domingo, noviembre 06, 2005

Cosas absurdas.

No tengo tiempo de pensar en los mundos idóneos que debo crear para mis textos literarios. Apenas si me siento a leer, más bien me recuesto a leer antes de dormir, una hora a veces dos, lo que el cuerpo me permita robarle a la noche. Antes, pensar en ella, me dejaba dormir en paz. Ahora pienso en ella y el sueño se va corriendo, en busca de un humano que desee soñar. Las palabras han dejado de serme fieles, no escriben lo que yo deseo, se apropian de mi mano, toman un pluma, buscan el papel y escriben como desesperadas, siempre expresándose y olvidándose de que existo. Mi mente también me traiciona, uniéndose a mi mano, las dos cómplices, se dedican a desterrar parte de mi persona, donde nadie la pueda ver, ni siquiera Dios, si es que este existiera. El realismo natural, se adueña de mi vida. La belleza está siendo rebasada por la realidad. Los sentimientos, se vuelven columnas públicas. Al parecer morir es el sinónimo de vivir. Aparentemente tengo mucha gente a mi lado, apoyándome, pero sólo es un vacío inmenso disfrazado de sobrepoblación. Los patriarcas no dan opciones de liberar a su pueblo, siguen creyendo en que fueron ungidos por el que tiene todos los nombres y ninguno, Dios. Poemas varios, son voces de los sentimientos de antaño, los actuales se escaparon en busca de elogios a la grandilocuencia que se posta en políticos. Hoy cerré los ojos, no late mi corazón. Mi testamento será le huella de mi último respiro, la existencia de absurdas ideas.

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