A veces hemos experimentado escribir un texto ya sea narrativo o poético con alguno de nuestros amigos (as). En mi caso, este poema fue concebido a dos teclados uno proviniendo de Cuernavaca, Morelos y el otro (mi teclado) desde Puebla, Pue. Los culpables: el poeta y su musa.
Es un intento y no más.
Mentira Navegante
En tus olas, me sentí tibio,
tu niebla, me creí atroz,
tu rastro me arrastró
y en la mañana
descansó.
De la mala costumbre que es recodarte
suerte que es vivir sin mí
Porque en las olas están tus manos
en tu rastro mi amor
Malvada enemiga mía, ¿son tus olas de agua dulce?
¿es tu niebla de vapor?
¿o eres sólo una violeta que va emitiendo un suave olor?
pregunto hincado,
desnudo
postrado antes tus eternas playas.
¡No contestes vida mía!
¡déjame soñar con un canto de sirena
un erizo de mar...!
déjame ser delfín y saltar entre tus olas
ser tiburón y sumergirme en tus cavernas
ser alga y postrarme en tus arrecifes
ser arena y con cada roce sentir que nos amamos
que esto no es ficticio.
¡Ficticio como todo lo demás!
tus algas y todas tus perlas,
no es ficticio tu sabor a sal.
Tampoco tu lejana cercanía
ni tu presente ausencia
Ficticio es mi vida sin ti, y tu sin mi
son los poemas que te escribo.
Ficticio es aún creer en este amor,
pero ficticio sería el olvido,
tu viento me redime
tu energía me asecha,
contradicción sólo hecha para nosotros.
Asechante alma,
ven
ráptame
llévame donde el viento sea caricia
el olvido se olvide,
y hacerte el amor no sea más una ficción.
Abril 2005- Olga Cuellar y Alfredo Godínez
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