sábado, diciembre 17, 2005

Muriendo.

La vida transcurre igual,
tu inalcanzable, yo muriendo.

Permanezco inmóvil, soy
momia de la calle,
fantasma de tu mente,
penumbra de la nada,
pero de día sigo siendo la sombra
que estorba tu paso.

Soy la marchita flor
que tus manos deshojan
y lentamente al caer por
la comisura de tu cuerpo,
me convierto en la huella de un recuerdo.

Soy la tierra que pisas,
la lágrima que derramas,
el maullido de un gato,
la soledad del transeúnte,
el sol de media tarde
y la luna llena que alumbra tu cuarto,
sólo una imagen que pronto olvidarás.

Pero hoy, prefiero convertirme
en la cucaracha que camina
                                 debajo de tu cama,
para que me des la muerte
y me lleve algo tuyo.
  

viernes, diciembre 16, 2005

Nos vemos en el infierno.

Cada día que pasa me dan ganas de escapar de este mundo, que mi alma vuele sola, sin rumbo, ni camino. Simplemente que mi cuerpo deje este mundo agobiante, lleno de presiones. Mi madre es una de ellas. Regresar a casa nunca ha sido la mejor decisión de mi vida. Ha sido la mejor forma para demostrar mi inmensurable derrota. A veces estar en casa es lo más parecido al infierno que retrata la iglesia en sus escritos.
Quisiera ser sombra y así estar ausente de ella, de todos, para evitar los cuestionarios de rutina ¿Adonde vas? ¿Con quién? ¿Regresas a qué hora? Bien podía responder ¿Te callas? ¿Cuándo asisto a tu entierro? ¿Prefieres que de café y galletas u optamos por atole y tamales para los asistentes al sepelio? Sería un juego justo, pero claro, sería pedirle demasiado a un Dios que se ha encargado a lo largo de mi vida en quitarme todo lo que realmente me importaba. Sin Susana la vida es un simple paseo por un aburrido abismo.
Mis días con Susana, sólo eran comparables con la sensación que sentí por vez primera al leer a Nietzsche: una sensación de miedo, pero a la vez de protección, de odio, pero de una pasión que escupía fuego por debajo de los suelos. Los años fueron siglos. Alonso Quijano al haber conocido a mi Susana hubiera abandonado a su inalcanzable Dulcinea. Mientras él luchaba contra molinos para poder sentirse digno de un amor inexistente, nosotros convertíamos la cama en guerras mundiales. Tocar su cuerpo era ser Dios por un rato, luego sería un recuerdo del paraíso. Siempre fue así cada noche.
Pero las cosas buenas nunca duran. Las mujeres tampoco son eternas y el deseo se sale del mismo modo en que entró, siempre sin avisar. Para eternidades los recuerdos y con ello las noches en vela. Tal vez por eso escribo estás líneas, para recordarla, pero también para escapar del mundo. Los psicólogos nunca han recomendado vivir en el pasado, por que afecta la estabilidad del individuo, ¿qué será más enfermo vivir en el pasado o dedicarse a analizar la vida de otros seres desconocidos a quienes les cobran por interpretarles sus sufrimientos y darles salidas rápidas pero jamás la solución idónea? No me imagino recostado, teniendo al lado a un tipo con facha de intelectual pero con lecturas de libros de superación personal, preguntándole como hacerle para olvidar a una mujer. Nunca he creído en esos charlatanes vendedores de falsas quimeras.
Es viernes y llueve a cántaros, las calles se han convertido en ríos, la basura pasea por ellas como si fueran unos ricos peces, listos para ser asados. No tengo a donde salir, mi vida nocturna se esfumó junto con ella. Todo me recuerda a ella. Necesito mudar de ciudad o jamás podré salir de este cuarto, me siento tonto al verme solo pensando en ella y escribiendo sobre ella.
Sabina en una de sus canciones decía: cuántos besos no perdí por no saber decir te necesito. No es mi caso, no aplica en mí, nunca dejé de darle muestras de mi amor, en casa nunca faltaron flores, chocolates, cenas románticas en lujosos restaurantes, en fin todos esos lugares comunes en los que caen las parejas cuando estás enamoradas, vaya hasta aprendí a cocinar para cuando ella estuviera cansada, yo poder devolverle una de sus tantas atenciones.
Siempre me he preguntado cómo paso, pero no recuerdo del todo. Hoy por la mañana me puse a recapitular la escena con ayuda de las notas del periódico, uno de ellos en el que escribía en mis tiempos de juventud, decía: viernes tres de diciembre Susana Domínguez, esposa de Roberto Flores apareció muerta el viernes en la mañana a causa de siete puñaladas por la espalda, se presume murió en la tarde del jueves, no hay indicios del asesino. No se ven rastros de robo, pero tampoco ha dejado huellas el posible asesino, según el forense.
Otro periódico más manejaba la misma información agregándole que se presume crimen pasional como móvil. Pero ninguno ha descifrado nada nuevo.
Al revisar tantas notas, de paso me encontré con muchas esquelas dándome el pésame por la perdida reciente que sufrí. Hasta mis enemigos se acordaron de mí. Pero muy pocos de esos que gastaron dinero en esquelas enormes, asistieron al sepelio de Susana. Farsantes, la mayoría deseaba mi derrota en algún ámbito y ahí la tienen.
Fue un jueves de hace dos meses cuando murió Susana. Le cancelé una cita que teníamos para celebrar el primer día en que nos conocimos, era la primera vez que el trabajo me impedía poder estar con ella. Me sentí terrible, las horas extras en el trabajo se me hicieron siglos en le infierno. Ella molesta por mi cancelación colgó la bocina. En el transcurso intenté llamar, pero nadie contestaba. Seguro se fue a casa de Mónica, su mejor amiga a quejarse, le hablé, pero ella afirmó por cielo, mar y tierra que Susana para nada se había comunicado con ella.
Mi madre ha regresado de su jornada y me regaña por seguir viendo los recortes de las notas periodísticas: Mientras más sigas viendo eso, jamás vas a poder olvidarla. Deja ya de recordar o te vas a morir lentamente.
Ella tiene razón, pero soy terco y no hago caso, me gusta el dolor, soy afecto a el. Desde que ella no está es la única manera que tengo para poder sentirla cerca.
Ese día en que murió yo regrese a casa a las tres de la mañana. La casa se veía sola, inhabitada. Pero había algo raro en ella. Fuera se encontraba un coche extraño, todas las luces se encontraban apagadas excepto la de nuestro cuarto. Entre sigilosamente, ningún ruido, pero sí un vino tinto a medio vaciar, dos copas con las huellas de haber sido utilizadas. Al llegar a la puerta de mi cuarto veo a un hombre que no soy yo debajo de ella, que desnuda se mueve encima de él como toda una estrella porno en acción, grita como nunca gritó conmigo. Lo disfruta. No han captado mi presencia. Doy media vuelta, vuelvo a salir de casa, esperando que todo vuelva a su normalidad. A que Susana se desocupe. A mi regreso, ella descansa en la cama, agotada, como si hubiera regresado de escalar el Everest. Yo me acuesto a su lado y pienso la razón del engaño que acabo de sufrir: mi tierna Susana, en mi ausencia el día de nuestro aniversario, se acostó con otro hombre. ¿Desde cuando lo vendrá haciendo? Se movían con tanta naturalidad, como si llevarán meses de conocerse juntos en la cama.
Otro día de trabajo me espera. Salgo de casa como si nada. Antes Susana me había hecho el desayuno que disfrute y le di su regalo de aniversario. Sonrió, tiene una risa que mata. Su cara tenía una sonrisa, al menos eso vi cuando la encontré muerta en mi cama, nuestra cama. Las siete puñaladas eran el significado de una traición, los traidores mueren apuñalados por la espalda. No son dignos de mirar a su enemigo, su asesino, su ajusticiador. Recuerdo que ese jueves por la noche, regresé a casa en taxi porque había dejado las llaves dentro del carro y el repuesto estaba en uno de los buros de la recamara. No había nadie cerca de la casa. Eran horas de trabajo para los esposos y de gimnasio o café para las esposas. Ella estaba durmiendo así que no hice ruido para despertarla. Entre a la cocina, busqué un cuchillo de esos nuevos que compró ella para partir el pavo en navidad, subí lentamente las escaleras, abrí la puerta sin el menor ruido. Y entonces, me trepe sobre su espalda, le dije al oído te amo y por eso tengo que hacerlo, no puedo permitir te comportes como una puta. Ella forcejeo al sentir la primera puñalada, pero fue inútil. Y el cuchillo entre sietes veces y salió otras ocho de su cuerpo. La colcha estaba llena de sangre. Yo también, pero era necesario salir antes de que llegará alguien. La ropa y el cuchillo las guarde en una bolsa que incineré. Cuando regresé al trabajo, nadie se había enterado que salí a casa, pues sabían que tenía una comida con mi esposa, pero nunca llegó al restaurante donde la espere por media hora.
La policía nunca halló los culpables o él culpable. Declararon carpetazo al asunto. Nadie había visto nada extraño ese jueves en mi casa, el asesino no dejó huellas y en mi trabajo todos sabían que son mis horas acostumbradas de trabajo.
Hasta la fecha sigo sin entender cuando fue que Susana me dejó de amar. Tal vez en el infierno me lo pueda explicar, porque halla van las putas y los asesinos.

miércoles, diciembre 14, 2005

Recuento de libros leídos y por leer.

Libros que he leído de mi pequeña biblioteca:

Pedro Ángel Palou: Los placeres del dolor. (Cuento)
Pedro Ángel Palou: Música de Adiós. (Cuento)
Pedro Ángel Palou: Bolero. (Novela)
Pedro Ángel Palou: Demasiadas vidas. (Novela)
Pedro Ángel Palou: Casa de la Magnolia. (Novela)
Pedro Ángel Palou: Con la Muerte en los Puños. (Novela)
Pedro Ángel Palou: En la Alcoba de un Mundo, Una vida de Xavier Villaurrutia. (Novela)
Pedro Ángel Palou: Memoria de los Días. (Novela)
Pedro Ángel Palou: Qliphoth. (Novela)
Pedro Ángel Palou: Quien dice sombra. (Novela)
Pedro Ángel Palou: El diván del Diablo (Novela)
Ignacio Padilla: Una forma falsa de verdad. (Selección de textos)
Chávez Castañeda, Estivill, Herrasti, Padilla, Palou, Urroz y Volpi (y Tomás Regalado que no es del Crack): Crack. Instrucciones de Uso. (Variado)
Xavier Velasco: Luna llena en las rocas. (Crónicas)
Xavier Velasco: Diablo Guardián. (Novela)
Xavier Velasco: Materialismo Histérico. (Cuento)
Guillermo Samperio: Ellas habitan un cuento. (Cuento)
Roberto Martínez Garcilazo: Responso ante la Ceniza. (Poesía)
Roberto Martínez Garcilazo: Lumbre oscura. (Poesía)
Juan Carlos Canales: Teoría. (Poesía)
Juan Carlos Canales: Antología (In) necesaria. (Poesía)
Miguel A. Maldonado: Magia corriente. (Poesía)
Juan Gerardo Sampedro: Ojos de Entonces. (Novela)
Enrique de Jesús Pimentel: Criatura Tú. (Poesía)
Enrique de Jesús Pimentel: Catacumbas. (Poesía)
Julio Eutiquio Sarabia: Mudar de vida. (Poesía)
Antología de narradores en Puebla: Varios. (Narración)
Insólitos y ufanos, antología de cuento poblano: Varios. (Cuento)
El eco hecho carne: Varios. (Cuento y poesía)
Fronteras del deseo: Varios (Cuento)
Beatriz Rivas: La hora sin diosas. (Novela)
Eduardo Casar: Mar privado. (Poesía)
Final de novela en Patagonia: Mempo Giardinelli. (Diario)
Ibargüengoitia: Los relámpagos de agosto. (Novela)
B. Traven: Macario. (Novela)
Gabriel García Márquez: Extraños doce cuentos peregrinos. (Cuento)
Carlos Fuentes: Aura. (Novela)
Vila-Matas: Bartleby y compañía. (Novela)
Albert Camus: El Extranjero. (Novela)
Milan Kundera: La Insoportable Levedad del Ser. (Novela)
Antonio Tabucchi: La Cabeza Perdida de Damasceno Monteiro. (Novela)
Thruman Capote: Música para Camaleones. (Cuento)
Michael Ende: Momo. (Novela)
Franz Kafka: El Proceso. (Novela)
Franz Kafka: La Metamorfosis.  (Cuento o novela)
Lewis Carroll: Alicia en el País de las Maravillas/A Través del Espejo. (Cuento o novela)
Nabokov: Desesperación. (Novela)
Hesse: Demian. (Novela)
Hesse: Lobo estepario. (Novela)
Hesse: Bajo las ruedas. (Novela)
Conrad: El corazón de las tinieblas. (Novela)
Cioran: Adiós a la filosofía y otros textos. (Ensayo-aforismos)  
Faulkner, Hemingway, Capote, etc...: El Oficio del Escritor (Entrevistas)
Allighieri: La divina comedia. (Poesía-novela)
Monterroso: Movimiento perpetuo.

En proceso:

W. Faulkner: ¡Absalón! ¡Absalón! (Novela)
Juan Rulfo: Pedro Páramo/El llano en llamas (Novela y cuento)
Cirlot: Bronwyn. (Poesía)
Nabokov: Curso de Literatura Europea. (Memorias)

Me faltan:

Ignacio Padilla: Amphitryon (Novela)
Jorge Volpi: El juego del Apocalipsis (Novela)
Jorge Volpi: A pesar del oscuro silencio (Novela)
Pedro Ángel Palou García: Malheridos (Novela)
Pedro Ángel Palou García: Los placeres del dolor (Cuento)
Saramago: El evangelio según Jesucristo (Novela)
F. Nietzsche: Así habló Zaratustra (Filosofía)
F. Nietzsche: Consideraciones Intempestivas (Filosofía)
F. Nietzsche: El Anticristo (Filosofía)
F. Nietzsche: La Genealogía de la Moral (Filosofía)
F. Nietzsche: Más allá del bien y del mal (Filosofía)
Cervantes: El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha I y II
Homero: La Iliada
Homero: La Odisea
V. Nabokov: Lolita (Novela)

Estoy atrapado en Fahrenheit 451, ¿5 libros que me gustaría llevar (en orden de importancia?:

Diablo Guardián de Xavier Velasco
Quien dice sombra de Palou García.
Bartebly y compañía de Vila-Matas
Browyn de Juan Eduardo Cirlot
Alicia en el país de las maravillas / a través del espejo de Lewis Carroll

¿Alguna vez me enamore de algún personaje de ficción?:

Pig y Violetta, Diablo Guardián de Xavier Velasco y Andrés, Qluiphot de Pedro A. Palou García.

Cuentos que te han gustado muchísimo:

Macario de B. Traven. Apocalipsis de gatos de Pedro Ángel Palou. Tango para una mujer desnuda de Verónica Estay Stange.


¿El último libro que compraste fue...?:

Ignacio Padilla: Amphitryon (Novela)
Jorge Volpi: El juego del Apocalipsis (Novela)
Jorge Volpi: A pesar del oscuro silencio (Novela)
Pedro Ángel Palou García: Malheridos (Novela)
Pedro Ángel Palou: Demasiadas vidas. (Novela)
Pedro Ángel Palou García: Los placeres del dolor (Cuento)
Pedro Ángel Palou: El diván del Diablo (Novela)
Xavier Velasco: Luna llena en las rocas. (Crónicas)

¿El último libro que leíste fue...?:

El diván del Diablo de Pedro Ángel Palou García

¿Qué libros estás leyendo?:
W. Faulkner: ¡Absalón! ¡Absalón!, Cirlot: Bronwyn y Nabokov: Curso de Literatura Europea
¿Qué libro abandonaste y después te encanto?:
Absalón, Absalón de Faulkner, es muy complicado de leer, es todo un reto.
¿Qué libro quisieras leer y no lo has conseguido?:
En busca del Tiempo perdido de Proust. Browyn de Juan Eduardo Cirlot.
Cinco libros especiales para ti:

Diablo Guardián Xavier Velasco
Qluiphot – Pedro A. Palou García
La Insoportable Levedad del Ser Milan Kundera
Quien dice sombra Pedro A. Palou García.
Alicia en el País de las Maravillas/ A través del Espejo Lewis Carroll.

¿Qué libro esperas con ansias?:

El que pienso escribir.

¿Qué libro regalarías?:

Cualquiera de Kundera, de Xavier Velasco y de Palou García.
¿A quién le pasas la cadena y porqué?:

     




    

lunes, diciembre 12, 2005

Padre amigo que caminas en el infierno.

A la partida de Adrián Mellado Ulloa a tierras regias.

Hemos caminado por la sinuosa vida,
preferiríamos no haberlo hecho
y henos aquí mamando el sagrado elixir
de la rutina, sentados sin alimento
y esperando la llegada de la noche, siempre.

Una complicidad disfrazada de hambre,
camuflajeada por el vino tinto, fina
sangre de dioses embotellada para inexpertos
hijos de la mendicidad, herencia de una poesía
en proceso, que abraza la soledad
y nos abrasa las entrañas.

Andamos sobre las llamas del amor
nacidas en las Beatrices antiguas y
desembocantes en las contemporáneas
Violettas, violadoras de sueños,
ladronas de libertad, hacedoras del
lev motiv de cada verso.

Saludamos a las damas,
que amábamos en secreto, lejanas,
pero la imaginación nunca faltó.

Otra voces hablaron en nosotros,
jamás ahondamos en ello,
pero florecieron como primavera
en ese albergador invierno de mañana
a noche, eterno resguardo de las constantes
guerras individuales.

Pero nuestras cartas de la vida
cambiaron el sonido del aire
por un Crack que retumbó de
la mítica Edad Media, hasta llegar
al barroco de una ciudad de ángeles,
pero también de demonios.

Siempre una estela de humo guaraní
acompañó nuestros pasos,
confluyó nuestras incoherencias,
mientras permanecíamos como mausoleos
soportando la ausencia de la musa.

Libros sin escribir, muchos más por leer,
archipiélago de soledades, victorias perdidas,
derrotas triunfantes, manifiestos de una unión.

Fuimos mucho, Sabines lo sabía, por
Eso A estás horas, aquí,
dejo su solitario cuarto, para bajar
a bailar con borrachos, nosotros.

Pero debo aceptarlo esto
jamás será un poema,
como Sabines, supimos, supiste
que sin mujer, aburrido, pensando,
acostado en la cama, sólo pensando
uno se ve tonto, se es tonto.

También sabías o te dijo Sabines:
que no tenías hambre amor,
pero tampoco pensabas permanecer
mirando las estrellas con guitarra en mano.

Por eso ahora has entonado junto a Sabines:
¡Que bueno que se quedara mi cuarto (tu cuarto)
toda la noche (las siguientes) solo,
hecho un tonto, mirando!

Es momento de cambiar de poeta,
es hora de evocar y parodiar
a Joaquín Sabina: de momento nada de adiós muchachos
todavía no te duermes en los entierros de tu generación, nuestra.
Cada noche invéntate, invéntanos.
Emborráchate, emborráchanos.
Tú el más joven y el más viejo, like a Rolling Stone.

Reitero, esto no es un poema,
pobre de ti, si te vas con la finta.
Es un reclamo a tu partida,
porque no te vas por amor,
partes por haber leído a Sabines.

Ahora que lo sé, tus pasos
quiero imitar, aunque sea
con la mujer de nadie, pero
me iré, para no estar solo pensando
en esa cama incomoda, en ese cuarto neobarroco,
en esa vida de escritor que no escogí,
pero heme aquí, henos aquí caminando
por la turbia vida, preferiríamos no hacerlo,
pero a estas alturas y sin más vueltas de tuerca,
jamás dejaremos la rutina, aunque
la hueva nos gobierne,
por los siglos de los infernales sueños.
Amén.

Puebla de los ángeles y los demonios también a trece días del mes de diciembre del dos mil cinco.

domingo, diciembre 11, 2005

Olvido inmenso.

Quisiera dejar de tener la necesidad de mirar hacia atrás.
Para poder cortar de tajo ese dulce recuerdo
que significa tu cuerpo jugando a amar con el mió.

Pero no, siempre hay un no se qué disfrazado
de vino tinto obligándome a tragar ese recuerdo
curvilíneo, cubierto de seda.

Me persigues de noche en los sueños,
de día en forma de sombra y
por la tarde al llegar ese atardecer
que miramos mientras la ciudad
encontraba una calma dentro de su densa costumbre.

Ayer intente perderme de tu olfato,
pero la monotonía me regreso a ti.

La luna de diciembre se esfuerza
en mandarme un rastro de ti
con cada rayo que penetra
como lo hace el vino en mi garganta,
lento y dolorosamente en una conciencia
aparente, en una vigilia llamada soledad.

Quisiera poder tener el valor de ponerle punto final,
pero no me atrevo y opto por los puntos suspensivos.

Ayer trate con morfina y no funcionó.
Hoy le tendré fe al cuchillo y dejaré
que tierno seduzca a mis venas indefensas,
pero dispuestas a ser victimas de violación.

Quisiera no tener la necesidad de olvidarte.

Antes muerto que melancólico

Es hora de guardar el equipaje, los recuerdos se van junto con mi ropa. Mi destino es incierto. A estás alturas la única certeza es el desvarió que me hace partir. Mi vieja consola toca por última aquella canción que evoca tu presencia, siempre fantasmagórica.

     Aún no entiendo nada de lo que está pasando, es como estar en una de esas pesadillas en las que un tal Freddy Cruger, te persigue hasta cansancio, hasta ver que tus entrañas lloren y pidan perdón. Tal vez por eso nunca te pude olvidar, nunca nos pedimos perdón, tampoco hubo un hola y menos un adiós, simplemente una media vuelta y partimos.

     -¿Me quieres? Preguntaste como si todos eso años a tu lado hubieran sido nada.
     -Sí- asentí como tuvieras toda la razón. Nos dimos un beso, luego la pasión nos lleno y en el cuarto se sentía un fuego rico, pero al mismo tiempo era el infierno en medio de un diciembre que quiero olvidar, pero imposible pasar de largo, ahora que hago estás maletas que llevan más libros que ropa y con ello un sin número de dedicatorias que marcan el tiempo de nuestra relación. Un recuerdo constante de cómo la relación se fue muriendo antes de que nos diéramos cuenta que ya había acabado. El humano siempre tarda en darse cuenta de los finales, recuerda siempre el inicio de todo, pero olvida por salud o por conveniencia cualquier final, por eso preferimos burlarnos de ello, así lo hacemos con la muerte, muchas veces lo hicimos con nuestro derrumbe que sabíamos algún día llegaría, aunque nunca lo sentimos cercano y henos aquí más muertos que el socialismo.

     Lo único que supe de ti fue en una exposición de pintura. Una de tus amigas, Marisol, la lesbiana, esa que nunca entendí las razones de esas preferencias, me contó que andabas en Nueva York montando tu primer exposición fotográfica sobre las caras de la pobreza que existen en las grandes urbes de México. Tuve las intenciones de ir darme una vuelta por tu exposición. Pero mi celosa profesión jamás lo permitió. Hace dos años de eso y jamás volví a saber de ti, hasta hace unas horas.

     Faltan dos días para el año nuevo. El aire es muy cálido para ser diciembre, pero la gente camina por la calle incierta, como si tuvieran un vació y salieran a buscarlo sin éxito alguno. Yo andaba en la calle comprando mi periódico de todos lo sábados para enterarme de las novedades literarias, recuerdas siempre compramos ese suplemento cultural para estar al tanto del arte y la literatura, pero por muy extraño que parezca, hoy no lo encontré. Me pareció extraño, como también lo fue ese sonido del teléfono a las tres de la mañana del domingo. Nadie acostumbra hablarme a esas horas más que tú, pero era imposible, nadie te pudo dar mis datos, al propósito los oculte, no quería que supieras de mí. Nunca fui bueno para las despedidas, siempre prefería desaparecer. Pero el teléfono sonó, un poco tardo pero con escalofrió fui a contestar y efectivamente, eras tú, pero no era tu voz, sino la de tu hermana que siempre se la ha armado para contactarme. No recuerdo las razones ni el como sucedió. Sólo recuerdo está frase: -Siéntate y quiero que tomes con calma lo que te voy a decir. Denisse, se suicidó. Dejo una carta para ti. Acá la tengo te espero en el sepelio.

     Y heme aquí frente a un ataúd que conserva tu cara de ángel. No veo el chiste de seguir parlando ante lo que en una hora serán cenizas, pero muchos dicen que los muertos escuchan. Por no dejar quiero que te lleves esto a tu otra vida: Nunca te olvide, siempre te lloré y hoy vine para refrendar que mi llanto será eterno.

     Contigo muerta no tiene caso seguir en está ciudad tan grande y llena de recuerdos. Donde corro el riesgo de encontrarnos a amigos mutuos que no tardarán en darme el pésame y al mismo tiempo enterrar cada vez más tu imagen en mi cabeza. No quiero ser el típico ser que vive pensando en aquella mujer que siempre amo y un día se le murió. Corro el riesgo de convertirme en un viejo cliché. Antes muerto que parecer pieza de algún museo en nombre del desamor o de la melancolía. Simplemente cumplamos con el rito de nuestro amor que parecía una religión: Media vuelta y adiós. Es hora de escribir una nueva novela y ponerle punto final a viejas historias.