domingo, diciembre 11, 2005

Olvido inmenso.

Quisiera dejar de tener la necesidad de mirar hacia atrás.
Para poder cortar de tajo ese dulce recuerdo
que significa tu cuerpo jugando a amar con el mió.

Pero no, siempre hay un no se qué disfrazado
de vino tinto obligándome a tragar ese recuerdo
curvilíneo, cubierto de seda.

Me persigues de noche en los sueños,
de día en forma de sombra y
por la tarde al llegar ese atardecer
que miramos mientras la ciudad
encontraba una calma dentro de su densa costumbre.

Ayer intente perderme de tu olfato,
pero la monotonía me regreso a ti.

La luna de diciembre se esfuerza
en mandarme un rastro de ti
con cada rayo que penetra
como lo hace el vino en mi garganta,
lento y dolorosamente en una conciencia
aparente, en una vigilia llamada soledad.

Quisiera poder tener el valor de ponerle punto final,
pero no me atrevo y opto por los puntos suspensivos.

Ayer trate con morfina y no funcionó.
Hoy le tendré fe al cuchillo y dejaré
que tierno seduzca a mis venas indefensas,
pero dispuestas a ser victimas de violación.

Quisiera no tener la necesidad de olvidarte.

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