sábado, diciembre 10, 2005

Es por tu bien.

Cuento publicado el lunes 28 de noviembre de 2005, en suplemento Universus 12 del Diario Intolerancia de Puebla.

Siempre fue igual, nunca pudiste decirme esas tres palabras que tanto quise oír. Te costaba trabajo, pero aún sigo sin entender por qué. No era necesario mucho esfuerzo, sólo articular la boca y dejar salir unas tres palabras.
Siempre que tocamos el tema, preferías hablarme de lo bien que te había ido en el trabajo o contarme de tu eficiente secretaria. Yo siempre me hice a la idea de que me has estado engañando con ella. Nunca lo he podido comprobar, pero al parecer cruzas más palabra con ella que conmigo. Pero a estas alturas reclamarte no tendría sentido, nade puedo solucionar y salgo perdiendo, como siempre lo he venido haciendo.
Cuando llegábamos a hacer el amor, al parecer era una sombra lo que me rozaba la piel y un eco del inframundo el que me susurraba al oído para decirme: Te amo, eres lo máximo. Al acabar cada encuentro, siempre me quitas mis brazos de tu cuerpo, me avientas como trapo usado, te paras a prender tu lap top con le pretexto de que tienes que hacer una enorme transacción y sino la haces, toda nuestra riqueza se perderá. Mientras estás sentado frente a tu asqueroso aparato, enciendes siempre un cigarro y por más que te intento hacer la platica, siempre me evitas y prefieres darle una bocanada a tu cigarro.
Te aguante tres años así, porque los primero dos, fueron preciosos, pero lo bueno siempre termina, lo hermoso es como la una bomba atómica, una vez que cae fulmina como nunca jamás se pudo haber imaginado y después, sólo se vuelve un recuerdo que arrastramos por el resto de nuestra existencia.
El día de nuestro aniversario, el quinto, decidí cortar con nuestra relación. Como era de esperarse, no hiciste nada para evitarlo, al contrario facilitaste el asunto. Primero te encaminaste al baño, necesitabas limpiarte  los ojos llorosos, pero claro tu inventaste que era una basurita en el ojo. Me diste el tiempo perfecto para pensar en el discurso que te iba a decir, para enviar lastimar tu corazón, siempre tan dulce y tan tierno. Al sentarte a la mesa nuevamente, vi. como agachaste la cabeza, no sabías que decir, me empecé a arrepentir, pero no podía dar un paso atrás, era la primera vez que me ponías atención. Me sentí tu secretaria.
Luego te invite un trago de agua para que la garganta sintiera algo distinto a los mocos que te estabas tragando por tanto llorar. Luego empezaste a hacerme caras, querías decirme algo, no entendía que, yo te seguí el juego, también te hice caras. Luego al final, una vez tirado en el piso de tanto llanto y gesticulación, pudiste decirme: Te Quiero Mucho. Fue la primera vez en tres años que me lo dijiste con amor y pasión. Yo no tuve otra opción que responderte: Descansa en paz.
Hoy todos te lloran en una funeraria, yo actuó y agradezco todos los pésames, pero nadie supo como fue tu muerte, ellos creen que te ahogaste.
Ahora si, mi amor, ¿quien fue el que se rió mejor?
Pero en verdad lo hice con amor, esto es para que en otras vidas, aprendas como tratar a una mujer.
De veras que lo hice por tu bien

En ti me pierdo

Me pierdo en tu mirada
Me encuentro en tu caminar
Me aferró al sueño
Bajo al infierno, luego
reposo en el abismo, regreso
a este mar de inconclusos sueños
sigues mirando la peripecia
de un loco, haces mutis.

Cocino mis entrañas
a fuego lento y como
tributo te las entrego.

Ahora sólo quedan restos
haz con ellos lo que tu deseo dicte.

viernes, diciembre 09, 2005

Mis cenizas

Como fénix renaces
de mis cenizas
para devolverles la vida
que hace tanto tiempo
me había olvidado de
la existencia de mis entrañas.

Te recuerdo

Aún no olvido tu mirada tan
incendiaria, tan desnudante.

Sigo percibiendo tu caminar
por mis sueños
con la misma insistencia
en que Nietzsche era acosado
por su locura.

Sigo loco de día y por la noche
recobró la cordura y un verso
te escribo, plasmando esta inconmensurable
estancia.

Un estatua en tu nombre

Si mis sensaciones, tuyas,
pudieran hacerse corpóreas, dejar
su estado gaseoso, tan fugaz.
No habría duda, un monumento
construiría y sólo seres divinos
tendrían derecho a contemplar
la belleza de tu ser.

jueves, diciembre 08, 2005

Alegoría patrimonial

De mi oscuridad nunca he salido
para recorrer tus contornos claros
como el agua y sólidos como la piedra.

En mis sueños caminas,
a veces gateas, cuando
puedes entierras meticulosamente
tu imagen.

Alegoría de letras
es la estela que contemplo
cuando pasas de largo.

Últimamente me ha dado
por ser un edificio colonial
para que así te contemple
mientras analizas mi deteriorada
pero milenaria imagen.

Cuando me miras
reconstruyes los pedazos
que perdí y resanas
aquello que aún suelo llamar cuerpo.

Una caricia tuya, un museo.
Un beso, el acta con la que
me volvería Patrimonio tuyo.


Ironía crecíente

Entre el plomizo de la ciudad
encontré el contorno de tu ser,
ahora soy un adicto a tu figura.

En el sueño te apareces
recordándome que soy tuyo.
Me das un beso y te marchas.

Al despertar, te encuentro
en el averno de siempre,
llamado ciudad, y sólo
me miras y te vas.

La realidad nunca es dulce,
sus inicios y finales son como el agua,
una vez en tus manos en cualquier momento
se escurre y sólo unas cuantas gotas
serán el rastro, pero se evaporarán
al igual que tus pasos.

Prefiero soñar,
al menos siempre se puede volver.

No soy diurno.
Odio la realidad.
Nunca me enseñaron a vivir el presente.
Es hora poner en la perilla
de la puerta de mis sueños:
¡no me despierten, quiero seguir soñando!