madre luna sigue vigilando mis pasos, sin hostigar. La sabiduría nunca hostiga.
A dos horas de que un seis se pinte en este nuevo siglo de la ignorancia, estoy sentado escribiendo como un homenaje al anhelo que busca el joven que con ansias espera repetir ese rito de la iniciación que tanto narró Pitol en su celebre Arte de la Fuga.
Sigo sin entender la razón de mi estadía, siempre en los libros buscó esa llave maestra que me permita entrar al jardín por donde Alicia buscó la sabiduría, pero sólo encuentro vestigios de mí. Talvez sea un defecto en la búsqueda o simplemente partes de la llave que tanto busco. No sé. Seguiré ese camino que vislumbro cada que me atrevo a dar un paso con riesgo a caer en el abismo, prefiero el abismo que esta vida tan inerte e hipócrita. Tan llena vacíos disfrazados de humanos que pululan gritando: lo hago por tu bien, lo hago porque te conozco y sé lo que necesitas. ¿Cuántos dicen eso hoy en día? Los veo en la tele, en los periódicos, en la radio sus voces también se dejan notar y en las revistas intentan articular diversas razones para que me trague tanta puta frase de mierda. Sin duda, este es un país de católicos que también se sientes tocados por su creador.
Yo por eso vengo de ningún lado y voy para donde yo trace mi futuro. Hace años que deje de creer en le humano como dictador de mi destino, ese sólo tiene un nombre: maquina dictadora.
El año que viene será lo mismo. Sólo cambiara cuando el humano entienda el significado de la esto: se y dejar ser. Mientras eso no pase ¿Qué chiste tiene celebrar un nuevo año? No tiene caso, porque nada está cambiando. Sólo es el mismo atole con distinta taza.